26/03/2020TRADICIONES

En tiempos de estar en casa, algunos secretos de la cocina alemana. Para darse algunos gustitos.

Quien proporciona algunos tips de cocina alemana es Elsa Kette, de Pueblo San José.

Es muy buena cocinera y esta es una excelente oportunidad para elaborar comida alemana.

Cuenta que aprendió de su mamá, de verla, porque su madre no permitía que nadie se metiera en su cocina.

“Mi aprendizaje fue mirando lo que hacía mamá, porque era muy meticulosa y ella no dejaba participar, tenía que hacerlo todo ella sola. Así que mi aprendizaje fue estando a su lado, mirando. Me casé muy joven, tuve cuatro hijos. Luego aprendí cocinando, y me encanta hacerlo”, recordó con emoción.

Le gusta hacer fideos caseros –dice que casi nunca compra los industriales, salvo un apuro de último momento-, también el füllsen y tortas.

“Si bien no soy muy amante de lo dulce, me gusta hacer escabeche y cocinar de todo. Panqueques, füllsen, los bikel nudel –con tuco, con chucrut-, todo”.

Un secreto para la masa de los panqueques, para que salgan espectaculares: “dejarla reposar un buen tiempo, porque si no, no salen bien”.

Sobre el strudel, dice que la masa la hace el día anterior, “va en un recipiente a la heladera. Después, al día siguiente, cuando la quiero estirar, la saco para que tome temperatura ambiente y después sí hacerlo”.

Se refiere al strudel que se hace con la masa filo, la que es un verdadero arte, estirar. Cuenta Elsa que “la masa se estira sobre un mantel”, que, por supuesto, no se usa para otra cosa: “el mantel no se usa para otra cosa. Yo los tengo guardados, están guardaditos, se lavan con jabón blanco, con mucha agua caliente se enjuagan y se guardan únicamente para eso”.

Agrega que “no tiene muchos secretos. A la masa hay que amasarla bien. Dejarla descansar en un recipiente, en la heladera hasta el día siguiente”.

Dice que le pone la manzana, sin cáscara, cortada bien fina, “y con mucha crema. La crema, es fundamental”. Y nada de medir con medidor: los maestros pasteleros y reposteros tendrían que ver a la gente alemana, que hace una pastelería riquísima, y su medida… es la mano: “yo tengo mi medida… es la mano”. Nada de usar balanzas.

Para el füllsen, que es espectacular para usar el pan que sobró y se puso duro, para no tirar nada en este tiempo de economías obligadas y restricción para hacer mandados.

“A mí me queda un poco de restos de pan, que se ponen duros, lo junto en una bolsita y un día que tengo tiempo hago un füllsen. Lo corto, lo pongo en el freezer, porque tengo a mis nietos e hijos que les encanta”. Y el secreto para hacerlo… “mucha crema, mucha azúcar y licor de banana. Y hacerlo con amor”.

Recuerda las grandes mesas familiares. “Mis tíos estaban en Hinojo, se fueron de jóvenes. Tenía una tía que vivía en Buenos Aires y todos los años nos visitaban. Cuando venía la tía la esperábamos en el tren, en casa tirábamos colchones al suelo, porque no había muchas camas. ¡Éramos felices! ¡Mucha felicidad, unión, en familia! Las primas éramos todas mujeres, jugábamos muchos con las muñecas, hacíamos tacos con las latitas, hacíamos ropa para las muñecas, con la máquina de coser de mamá. Era hermoso, ¡la verdad!”.

Le preguntamos a Elsa sobre cuál es el secreto para hacer un kreppel bien rico. “Yo hago los kreppel que llevan la lecha cortada, bicarbonato y crema. La crema siempre tiene que estar presente. La crema le da el sabor rico que tienen. Huevos, por supuesto. Harina común y bicarbonato, una pizca. No pasarse, porque quedan muy amargos”, respondió.

Y en el final una referencia a una cuestión que ahora está puesta sobre el tapete: la importancia del uso del jabón, la lavandina y no es necesario mucho más.

Viene bien tomar en cuenta esta respuesta, cuando las generaciones actuales usan una batería de diferentes productos para la higiene personal y del hogar, cuando sólo se necesitan dos productos fundamentales.

“Antes no había tantos productos, como se están usando ahora. Cuando éramos chiquitas tampoco había champú. A nosotras mamá nos bañaba con el jabón blanco. Jabón blanco, lavandina. Y se hacía el jabón casero, que no sé qué llevaba, aparte de soda cáustica, porque nunca lo aprendí a hacer. Así limpiaban la ropa de campo, bien sucia, ¡como lavaba de bien ese jabón!” recuerda Elsa Kette.