17/09/2023SOCIEDAD

“Mi Dr. Azpi, te quiero mucho”: mensaje en la puerta del Dr. Azpilicueta, profesional que confiesa que el miedo fue su amigo siempre, porque lo hizo esforzarse más

El cartel, colorido, con múltiples corazones, firmado por Simona, apareció en la puerta del domicilio particular del Dr. Osvaldo Azpilicueta, en la mañana siguiente de cuando en el Concejo Deliberante de Coronel Suárez le hicieron el homenaje por todos sus años de labor. El Dr. sabe de quien se trata: es una de sus tantos pacientes, que lo quieren mucho, fruto de la relación de confianza y seguridad en esa tríada que se gesta cuando hay dedicación del profesional, entre padres, niños y pediatra.

Entrevistado por La Nueva Radio, al día siguiente de esta distinción, con la tranquilidad de tomarse unos minutos en la atención de pacientes en su consultorio, hablamos extensamente sobre 41 años de labor como profesional de la medicina, atendiendo niños. La entrevista transcurre apoyados ambos en la camilla-mesa que tiene desde siempre para atender a sus pacientes; cerquita la balanza que dice, muchas veces cargó en su auto, para ir a hacer domicilios y en la auscultación en sus casas, también poder pesar a sus pacientes.

“Yo siento que también me quieren mucho”, dijo el Dr. Azpi, como lo llaman padres y niños. Es bárbaro poder cosechar eso, tras tantos años de labor.

Cuenta, cómo llegó a Coronel Suárez: “Nos hicimos muy amigos, con el Dr. Roberto Salvi, del Colegio Saleciano, y después fuimos a estudiar medicina. Cuando hago la residencia, el hace una serie de conexiones, en la que participaron muchas personas, hasta que yo llego acá, a Coronel Suárez. Fue él y su familia los que hicieron que yo viniese a Coronel Suárez”.

Consultado en torno a los médicos, que siente lo ayudaron en esos comienzos, dice, “todos”, y enumera: “EL Dr. Salvi, que me conectó para que yo viniese aquí. Venía del Hospital de Niños de La Plata, y entré al hospital de acá. Fueron muy buenos conmigo, Raúl; Titino; como nosotros les decíamos, “el gordo” Notti; Tito Travería; Enrique Garralda; María Inés; el Beto Capria y Marcelo Vaselli quien también fue muy bueno. Chiche Resnicoff; Néstor Giménez; Alberto Anasagasti, el Pato De Lucas. Esa generación, que era un poco más grande que yo, me ayudaron y me abrieron todas las puertas”. 

Dice “los admiraba a ellos, y quería trabajar como ellos. Fueron muy importantes para mí. Tuve suerte, porque cuando estuve en la facultad, tuve maestros a quien mirar. Cuando hice la residencia tuve también, maestros a quien mirar y cuando vine a Suárez, lo mismo. Después, fue fácil”, relata, sin reconocer que se transformó a su vez, en maestro de nuevos profesionales médicos y enfermeros a quiénes inspiró con su dedicación.

Habla de algo que no es fácil confesar: “Tuve miedo, y entonces, para mí el miedo no fue un enemigo, fue un amigo, que me ayudó porque, en general, no estaba seguro de casi nada, siempre tenía dudas, preguntándome si estaba bien o no lo que estaba haciendo. Eso es lo que me hacía esforzarme más. Sigo creyendo en la incertidumbre. No sé si miedo es una palabra correcta. La cuestión es que el médico tiene que estar seguro y tiene que estarlo en serio”. Años después, dice, se fue dando cuenta, “que más o menos, sé; puedo. Además, fue adquiriendo experiencia”.

Lo dijo en el discurso en el Concejo Deliberante, cuando le fue entregado el reconocimiento por su labor profesional, y también en la entrevista realizada por La Nueva Radio Suárez: “No todas fueron ganadas; esas (las otras), no se olvidan”. Responde con toda lógica, cuando le insistimos en preguntarle si las perdidas, no se olvidan: “Obvio; no se olvidan; uno sigue viviendo. No voy a decir que estas pérdidas están, permanentemente, como en las familias, pero no es que me las acuerdo una vez por año. A las batallas perdidas, uno las recuerda mucho más seguido y con frecuencia. Así es la vida de un médico: te acordás más, mucho más, de cuando las cosas no fueron bien, que cuando fueron bien”.

El Dr. Azpilicueta, no solo atiende a los niños, sino que contiene a los padres, calma sus ansiedades. “Eso me lo dio los años y la experiencia. Tengo alguna facilidad por haber trabajado 40 años haciendo lo mismo. Es como que yo paso por arriba de esta camilla, paso del otro lado, y me digo ´¿qué le está preocupando?´, ¿qué tiene en la cabeza?´ ´¿cómo puedo hacer yo para darle tranquilidad o para hacer lo que sea necesario si es una patología que necesita otra resolución, un tratamiento?´ Contener es muy importante, hay que escuchar y hay que estar en buenos términos con los padres”.

Sigue teniendo miles de consultas en su haber. Y visitas domiciliarias, muchísimas. Recuerda que una vez, fue a 15 domicilios. “Terminé de atender el consultorio a las 8 o 9 de la noche; era invierno. Ese día, hasta el otro día a las 2 de la tarde del día siguiente, hice 15 domicilios”.

Es el creador del Servicio de Neonatología Regional. El proyecto para este servicio que amplió la atención de salud pública para Coronel Suárez y la región surgió bajo su inspiración. El Dr. Azpilicueta le dictó la fundamentación, objetivos, etapas, esquema de personal y demás, a la enfermera Zulma Cobeaga; Zulma escribiendo lo que le dictaba Osvaldo, no en una computadora, sino en una vieja máquina de escribir del Hospital. Al referirle al respecto, el Dr. Azpilicueta dice que, de aquel esquema propuesto, “faltan 8 servicios más de Neonatología en la provincia. Pero en eso yo ya no trabajo”. Pero aclara que aquel proyecto estaba conformado por una red que incluía 8 Neos más, en toda la provincia.

Tiene que estar orgulloso, de toda lo logrado en Coronel Suárez, de toda la capacitación de médicos y enfermeros que se siguen especializando en la atención de una terapia intensiva neonatal. “Yo estoy contento con todo lo que hice”, explica y agrega: “La Neonatología la hice por una cuestión de necesidad, porque era difícil trasladar recién nacidos enfermos a Bahía, porque un traslado a esa ciudad era muy difícil. Ahí pensé que había que hacer algo”.

El Dr. Osvaldo Azpilicueta, querido y dedicado profesional de la medicina pediátrica y neonatal, quien acaba de recibir un importante reconocimiento del HCD y de la comunidad. Quien, con la misma dedicación de siempre, sigue atendiendo a los pacientes que concurren a su consultorio y cuando hace falta, no tiene problema en llegar hasta los domicilios para socorrer frente a una eventualidad. Al escuchar todo lo que dice en la entrevista, sabiendo su dedicación y compromiso, uno coincide con lo que escribió Simona en el cartelito colorido que le dejó en la puerta de su casa.