01/09/2022RELIGION

¿Vendrá alguna vez el Papa Francisco de visita a la Argentina? ¿Por qué no ha venido hasta ahora?

La pregunta se la hicimos a un presbítero argentino, que está muy cerca de Francisco en todos estos años de papado de Jorge Bergoglio. Monseñor Alejandro Bunge, juez de la Rota Romana, está estos días en Coronel Suárez y realizó en La Nueva Radio Suárez una extensa y generosa entrevista.

“El Papa piensa como un pastor y va adonde puede hacer bien. Entonces, él sabe –lo digo yo- que quizá, si viene, va a haber tal lucha por quedarse con un pedacito de su sotana, para poder ponerla en la propia puerta, del propio partido, que mejor no venir. Él viene, si puede unir, pero para eso hace falta un clima”.

La expresión corresponde a Monseñor Alejandro Bunge, quien en una interesante entrevista en La Nueva Radio Suárez se refirió al Papa Francisco. 

Relató que el momento de la designación, hace casi 10 años, primero, el anterior Papa Benedicto lo había convocado a Bunge para integrar la Rota Romana, entonces, Bergoglio le había preguntado: “¿Vos te aguantas vivir en Roma?”, le dijo el ahora Papa. Entonces, Bunge le respondió: “La tarea la conozco, Roma también y si hace falta voy. Lo que no sabía él era que un mes después los cardenales lo iban a hacer Papa, e iba a tener que ir él a Roma sin preguntarle si le gustaba o no, y si se aguantaba vivir en Roma”.  

Monseñor Bunge concluyó, luego de estas expresiones, que “allí está feliz él –Francisco-, cumpliendo su tarea. Creo que tiene la misma paz del que encontró aquello que Dios está esperando de él”. 

Consultado en torno si alguna vez, los dos, Monseñor Bunge, juez auditor de la Rota Romana, y el Papa Francisco retomaron esta conversación de preguntarse si les gustaba el lugar donde estaban designados, respondió que “apenas nos vimos él me dice ‘bienvenido a Roma’, porque se suponía que yo iba allí y él no. Y él llegó antes que yo. Mi nombramiento lo firmó él el 7 de abril del 2013”.

Al pedirle historias que radiografíen a Bergoglio como Papa, consultado en torno a este hombre que se le escapaba a la seguridad del Vaticano y salía a recorrer Roma, cuenta Monseñor Alejandro Bunge que eso Francisco lo hizo “todo lo que pudo. Porque es muy complicado para un Papa moverse. Es un jefe de estado, pastor de la iglesia universal, están todos preocupados porque no le pase nada. Él hizo cosas lo más parecido a cuando era el Arzobispo de Buenos Aires”. 

“Él hace de pastor, como lo hacía aquí en Buenos Aires, en Argentina. Ha simplificado lo más posible, desde el lugar donde vive –no vive en el palacio apostólico, sino en la residencia Santa Marta-, porque dice que allí estaría aislado y eso no le sirve. Él es un pastor que trata de estar en contacto con la gente y con sus colaboradores”. 

Cuenta que, en estos días, Francisco reunió a todos los cardenales del mundo por tres días “a hablar. Y empezó pidiéndoles que hablen con libertad, que le digan todo, que necesitaba ver todo lo que pasa en el mundo. Pidió que le cuenten la verdad. Él siempre es así”.  

Dice Alejandro Bunge que, cuando hace falta, siguen teniendo las conversaciones breves, concisas y efectivas que tenían cuando ambos estaban en Buenos Aires. “Lo que hizo siempre, y sigue haciendo, es escuchar a todos, no solo a las personas de confianza. Él necesita saber lo que piensan todos los que están en la curia romana, que son unas 3000 personas, más las 2000 personas que forman el Estado Vaticano”. Dice que “él quiere oír siempre, por eso sorprende muchas veces con tantas cosas de realidad. Llama por teléfono a uno y a otro. Y cuidado, los que están cerca de él no hacen publicidad de lo que el Papa habla con ellos cuando los llama. Sabe el que es amigo que tiene que ayudarlo al Papa y no aventajarse con esta amistad”. 

Consultado en torno a las críticas, y a las informaciones que han surgido sobre si el Papa va a renunciar a esta labor de jefe de la Iglesia, luego de largar la risa, Monseñor Bunge dice: “El Papa habló mil veces de eso. Él dijo ‘cuando no pueda, ¿qué problema hay que yo renuncie? No hay ningún problema. El Papa soy yo, fue otro y luego será otro. No hay problema. Cuando vea que no puedo voy a renunciar. No es este el momento’”.  

Expresó Monseñor Bunge que no es esta la situación hoy, “para nada”, reafirma y explica: “Él tiene una visión completa de lo que sucede, muy fresca, muy madura y muy actualizada. Y funciona su mente, como nunca, con gran lucidez. Las rodillas no le funcionan, ¿y qué problema hay?, yo no veo ningún pastor que piense con la rodilla. Tampoco Bergoglio. Mientras pueda va a seguir adelante y cuando no pueda no tendrá ningún problema en renunciar”. 

En relación al envío de un rosario a Milagros Sala, lo que causó gran revuelo político, contó Monseñor Bunge que, en estos diez años, le ha entregado a él unos 30 rosarios para que llevara a tal o cual persona. “No he oído a ninguna de estas 30 personas que vayan a una red social a decir que el Papa le envió un rosario. Son gestos que el Papa hace siempre. Si se mira con atención los encuentros que él tiene con las personas, que está en todos los medios de difusión del Vaticano, siempre entrega un rosario. Es un gesto normal que hacen todos los Papas”. 

Luego de decir que quiere mucho a su patria, analiza que “tenemos una enfermedad –los argentinos que se llama ‘ombliguismo’. Como si la Argentina fuera el ombligo del mundo. Y no. El Papa, la primera frase que dijo, fue que los cardenales habían ido a elegir un obispo para Roma, casi al fin del mundo. Ahí estamos, ese es nuestro lugar. El Papa se ocupa de mil cosas, en el mundo entero. No le queda tanto tiempo como nos podemos nosotros imaginar, pensando qué le tiene que decir a cada uno que va de Argentina. No tiene tiempo. No es que le falte el corazón para ocuparse de Argentina, no tiene tiempo. Y le duele la Argentina, como nos duele a todos, cuando ve que es tan difícil hacerla florecer y que es tan difícil saber que estamos todos en la misma nave. Y, por lo tanto, no se trata de dividir, sino de unir. Y el Papa se ocupa de esto, de la mejor manera que puede, de unir”. 

Al preguntarle si el Papa Francisco va a venir a Argentina, dijo Monseñor Bunge que “no es que no lo merezcamos. El Papa piensa como un pastor y va adonde puede hacer bien. Entonces, él sabe –lo digo yo- que quizá, si viene, va a haber tal lucha, por quedarse con un pedacito de su sotana, para poder ponerla en la propia puerta, del propio partido, que mejor no venir. Él viene, si puede unir, pero para eso hace falta un clima. Es como poner los fideos en la olla antes que hierva el agua. Hay un clima que tiene que preceder y es lo que se hace en cada viaje que hace el Papa. Hace falta la necesidad de un corazón abierto para recibir lo que él vendría a hacer. Como hace todo pastor, a unir a los fieles. Estoy seguro que, si él viera que puede hacer un bien viniendo, carga su rodilla sobre la espalda y se viene”.