Un aplauso para estas geniales asadoras: Lucrecia Anrique y Karina Schneider
Acaban de ser elegidas entre los mejores asadores/as que se presentaron en el Torneo que se llevó a cabo el fin de semana pasado en Espartillar, al obtener el 3er puesto en esa competencia.
Ambas son representantes de un espacio que hasta hace unos años atrás se creía absolutamente masculino, rompiendo barreras que no tienen por qué estar.
Se manifiestan asombradas por la repercusión que tuvo la noticia, agregando que, para ellas, “es natural” hacer asados. “También lo es para la gente que me rodea, porque toda la gente que me conoce sabe que me encanta hacer asados, que lo disfruto, que amo. Veo la carne y el fuego y digo que es tocar el cielo con las manos con tan poco. Lo siento así” contó Lucrecia.
Karina tuvo algunas dudas primero, pero para cuando dijo que sí ya Lucrecia la había anotado. Relataron, en torno a las condiciones del concurso, que la regla era trabajo en duplas, un/a asador/a y un/a fogonero/a. La asadora no puede tocar el fuego, y la fogonera no puede tocar el asado.
Tres horas de cocción y cuando el jurado pasó y realizó el corte de un trozo, para hacer la evaluación, el color, el aroma, el sabor, gritaba a poema: el líquido que escurría del trozo de carne asada era un líquido cristalino, tal como se había pedido como condición. Relatarlo o escuchar el relato de las chicas de este momento hace agua la boca. Y lo que vivieron el domingo fue una alegría absoluta en todo momento.
Ambas son asadoras experimentadas. Se encargan de cocinar los asados para las cenas y bailes de mujeres que se hacen desde el Hockey de Mamis, para recaudar fondos, en acontecimientos como los que se van a vivir este viernes, en el Polideportivo Municipal, en el que quedan algunas tarjetas todavía para vender, en un encuentro que es sólo para mujeres. Por su parte, Lucrecia es la asadora oficial de los eventos que organiza Mariana Abot y de otras fiestas para las que la convocan, cuando son muchos los comensales Lucrecia suele convocar a Karina para que la ayude.
De manera que se entienden, saben trabajar juntas. “Acá –en la competencia que se llevó a cabo en Espartillar- era estar al pendiente todo el tiempo: que el calor sea parejo. Porque evalúan el color de la carne, que esté cocido. Ese es el punto. Debe estar cocido, pero con líquido transparente, no puede salir sangre. Ese es el punto ideal. Este es el asado tradicional. En los concursos en Buenos Aires pueden ser otros puntos”.
Consultadas en torno a la reacción del público al ver dos asadoras, explicaron que cuando se inscribieron “llamó muchísimo la atención que seamos dos mujeres, porque si bien había mujeres en el evento, era mixto. El hombre asador y ella fogonera, o al revés. Llamó la atención que fuéramos dos mujeres”. Por eso cuenta que le insistió a Karina: “Tenés que ir gorda, no te queda otra”.
Cuentan que escuchaban decir en murmullo: “Mirá, ¡dos mujeres!”, y los que competían “no hicieron diferencias para con nosotros”. Pero, en un momento, dijeron en broma: “Ustedes van a ganar por el género. Cuando estábamos comiendo, todos juntos, uno me dice: ´Ganan ustedes, porque, además, el género roba´. Yo ahí le dije: ‘¡No, no!, ¡si yo te gano es porque mi asado está mejor que el tuyo, no por el género!’”, le dijo al interlocutor Lucrecia.
Se fueron informando que el evento, la competencia, era una puesta en escena en sí misma. “El viernes me entero que es como un show que se hace. No solamente el asado en sí. A la parcela hay que ambientarla a lo tradicional, a lo criollo. Ahí surge un montón de gente que apoyó en esto”. Y les fueron dando elementos: fardos de pasto, el mate con la bandera, una mesita con vasos antiguos, una botella de grapa, la bebida que se tomaba hace mucho tiempo. “Yo había llevado una piedra para afilar el cuchillo –cuenta Lucrecia-, el que me la dio dijo que cuando viniera el jurado tenía que hacer que afilaba el cuchillo”. Relataron que en un momento se pusieron a jugar a las cartas “y la gente se preguntaba cómo hacíamos para concentrarnos, jugando al truco y, a la par, hacer el asado”.
Debían ir vestidas con ropas gauchas, así que cuenta Karina, “recorrimos todo Suárez, consiguiendo camisa, pañuelo y bombachas de campo, para ir iguales vestidas”.
Lo que les hicieron sentir a Lucrecia y Karina, familiares y amigos que fueron a acompañarlas, “es que fue una jornada plena de disfrute para todos”. El momento más emocionante: quince minutos antes de sacar la carne de la cruz es cuando pasó el jurado y cortó un trozo. “Vienen cuatro jurados, con todo el mundo al derredor, corta y uno está ahí cortando clavos, pensando de dónde va a cortar. Lo corta, lo pone en la tabla… ¡y era perfecto! El color, el jugo salió transparente. Ahí dijimos, ¡ya está listo! Y todo el mundo ahí aplaudiendo. Nosotros nos largamos a llorar. Eso fue hermoso, una experiencia única”.
Terceras en esta competencia regional de asadores, que convocó a 15 parejas de asadores. Felicitaciones para estas dos geniales asadoras de Coronel Suárez, que sientan precedente, rompen barreras y ganan terrenos nuevos.