30/03/2023SOCIEDAD

Adicción a las redes: ¡no puedo parar!

Pasar mucho tiempo conectados puede generar ansiedad, afectar la autoestima y bajar la productividad. Tomá conciencia y volvé a prestarle más atención a tu vida real.

Tener siempre el celular cerca, bien a mano, pero no para que la ubiquen si pasa algo en la familia o en el trabajo, sino por la necesidad de mirar las redes sociales, una y otra vez, con intervalos de minutos. Cerrar Instagram, abrir Twitter, revisar TikTok, volver a Instagram… y así, durante gran parte de su día, Malena (38) se dedica a ver las mismas aplicaciones continuamente de forma automática, sin siquiera advertir la acción que repite en loop. “Puedo estar esperando que me cobren en un negocio, calentando un café o incluso maquillándome y saco el teléfono. Cualquier segundo es bueno para scrollear”, cuenta.

Un lunes de enero, la función “tiempo en pantalla” de su teléfono le mostró que en la última semana había pasado un promedio diario de 6 horas 39 minutos conectada. La flecha ascendente junto a este número indicaba que el tiempo dedicado al celular había aumentado 59 por ciento desde la semana anterior. Le llamó la atención, se preocupó y, cuando intentó revisar en su mente qué había hecho los últimos siete días, se dio cuenta de que no había visto a ninguna de sus amigas, ni siquiera había puesto una serie a la noche, aunque se había acostado muy tarde.

“Para un adulto, pasar tiempo en las redes sociales más de 2 o 3 horas diarias es un problema, y de 4 a 6 horas es ya más grave. Las personas se aíslan, pierden el vínculo real con los otros y lo único que les interesa son las conexiones virtuales. No hay posibilidad de sustitución, de pasar a otra actividad o a otro tipo de relacionamiento”, explica el psiquiatra Alberto Alvarez, miembro de la Asociación Psicoanalítica Argentina (APA).

¡NO PUEDO PARAR!

Según un estudio realizado en 2022 por Havas, la multinacional francesa de publicidad y relaciones públicas, los argentinos pasan un promedio de 9 horas 38 minutos diarios en internet, es decir, dos más que el promedio mundial que es de 7 horas. De este total, un 35 por ciento de este tiempo lo destinan a las redes sociales. Un dato llamativo que arrojó la investigación fue que el 87 por ciento de los argentinos consume contenido relacionado con el gaming, otra actividad a la que se le dedica muchísimas horas.

UNA VIDA IDEAL

Vivir a través de los videos de los demás eso que jamás voy a poder hacer, llegar a lugares del mundo que me resultan imposible visitar, estar al tanto de los últimos objetos de lujo que nunca voy a comprar, comer en los mejores restaurantes del planeta, tener una experiencia espiritual, salvaje o exclusiva, disfrutar con una pareja ideal una copa de vino en un viñedo soñado en Australia, estar en los festivales de música o los eventos deportivos más importantes sin siquiera moverme de mi sillón. Todo esto enumera Rafael (32) ante la pregunta de por qué pasa tantas horas del día en TikTok, sin dudas la red social más adictiva de todas. Hoy, el placer que le genera deslizar su dedo índice por la pantalla no se compara con nada, ni siquiera con jugar al fútbol con sus amigos o ir al cine, dos actividades que hacía con mucha más frecuencia hace algunos meses. Además, cuando logra dejar el dispositivo y sale, se desespera de solo dudar si se olvidó el celular o busca siempre conectarse a algún wifi no bien llega a algún lado.

Para la psicoanalista Diana Litvinoff, autora del libro El sujeto escondido en la realidad virtual, “el ser humano actual cambió los riesgos y las incertidumbres por la seguridad de lo práctico y lo confortable. Pero algo perdió en ese camino, y cayó en el aburrimiento y el tedio de lo rutinario, y en este sentido, las conexiones virtuales, los juegos, internet parecen transformarse en un territorio recuperado de la aventura. Por eso, provocan tanto entusiasmo”.

ADICCIÓN AL CONTENIDO

¿Por qué tomar la decisión de salir de las aplicaciones a veces es tan difícil? ¿A quién no le pasó pensar que solo iba a ver un par de videos y de golpe había pasado más de una hora? ¿Por qué nos obsesiona tanto la vida de los otros? Por supuesto que por más fina que sea, sí existe una línea divisoria entre extralimitarse un día de lluvia o un sábado a la mañana mirando cualquier cosa, o incluso revisar apenas uno se despierta, y antes de salir de la cama, las noticias pero también las plataformas, y no poder prescindir de estos medios sin que se produzca una angustia o una irritabilidad, que a veces desborda.

Cuando se dificulta la posibilidad de alejarse o se transforma en una compulsión, estamos hablando de una adicción. También, explica la licenciada Litvinoff, cuando se busca resolver todos los problemas en esta completud que da la pantalla, cuando las redes sociales llenan los vacíos, calman la soledad o la persona encuentra en lo virtual una manera de resolver la situación con más facilidad que como debería hacerlo en la vida real. “Las personas, más que controlar la computadora o el celular, parecen controladas por estas máquinas”, advierte la especialista.

