08/12/2021TRADICIONES

Así eran antes las navidades

En la noche del martes último, luego de que se encendiera el árbol navideño en pueblo San José, hubo un momento muy lindo, trayendo al presente cómo se celebraban las navidades de antaño en ese pueblo alemán, generando los mejores recuerdos para los abuelos que acompañaban a los niños.

Los chicos que participaban de la actividad estallaron en gritos con la aparición de un personaje: el Pellznickel, el hombre malo que retaba a los niños. Pero luego, llegó otro: el Kriskindier, una especie de ángel que alejaba al hombre malo y compensaba del susto, con frutas y otras cosas ricas. Ambos personajes deben haber servido, en las infancias de antaño, para corregir alguna conducta, para llamar a la tranquilidad, y para premiar por las cosas bien hechas. 

Lo que sigue a continuación es el relato tal cual se escuchó el martes por la noche en pueblo San José.

“Las navidades no siempre fueron como son ahora. Y más especialmente en la cultura de los Alemanes del Volga. La religión, como pilar de sus vidas, le dio un significado especial a éstas fechas y los primeros años de asentamiento, allá por 1890, marcaron a las familias de pobreza y austeridad. La noche previa a la navidad, la casa se ordenaba pulcramente. Todos colaboraban con las tareas del hogar. Se hachaba leña y los más pequeños ayudaban también.

Los niños se bañaban y vestían sus mejores ropas. El menú era igual a cualquier otro día, pero el espíritu festivo existía y se vinculaba más a la espera por el nacimiento de Jesús que a lo social. Entre todos se armaba la mesa y en silencio, se sentaban a comer.

A veces, el padre de la familia se unía a la cena familiar y a veces no, porque esa época es de trilla. Luego de cenar, todos los miembros de la familia iban juntos a misa. Los niños ya de pequeños sabían cómo comportarse en la iglesia y jamás faltaban el respeto dentro del templo. Luego de misa, con los faroles en mano volvían a casa, ya cansados. Y al entrar, mientras se preparaban para acostarse, se escuchaba un sonido extraño.

De repente, interrumpía la tranquilidad del hogar un personaje. Con barba, sombrero, sobretodo y cadenas colgando. En alemán decia:- "¿Cómo se portan los niños aquí?" Y tomaba sus manos para mirarles las uñas.

Recorría el lugar mientras los padres trataban de proteger a sus hijos, pero sin echarlo. El Pellznickel tenía derecho de retar a los niños. Rezaban el padre nuestro en alemán. De repente se escuchaba una campana a lo lejos. Y momentos más tarde, una niña parecida a un ángel entraba al hogar. Ella logra echar al hombre barbudo y tranquiliza a los niños. Les da una caricia en el pelo y reparte frutas o gallletitas. La madre, agradecida, invita a todos a rezar el Ave María. El kriskindier se va. Apagan la lámpara y toda la familia se retira a dormir. Así era como nuestros abuelos vivían las navidades antiguamente”.