01/09/2022RELIGION

Monseñor Alejandro Bunge: “Discutan todo lo que haga falta, pero no se vayan a dormir peleados”

Su mamá –Marta Celia Alberdi- es de Coronel Suárez. Vino a esta ciudad, con su hermana, para depositar aquí las cenizas de su progenitora, a cuya memoria tendrá desarrollo el día sábado a las 11 de la mañana una misa concelebrada en la Parroquia Nuestra Señora del Carmen. 

Siendo niño, y luego joven, Alejandro Bunge pasaba aquí sus veranos, en el campo familiar, de diciembre a marzo, por lo que, dice, “aquí me siento, verdaderamente, en mi casa. Coronel Suárez, toda entera, es mi casa”. 

La última vez que estuvo fue el 24 de febrero del 2001, cuando se reunieron muchos descendientes de esos cinco Alberdi que habían llegado como inmigrantes a la Argentina y luego a esta región. “Unos cuantos de la familia dijeron que no podía ser que hubieran venido cinco hermanos y nunca se haya hecho una reunión de todos juntos. La organizaron y fue una muy linda reunión. Eran más de mil. Ese día volvía de Roma, me fueron a buscar en un auto al aeropuerto y me trajeron aquí y disfruté del encuentro, del almuerzo y celebré la misa”. 

Entró grande al seminario, “tenía 22 años, no era un muchacho de 18, como entraban en ese momento”. El 21 de noviembre cumplirá 71 años. Consultado si mirando hacia atrás se responde que estuvo bien la decisión de entrar al seminario, dice que “estuve año y medio dando vueltas, que sí, que no. Nació esa pregunta sobre mi vocación. Yo me dedicaba a la ingeniería. Estaba en cuarto año de ingeniería, quería dedicarme a preparar autos de carrera. Y el día que tomé la decisión, en septiembre del ´73, tuve una paz que nunca más perdí”. 

Es uno de los integrantes del Tribunal de la Rota Romana, es uno de los tres jueces auditores de este organismo. Lo convocó Benedicto XVI, pero quien firmó su designación fue el actual Papa Francisco. 

Dice que el Papa Francisco “se dio cuenta que había que trabajar a fondo sobre el matrimonio y la familia, y convocó a lo que se llaman Sínodos. Dos, no uno. En el 2014 y en el 2015, para juntar obispos de todo el mundo que le ayuden a pensar qué hacemos porque no podemos dejar que la familia, el matrimonio, vayan por su cuenta, sin que hagamos nosotros nada. Allí salió una cantidad de cosas. Y en el medio hizo una comisión para reformar todo lo que es el modo de tratarse, los procesos de nulidad matrimonial, de lo que se ocupa de la Rota Romana”. Monseñor Bunge fue miembro de la comisión que preparó la reforma del proceso de nulidad matrimonial. 

El Papa Francisco, dice, lo que hizo “fue abrir todo el corazón de la Iglesia para que nadie quede afuera. Ninguna familia, ninguna persona, ningún hijo, ningún padre o madre. Cualquiera sea su situación, porque Jesús vino para ocuparse de los heridos. Los que caminan solos y tienen salud no necesitan tanto apoyo. El proceso de nulidad matrimonial era complejo, había que llegar a dos sentencias y entonces ahí recién se lograba la nulidad. El Papa lo simplificó. Teníamos la indicación de procesos más breves, proceso que no cueste plata. Defendiendo siempre que el matrimonio es indisoluble, pero cuando el matrimonio no va porque falló un elemento esencial desde el arranque, hay que declararlo nulo. Es un derecho de las personas. Y nosotros tenemos que hacerlo posible. Esa es la tarea de los tribunales eclesiásticos en cada lugar y de la Rota Romana que se encarga de las apelaciones que llegan de cualquier lugar del mundo”. 

Analizó que “el tribunal tiene que ser el primero en no expulsar a la gente. Primero te recibo, te abrazo, y después analizamos cómo hacemos, qué pasó. Ahí, abriendo el corazón, las personas se encuentran y logran hacer el proceso que es muy difícil, donde está el cuestionamiento del por qué fracasó el matrimonio. El tribunal no puede dedicarse sólo como si fuera un quirófano a desarmar los corazones. Se trata de abrir el corazón y contribuir a sanar las heridas. Es un proceso humanizado, es la única manera que sea bien cristiano”. 

Expresó, además, que una cosa es el tribunal, pero el resto es “toda la tarea de la Iglesia, ocupándose de la familia. Y la iglesia somos todos”. A propósito, este viernes, a las 19.45 hs., luego de la misa de las 19 horas, habrá una charla a cargo de Monseñor Alejandro Bunge: “La iglesia al servicio del matrimonio y de la familia”.  

“Se trata de ocuparse no sólo del matrimonio que fracasó, sino de aquel que piensa casarse”. Monseñor Bunge indica que el matrimonio “no es una tarea fácil. Llevar adelante una vida matrimonial que tiene tantas cosas. Mis amigos piensan que los curas hacemos enormes sacrificios. Yo les digo que no, que la de ustedes es difícil. Nosotros nos agarramos a trompadas con nosotros mismos cada noche, y arreglamos nuestros problemas. Los miembros de un matrimonio son dos, tienen que acordar y acostarse a dormir sin pelea. No lo digo yo, lo dice Bergoglio: ‘Peléense todo lo que haga falta, pero no se vayan a dormir peleados’. Siempre hay modo de arreglar. Al menos decir lo dejamos acá, lo seguimos mañana”.