“Comé más colores y comé más plantas”
La Nueva Radio Suárez entrevistó a la Médica especialista en Pediatría y en Endocrinología Infantil Marta Travería para hablar sobre la alimentación de los chicos
Es muy alta la incidencia de sobrepeso y obesidad en los niños en Argentina, más después de la pandemia, donde todos encerrados, y sin actividad escolar y deportiva, se vio favorecido el sedentarismo.
¿Qué estamos haciendo cuando en un cumpleaños o regularmente les damos a los chicos papas fritas y chizitos?, fue la primera pregunta para la profesional consultada.
“Tiene que ver con lo individual –cada individuo y la elección-, tiene que ver con la sociedad, tomando en cuenta que la familia es la principal estructura social, y tiene que ver con lo cultural. No es lo mismo un chico que está en Tailandia o en Japón, que tiene otro tipo de alimentos, culturalmente, que los chicos de Latinoamérica, o de Estados Unidos, o de Perú” expresó Marta Travería.
“La relación que tienen los chicos con los alimentos, los primeros 1.000 días de vida, establecen la relación con los sabores. Tiene que ver con lo que la mamá, el papá o quien esté a cargo de los chicos qué alimentos les está presentando, y, a partir de eso, con qué alimentos se amigan más o menos. Hay estudios que están indicando que los chicos, en Argentina, sobre todo, y en América Latina, tienen un alto índice de sobrepeso y obesidad. Esto tiene que ver con qué le damos a los chicos desde pequeños. Hay estudios que indican que los niños consumen alta cantidad de agua con grandes niveles de azúcares. Sobre todo, también, alimentos ultra procesados. Hace un tiempo, en el Mercado Central, se hizo otro estudio. Indica que el 82% de todos los alimentos tienen que ver básicamente con cinco tipos de hortalizas. Eso nos está hablando que nosotros, como argentinos, tenemos una selección bastante reducida a la hora de elegir los alimentos”.
Reafirma la Dra. Travería que los responsables de la alimentación de los chicos “somos los adultos. Nunca hablo de los chicos, porque tiene que ver con lo que los papás les ofrecemos, les damos y lo que hacemos nosotros frente al alimento. Muchas veces la comida es un gran anestésico emocional. Como conductas y como hábitos. Porque, ante la expresión de emociones –contentos, tristes- regalamos alimentos. Te portaste bien, vamos a tomar un helado, te regalo un chupetín o un chocolate. Se transforma en un anestésico emocional, vinculando la emoción solamente a la comida, no desde otro lugar. Eso es lo que debería cambiarse. La comida no es un anestésico, es una necesidad fisiológica y un placer a la hora de comer”.
Dice que los argentinos estamos acostumbrados a comer, básicamente, “papas, carnes, queso, tomate, y de las frutas, naranja, manzana y banana. Son los alimentos con los cuales nosotros tenemos más arraigo. Esto no está ni bien ni mal, pero tiene que ver con un desconocimiento del resto de los alimentos”.
En todos lados, expresa la Dra. Travería, se ve la publicidad de grandes dietas, o la publicidad de vitaminas, la C, la D, “pero lo disociamos de los alimentos que contienen esas vitaminas. Entonces, por un lado, decimos que necesitamos betacaroteno, vitaminas, etc., y es más fácil comprar alguna pastilla, y no lo asociamos al alimento que lo contiene. Y es mucho más saludable un alimento que contenga estos nutrientes que la pastilla, o referirnos a una dieta puntual o específica”.
Dice que, como profesional, no le gusta nunca “hablar con los chicos de dietas o de recetas. Porque se está encasillando. Lo que me gusta puntualizar es que nos amiguemos con el alimento. Es crear cosas con el alimento. Hay miles de recetas, con diferentes alimentos, que pueden crearse. Sí lo que sirve es enseñar a preparar los alimentos. A partir de la cocina básica. Relacionarnos con los alimentos, sobre todo, los adultos, que somos quienes les exponemos la comida a los chicos, y directa o indirectamente direccionamos el camino hacia la elección de determinados alimentos y sacamos otros”.
Por eso propone, “ver la variante de todos los alimentos que se exponen en verdulerías y otros comercios. Y a partir de ahí ver cómo se puede preparar. Los chicos tienen que estar involucrados en la preparación, porque es parte del ritual de tener el placer de comer. Uno siente placer al comer y no hay que culparse por sentirlo. Lo que hay que ver, y elegir, es qué tipo de alimentos puedo ir incorporando, todos los días alguno más que los que consumo habitualmente. Porque es la única forma de introducir nutrientes. Hay que rever qué estamos dejando de comer. Hay que empezar a amigarse con los alimentos. Pensemos en cómo preparar básicamente cualquier alimento y después ver qué variaciones se pueden hacer con esos alimentos”.
Hay que “enseñar a descubrir los alimentos de estación, los frutos de estación. Los argentinos comemos, básicamente, todo el año igual. Y no debería ser lo mismo, porque los alimentos son totalmente diferentes. Con lo cual nos haría pensar que no tenemos que consumir lo mismo todas las estaciones del año. Se debería enseñar en los colegios y en los medios de comunicación cuáles son los alimentos de estación, y empezar a incorporarlos. Porque, aparte, están más baratos”.
Marta Travería finalizó indicando que “el chico aprende los hábitos y las costumbres alimenticias mirando y observando los hábitos de los adultos. Por eso, amigarse con los alimentos; por eso, comé más colores y comé más plantas. Un cartelito de este tipo en las verdulerías, en los medios de comunicación, incentivaría para una mejor alimentación”.