“Miro el fuego y se me llenan los ojos de lágrimas”, dice Lucrecia Anrique, describiendo la emoción y la pasión por hacer asados
Aprendió a hacer asados, con la práctica y con lo que le fue indicando algún amigo muy querido, que aunque no está más entre nosotros, Lucrecia lo sigue recordando y reconociendo todos los saberes compartidos.
Lucrecia Anrique, asadora de profesión, asadora de eventos; asadora de competencias, como la que acaba de suceder en Espartillar, el pasado fin de semana. La que disfruta desde el momento mismo que el fuego comienza a hacer trepidar las leñas, indicando el inicio de un ritual, una ceremonia.
“Siempre me gustó hacer asados, desde que soy chica. Me gusta, más que nada, lo que tiene que ver con el folklore de prender el fuego, de estar rodeados de amigos, gente querida. De lo que conlleva hacer un asado”, relata.
Claro que no aprendió de un día para el otro. “Yo siempre hice mucho a la parrilla, pero no al asador. Mi amigo me decía que tenía que aprender a asar de esta forma. Le fui preguntando todo, y aprendiendo. Hoy, hago dos o tres, o cuatro veces por semana, asados. Para amigos, reuniones mías, familia. Y hoy, ya estoy más acostumbrada y sé”.
Por supuesto que cocina para eventos. Relata que muchas veces, los que desconfían sobre el resultado, son los hombres. Es que el cocinar carne asada, parece ser único dominio de los varones. Pero Lucrecia Anrique demuestra que de dominio exclusivo nada, y en cada oportunidad que tiene, eventos sociales, familiares, demuestra que es una maestra de los asados.
“Cuando estoy haciendo el asado, miro el fuego, y de verdad que pienso que es increíble que encima, me paguen, por hacer algo que me gusta tanto. Y cuando lo probás, si salió bien, está buenísimo. Es, algo que disfruto mucho”.
Agrega que le gusta mucho, el folklore que rodea a la elaboración de un buen asado: “El antes, el juntarte, el fuego, el que hagas una reunión y venga alguien a acompañarte. Tomás algo y picás un chorizo seco, y vas viendo como se desgrasa la carne. Es mirar el fuego y sentir alegría, puedo estar horas y horas, ahí sentada”.