22/01/2019SEGURIDAD

Violencia de género. El nuevo paradigma irrumpió en el 2015, después del primer “Ni Una Menos”.

“La perspectiva para desmontar esta cultura patriarcal debe ser de derechos humanos”. En lo que va de enero el Servicio de Violencia Doméstica en nuestra ciudad registra unas 30 denuncias por maltrato.

Nuevos tiempos, en los que ya no hay vuelta atrás. Hay una desnaturalización de usos y costumbres, que como tal se consideraban normales y que dieron lugar a décadas de desigualdad y de mal trato. Pero, aun así, a pesar que ahora se muestran sin tapujos la violencia y el abuso, igual siguen apareciendo por doquier casos de femicidio.

Para conocer cómo viven este tiempo dos incansables luchadoras en contra de la violencia de género fuimos a entrevistarlas.

Claudia Biurrarena, Jefa del Servicio de Violencia Doméstica, con 20 años de labor en esta área; y María del Carmen Pérez, con 13 años en el mismo Servicio. Ambas Licenciadas en Trabajo Social.

Claudia regresaba de su licencia por vacaciones, enterándose el lunes a la mañana que en lo que va de enero el Servicio de Violencia Doméstica registra unas 30 denuncias por maltrato.

“Hace 20 años atrás, conceptos no había. No había conceptos teóricos, no había definiciones. Nosotros comenzamos a trabajar con las consecuencias de la problemática. Como trabajadoras sociales observábamos y teníamos la realidad social de un montón de mujeres y niños, donde estaban afectados por la violencia. Fue un proceso. Era otro contexto. Se hacía lo que se podía, con nada de herramientas, ni jurídicas, ni normativas, ni institucionales. Se podía hacer muy poco por las situaciones de violencia y ni hablar familiares. Cuestiones de abuso, poco.

Apenas se tomaban las denuncias. Yo creo que el cambio de paradigma realmente se produce en el 2015. Hasta ese momento había un cambio normativo que tenía que ver con la ley nacional y provincial. Había instrumentos jurídicos, se aplicaban con pocos recursos institucionales y presupuesto, sin visibilizar la problemática real”.

“En el 2015, con el primer ‘Ni Una Menos’, fue un punto de inflexión social en la Argentina, donde toda la sociedad, o una mayoría por lo menos, dijo basta a esos femicidios terribles. El año pasado fue, creo, otro punto de inflexión con las últimas denuncias sobre acoso, que se hicieron públicas y con la organización colectiva de mujeres”, dijo Claudia Biurrarena.

¿Que se observa? ¿Por qué la continuidad de los femicidios a pesar de esta visibilización de la problemática? Analizan las entrevistadas que “hay una gran resistencia al cambio cultural, a desnaturalizar y desmontar esta cultura patriarcal y como que hay una reactiva de los femicidios, haciendo resistencia a esta cultura”.

Pero, aclara, “esto no para. No hay vuelta atrás. Hay cosas que se visibilizaron, la sociedad va evolucionando. Sí sigue habiendo núcleos duros donde todavía hay una resistencia terrible. Quienes entendemos de esta cultura patriarcal vemos que está muy asociado a otras cuestiones que hacen a esta resistencia y esta reactiva donde todavía se es tolerado y permitido. Si no lo fuese, ya habría leyes mucho más duras”.

María del Carmen Pérez suma a estas consideraciones que “este trabajo viene desde hace muchos años, con acciones pequeñas al principio, que no fueran escuchadas. Esto del patriarcado, del machismo, del feminismo, era como mal visto, como que no pasaba en Suárez, en el mundo, Argentina. Pero nosotros atendíamos las mujeres y veíamos todo lo que la teoría decía y proponía. Se trabajaba muy artesanal. Era de poner el cuerpo y las ganas para que la mujer salga adelante, y a veces no lo conseguíamos”.

Con el pasar de los años, “fueron más las mujeres comprometidas, que fueron entendiendo el tema. Hay mujeres que pasaron por el Servicio, que dan cuenta que es posible este cambio, que es posible entender la problemática y revertir las situaciones”.

Hoy, se dan cuenta, “que todo tiene su fruto y que todas estas luchas pequeñas tienen su recompensa, y es esto, el despertar de las mujeres en Suárez, como en otros lugares”.

Agradecen “a las nuevas generaciones, que se ponen al frente y nos acompañan. Uno se siente muy bien porque el trabajo que hizo tiene sus frutos y eso es muy bueno. Uno puede ver que todo es posible. Se puede estar de acuerdo o no con el movimiento feminista, pero algo cambió, que es para el bien de todos”.

En Suárez, “contamos con una estadística bastante alta”, informan las profesionales: “en lo que va del año van 30 denuncias por violencia de género. Tanto Dora Barranco (socióloga, historiadora y feminista argentina), como Rita Segato (antropóloga y feminista argentina), dicen que las manifestaciones de las violencias siguen estando, cambian su modalidad. En una época era agredir a la mujer con quemarlas, otras era tirarlas a la basura; hoy se está viendo que dañar a los hijos de las parejas es una modalidad. Siempre sigue siendo el núcleo del problema una sociedad que tolera. Que todavía no dejamos de tolerar la violencia. Cuando se deje de tolerar, quizá estos casos realmente disminuyan.

Todavía hay demasiada tolerancia en varios ámbitos, varias instituciones, y como personas. La interpelación comienza también como ciudadano y como persona. ¿Por dónde nos pasó esta cultura patriarcal? ¿Cuáles son las cosas que tenemos que reflexionar y modificar? Eso también trasladarlo a lo cotidiano y a la profesional. Quien tiene una situación de desprecio hacia la mujer no es solamente hacia la mujer. Es también hacia la persona que tiene algún tipo de discapacidad, hacia el adulto mayor, hacia la persona que carece de recursos, a determinado tipo de pensamiento… en varios aspectos. Esto se va reproduciendo en otros aspectos. Hay toda una lógica que recorre esas conductas. ¿Qué estamos haciendo como sociedad que toleramos un montón de otras situaciones que no deberían tolerarse, y que están incorporados dentro de los derechos humanos? Por eso, la perspectiva con la que se tiene que desmontar esta cultura patriarcal es con una mirada de derechos humanos y de perspectiva de género. La mirada de derechos humanos implica que no importa la sexualidad o el género, todos tenemos los mismos derechos civiles. Si no lo entendemos así va a ser como difícil. Todos tenemos derecho a una educación, salud, vivienda y trabajo digno. Sea cual fuere el contexto que acompaña a las personas. Si no lo miramos desde ese lugar, esta sociedad va a seguir teniendo noticias horrorosas con las que nos despertamos todos los días”.