17/08/2022SOCIEDAD

Fazenda de la Esperanza, un lugar para recuperarse de las adicciones

La Fazenda de la Esperanza “es una gran familia” señaló Pablo Hubert, quien es el coordinador para Coronel Suárez. No solo trabaja en nuestro país, hay 156 Fazendas en todo el mundo, son haciendas, lugares de rehabilitación. “Es un lugar muy especial donde no hay psicólogos, ni psiquiatras”. 

Está basado plenamente “en la esperanza, como su nombre lo indica. En eso que hoy en día la sociedad pierde, este lugar es un lugar donde uno se encuentra con uno mismo. El tema de las adicciones quizá las deje ni bien atraviesa la tranquera del ingreso, son campos por lo general, en lugares soñados” definió.

Tenemos una muy cerca, que queda en Carhué, frente al Lago Epecuén, también hay en Córdoba, San Juan, Tucumán y en Neuquén se está formando una. 

Chile, Paraguay, Bolivia, también en Brasil principalmente, que es donde nace este movimiento que tiene que ver con la unión de los Focolares con los Franciscanos. Son espacios de rehabilitación, fundados en el trabajo y en otros pilares. “En la rehabilitación uno aprende a conocerse y a curarse”.

Consultado en torno a cómo es el proceso de rehabilitación, Hubert respondió que “la acción de terapia se basa en tres pilares: trabajo, convivencia y espiritualidad”. 

Eventualmente se utiliza un psiquiatra cuando los chicos ingresan medicados, para que en el transcurso de su rehabilitación se trate también de dejar el consumo de psicofármacos, lo que hoy en día es un gran problema teniendo en cuenta la facilidad para acceder a los mismos. Se trata en su medida, por orden del profesional médico, de ir sacando el consumo de las pastillas.

“Los ‘fazenderos’ decimos que el psiquiatra y el psicólogo es el hacha, es la pala. Uno tiene que gastar energías, tiene que trabajar, aprender la dignidad del trabajo, dignificándose. Eso cuando se es adicto se pierde totalmente, se pierde la dignidad, respeto, humildad, se pierde todo, nos quedamos sin valores. En ese espacio se aprende a recuperarse, se aprende a conocer, a tener una caricia en el alma porque es un lugar en donde abunda el amor y uno se cura por medio del amor”.

El ingreso a la Fazenda es por plena voluntad, no tiene candados, ni llaves. La persona que consume tiene que estar decidido a querer rehabilitarse. “Uno es libre de irse cuando quiere, el tratamiento se recomienda que sea durante un año. La persona que ingresa por orden de los padres, o por algún otro factor sin la plena voluntad de hacerlo, no sirve. No sirve porque transcurrido ese año lo único que hizo es estar alejado de la sociedad por un año y cuando sale vuelve al ruedo. Al contrario, con más ansias de consumo. Eso es lo que se ve continuamente”.

También puede suceder que una persona convencida de ingresar para rehabilitarse abandone ese proceso, o que a los tres meses esa persona haya hecho el clic y no vuelva a consumir, en realidad el consumo es dejado ni bien se ingresa, la clave es cambiar los hábitos. “Es volver a nacer, renovarse totalmente, cambiar el estilo de vida que uno viene llevando en todo ese tiempo de consumo” expresó Pablo Hubert. 

Hay chicos que después de estar un año salen y recaen, hay otros que quizás con 3, 4 o 5 meses salen y “la persona que ingresa en la Fazenda nunca vuelve a ser la misma, así haya estado un solo día”.

Esa persona tuvo la voluntad de dar ese primer paso, hay una luz que se prendió y que en algún momento se vuelve a encender.

En torno al gran consumo de pastillas, a veces consideramos encontrar soluciones en ellas a problemas que transitamos. “Creo que más que solución es adormecer ciertos problemas, el tema del consumo está relacionado al sentimiento de vacío, ese vacío en vez de llenarlo con actividades lo llenamos con psicofármacos, alcohol”.

En la actualidad se está tratando muchísimo el tema de la depresión, y en adolescentes con el tema del suicidio. Hay un montón de factores, pero principalmente es eso, intentar llenar ese vacío que hay en el corazón, en el alma. “El tema de las pastillas recuerdo desde mi infancia decir a los papás de mis amigos decir tomate estas pastillas, se intercambiaban pastillas entre adultos. Esta te va a hacer bien para dormir, esta te despierta, esto viene de larga data. No es solo un problema de la juventud, de la misma manera que el consumo social de alcohol, todo se ha hecho muy social, al igual que el consumo de la marihuana”. 

“La marihuana como puerta de entrada a las adicciones, en muchos casos sí, en otros casos se queda ahí, en otros casos la excusa de que es medicinal, que en realidad tiene sus usos medicinales, pero el exceso y consumir de otras maneras deja de serlo, lo toman como parte recreativa. Hay un vacío, cómo ayudar o acompañar, cómo responsabilizarnos cuando tenemos un problema en casa, muchas veces decimos no lo puedo ayudar hasta que no toque fondo, esa es una realidad. Si la persona no quiere ser ayudada es muy difícil abordar este tema. Muchas veces los limites como primera cosa, como familia podemos responsabilizarnos y poner esos límites. La persona que por lo general consume, en muchos de los casos es porque tiene ese vacío, no tiene voluntad de nada, está muy cómodo en casa con su cama, ropa limpia, comida, no tiene horarios, no estudia no trabaja, los padres lo mantienen. Básicamente el tema de los límites por parte de la familia. Hemos perdido el ejercicio de los límites” finalizó el coordinador para Coronel Suárez de la Fazenda Pablo Hubert.