La adicción al contenido que despiertan las redes sociales se asemeja a otras adicciones sin sustancias, también llamadas conductuales, que hacen referencia a un comportamiento que se repite con mucha frecuencia y sin control. Pero, además, según explica Alberto Alvarez, las regiones que se activan en el cerebro son las mismas que cuando hay sustancias de por medio. Biológicamente, esto impacta de igual manera sobre las zonas relacionadas con las recompensas rápidas y la necesidad de satisfacción inmediata, pero en el consumo de las redes está en juego la mirada y la función del espejo, pasar a vivir en una realidad virtual, en mundos paralelos; situaciones que con otras adicciones no se dan.

Otras de las señales de que la dependencia se puede haber convertido en una adicción, aparte de la modificación de las rutinas (afecta el trabajo, la concentración, las relaciones con los demás, el estudio) es la distorción de la realidad, que como consecuencia puede manifestar en una persona disconformidad con sí misma, su propio cuerpo o sus relaciones. “Todas son hermosas, se visten divinamente y tienen los mejores novios que les hacen propuestas de casamiento en público. Lo que se muestra es lo ideal, ¿quién haría lo contrario? Pero a la vez, aunque en el fondo sepamos que nadie es tan perfecto, igual compramos eso”, confiesa Malena.

A MEDIDA

La cuenta de TikTok de Luna (41) se llenó de dietas, rutinas deportivas y personas fitness. “Siempre fui insegura con mi cuerpo y ver todo esto constantemente me generó un impacto tremendo. Me sentí presionada, porque pensaba que eso que veía en los videos era lo que mi entorno esperaba de mí, pero así y todo no podía dejar de mirarlos”, advierte. Un día fue tan grande el shock que sintió después de una seguidilla de videos alejadísimos de su imagen corporal, que decidió borrar la aplicación.

TikTok es una de las redes sociales más populares en todo el mundo, fue creada en 2018 y detrás de este fenómeno está un megagigante chino de tecnología, que desarrolló un algoritmo absolutamente adictivo, que “aprende” en forma automática y rápida cuáles son las preferencias de los usuarios. Esto hace que en muy poco tiempo una cuenta esté delineada según los intereses de cada persona o regida por sus inseguridades e ideales.

“Tampoco se trata de demonizar. Durante la pandemia tuvimos conciencia de qué útil puede resultar la relación a través de las redes sociales. Esta conexión es hoy uno de los principales medios por el cual transcurre el trabajo, el estudio, los vínculos e incluso nuestro mundo de fantasía. Lo importante es rescatarse como una persona que tiene sus decisiones propias y no terminar siendo un objeto, tiranizado por una adicción”, advierte Litvinoff. Varios expertos asimismo señalan la diferencia entre ser “app dependiente” y “app competente”.

EFECTO DETOX

Camila (44) siente que nada de lo que ve en las plataformas le afecta, no cree demasiado en los videos que hace la gente que no conoce, entiende que las personas suben a Instagram la versión feliz de sus vidas y eligen qué mostrar y qué no. En TikTok saltea más videos de los que se detiene a mirar, que muchas veces son los que muestran tips de limpieza, nada de challenges, coreografías ni “vestite conmigo”. Pero lo que notó es que la facilidad que le provoca tomar el celular cuando está en la cama, de viaje o en sus ratos de descanso, le quitó espacio a una de sus actividades preferidas: leer.

Fue la pareja de Camila quien puso en palabras lo que estaba pasando. Ella seguía comprando varios libros que se acumulaban en la mesita de luz, algo que antes no pasaba. Si bien era consciente de que había dejado por completo de leer, que se prometía retomarlo en vacaciones y que le costaba agarrarlos, seguía sin hacer nada.

En ese sentido, el doctor Alvarez explica que en ocasiones los que detectan el problema son los otros: familiares, amigos, pareja. Pero el primer paso para un detox de información, o para recurrir a un tratamiento psicoanalítico, es que la persona pueda reconocer que este es un problema para ella, que la limita y la encierra, que entienda por qué le resulta más fácil sumergirse en el mundo virtual que encarar los problemas y que una adicción es también una forma de esconderse.

Para reducir el tiempo que pasaba conectada, Camila analizó en terapia qué le sumaban y le restaban las redes. Anotó el tiempo y en los horarios en que más las visitaba, se propuso reducir 30 minutos diarios, decidió no cargar el teléfono en su mesita de luz y no comprar más libros hasta terminar los que tiene pendientes. No todos los días se siente con ganas de revertir esta situación, todavía le resulta más sencillo agarrar el teléfono y no pensar en nada, pero poco a poco espera retomar el hábito de la lectura.

POR: GUADALUPE RODRÍGUEZ CLARÍN