Pepe Cibrián sobre el poder, la intolerancia y el gobierno de Milei
En su paso por los micrófonos de La Nueva Radio Suárez, Pepe Cibrián no esquivó temas de fondo. Fiel a su estilo, el creador de Calígula habló con contundencia sobre el poder, el gobierno de Javier Milei, y la necesidad de preservar la dignidad en tiempos difíciles.
Cibrián insistió en que no es militante ni de Milei ni del kirchnerismo. “No soy mileísta, no soy kirchnerista. Pero le deseo lo mejor al presidente porque es mi presidente. Lo que no me gusta es el modo. Esa agresividad, esa manera de hablar... No me hace sentir protegido. Los presidentes deberían ser figuras maternales o paternales. Cuidarnos”.
Sobre la relación entre cultura y poder, fue tajante: “Los gobiernos no van al teatro. No les importa. Me acuerdo de Menem, que sí fue a ver Calígula porque era un éxito rotundo. Pero fuera de eso, nada. Somos un país surrealista. Hacer teatro en Argentina es a puro huevo, a puro coraje”.
También opinó sobre la situación de los políticos actuales: “Muchos no pueden ir a un restaurante. No pueden caminar por la calle. Esa es su verdadera cárcel. No necesitan estar entre rejas. Ya están presos de sí mismos”.
En relación a la libertad de pensamiento, Cibrián remarcó: “Aunque te torturen, aunque te quiten todo, no pueden quitarte el pensamiento. Y eso es lo que Calígula también plantea. Hay una escena clave entre el emperador y un esclavo, donde se juega la dignidad humana. La dignidad del pueblo”.
Consultado sobre si recibió alguna reacción del actual gobierno por la reposición de esta obra, respondió: “No escribí una palabra nueva. Es el mismo texto de 1983. La obra fue escrita contra la dictadura. Si hoy alguien se siente aludido, no es mi problema. El poder se ofende solo cuando se reconoce en el espejo”.
A propósito del clima de persecución y descalificación que se percibe hacia quienes piensan distinto, fue claro: “Hoy, si pensás verde, te dan tres programas de televisión. Si pensás rojo, sos una mierda. Eso no es democracia. Democracia es poder pensar distinto, no odiar al que no piensa como vos”.
Con la lucidez que lo caracteriza, Cibrián concluyó: “Todo pasa, amor. Pasan los papas, los gobiernos, todo. Lo importante es lo que uno hace en su tiempo. Que cuando te des vuelta puedas decir: me aplaudo, me gusto. Fui coherente con lo que dije y con lo que hice”.