25/09/2021SALUD

“El Alzheimer hoy no se cura, pero existen una serie de estrategias en cuanto a actividad social, mental, de alimentación y ejercicio que lo pueden retrasar”

En el marco de lo que fue el Día Internacional del Alzheimer, celebrado el pasado 21 de septiembre, el neurólogo Daniel Vilariño fue parte del aire informativo de La Nueva Radio Suárez con el objetivo de brindar información concreta respecto de una enfermedad que aún esconde algunos misterios y para la que, pese a que no hay una cura aún, existe la posibilidad de colaborar con el retraso de su aparición a partir de cambios en el estilo de vida.

Primeramente, Vilariño explicó que ésta es una enfermedad degenerativa, progresiva y discapacitante, y a fin de explicar por qué se produce usó una metáfora: “Es como si el cerebro fuese un cultivo que puede sufrir por falta de riego o granizo. La falta de riego serían los problemas arteriales y vasculares, que serían causantes de las demencias vasculares, pero hoy hablamos de la otra, de la mayoría, que es el Alzheimer, y se produce por el depósito de proteínas”.

Se trata de dos tipos de proteínas que se pliegan y dañan la neurona, impidiendo su normal funcionamiento, para después morir.

“Es una enfermedad progresiva y crónica que tiene una paradoja porque es joven en el inicio: se cree que empieza en los cuarenta, pero se manifiesta tardíamente” explicó Daniel Vilariño, agregando que son raros los casos en que el Alzheimer se presenta antes de los sesenta años: “Los hay, pero son raros, quizás uno o dos en doscientos” aseguró.

Sobre esos casos, el especialista en Neurología explicó que, “en esos casos, hay un gen determinante que explica toda la enfermedad, y si lo llevamos al campo deportivo, una competencia de tenis o de natación, se sabe que, con un tenista o un nadador, uno hace una competencia. Sin embargo, en las formas tardías los factores son múltiples. Se parece a un deporte en equipo donde la edad es un requisito necesario, pero no suficiente”.

Claro que influyen factores genéticos, pero también ambientales, sociales y hábitos, punto que Vilariño resaltó con particular interés: “Los hábitos pesan y nos permiten modificar, prevenir o hacer más lenta la aparición de ésta enfermedad” resaltó el profesional, retomando lo dicho por el español Santiago Ramón y Cajal -padre de la neurociencia- que apuntó que uno es arquitecto de su propio cerebro.

“Eso es cierto en la medida en que adoptemos hábitos saludables, como puede ser el ejercicio” refirió el entrevistado, contando que un estudio canadiense reciente demostró que treinta minutos diarios de caminatas reduce la mortalidad por todas las causas.

“El cerebro es muy sensible a la falta de agua” resaltó Vilariño, agregando que, entre siete u ocho vasos por día son necesarios. Además, contó que “el mejor socio del cerebro es el intestino, por eso hay que comer fibras: frutas, verduras y legumbres”.

Describió al cerebro como un órgano grasoso compuesto por grasas insaturadas, “el ácido Omega 3, que está presente en el pescado, las nueces, la palta, el aceite de oliva”.

En la misma línea, pero saliendo de lo meramente alimenticio, Daniel Vilariño destacó que “también protege la actividad social y por eso fue tan dañino el confinamiento. El ser humano es cuerpo, alma y vínculos” marcó, asegurando que esa situación tuvo consecuencias en la gente grande. Por lo que resaltó que la actividad mental es importante: “Aprender cosas nuevas, memorizar, jugar, hacer desafíos y crucigramas, para, de esa manera, poner en funcionamiento nuestros tipos de memoria”. 

Al respecto, el Médico diferenció cuatro tipos de memoria: “Una de ellas se llama memoria episódica, que es nuestra memoria autobiográfica” explicó el entrevistado, confiando que él a sus pacientes les recomienda tratar de recordar, todos los días, sus últimas 24 horas en detalle: “Es un buen ejercicio para la memoria reciente” dijo Vilariño, explicando que “la enfermedad nos hace olvidar lo más reciente y progresivamente va hacia atrás. Si fuera una serie de Netflix olvidaríamos los últimos capítulos y, finalmente, el primero”.

De ese modo, el entrevistado profundizó que “el cerebro no sólo controla esas funciones superiores, sino que también lo hace con las emociones y los sentimientos”. Es decir que la enfermedad se va a manifestar no sólo por problemas de memoria, sino que también va a afectar la orientación, va a hacer que la persona se sienta insegura con su propia edad y va a fallar en el día, mes o año; también puede hacer que uno se desoriente en su propio barrio o casa, o que no puedan tomar decisiones, hacer un dibujo o planificar actos que, antes, eran prácticamente automáticos. Esa serie de síntomas son parte de una lista mucho mayor y que pueden activar las alarmas de la posibilidad de aparición de Alzheimer. 

Consultado sobre cómo saber cuándo es importante consultar a un Neurólogo, Vilariño respondió que debe ser cuando empieza a preocupar a la persona o a su familia: “Hay que tener en cuenta que el Alzheimer antes de los cincuenta años no está presente y, generalmente, esos olvidos son por estrés, por ansiedad, por trastornos de sueño, problemas de tiroides o causas tóxicas, como el alcohol, el uso de marihuana y el tabaco” aclaró el profesional, agregando que, “cuando la persona tiene más de cincuenta años y tiene olvidos, no significa Alzheimer. Hay olvidos que se denominan ‘benignos’ porque uno recuerda rápidamente”. 

Además del tipo de olvido, está en juego la frecuencia que, “si es muy alta, hay que considerarla”. En ese sentido, Vilariño contó que, “en los últimos años, se incrementaron las formas de diagnóstico porque aparecieron unos análisis -que se hacen a partir de un líquido que se extrae de la columna (líquido cefalorraquídeo)- que analizan esas dos proteínas que se depositan en la neurona”. 

Se trataba ese de un estudio muy costoso e invasivo, pero, “en marzo de este año, se publicó un estudio en una revista científica, sobre que era prometedor un análisis en plasma donde uno podía analizar esas proteínas. Hoy es costoso, pero apareció”.

En ese punto, el profesional de la Neurología extendió que algo similar ocurrió con los tratamientos: “Hace veinte años no existían y hoy hay tratamientos que van modulando la enfermedad” dijo, aclarando que, “este año, la agenda que regula los medicamentos en Estados Unidos aprobó, por vía rápida, un anticuerpo que se llama aducanumab”. Sobre ese anticuerpo, Vilariño describió que “es prometedor porque es capaz de extraer esas proteínas que se cayeron, y eso hace posible que la enfermedad no se manifieste o lo haga mucho más tardíamente”. 

Si bien se trata de una novedad prometedora dentro del campo de la salud neurológica, hace falta -agregó Vilariño- que se abarate: “Va a ser la puerta que se abre a toda una nueva generación de medicamentos, que son los biológicos”.

Consultado sobre si existe la posibilidad de que se cure el Alzheimer, Vilariño dijo que, “por definición, hoy no se cura, pero existen una serie de estrategias en cuanto a actividad social, mental, de aprendizaje y ejercicio que lo pueden retrasar”.