Hoy celebramos a nuestra Señora del Rosario de San Nicolás

En San Nicolás de los Arroyos, el 25 de septiembre de 1983 María se apareció a Gladys Quiroga de Motta, -una mujer sencilla, esposa de un operario metalúrgico, madre de dos hijas-, mientras rezaba el rosario. Esta ciudad bonaerense a orillas del Río Paraná es para la historia argentina cuna del acuerdo que lleva su nombre que permitió dar un paso firme hacia la unidad nacional al sentar las bases para convocar al Congreso Constituyente que sancionó la Constitución de 1853. La Ciudad del Acuerdo, o Ciudad del Acero, -por su industria metalúrgica-, lleva el nombre de un Santo nacido hacia el año 270, que defendió valientemente el misterio de la maternidad divina de María en el Concilio de Nicea.
En la primera aparición, breve y en silencio, la Virgen estaba vestida de azul, con el Niño en brazos y un rosario en la mano, simplemente hizo un gesto, como para darle el rosario a Gladys. El 13 de octubre, le habló por primera vez, le dijo: “Has cumplido. No tengas miedo. Ven a verme. De mi mano caminarás y muchos caminos recorrerás.” En otras apariciones le dijo: “Rebeldes son los injustos y humildes los servidores del Señor. Buscad ayuda, se te dará. No temáis. Nada te pasará. El Señor nada deja librado al azar.” “Feliz estoy contigo, digna eres de mi confianza. Gloria al Señor. Tened paciencia, todo a su debido tiempo llegará. Tu espíritu, del Espíritu Santo alimentado está.”
A un mes de la primera aparición, le tendió un rosario blanco y le pidió: “Recibe este rosario de mis manos y guárdalo por los siglos de los siglos. Contenta estoy porque eres obediente, alégrate porque Dios está contigo.” El 27 de noviembre le pidió: “Quiero estar en la ribera del Paraná. Allí viste mi luz”.
Muchos atestiguan haber visto manifestaciones extraordinarias de la presencia de Dios y de la Virgen como la danza del sol y el perfume a rosas, pero el milagro más grande que marca la presencia del Cielo, son las numerosas conversiones. Dios renueva la alianza con su pueblo por medio de María. Ella es la Mujer vestida de sol del Apocalipsis, ancla de salvación que nos lleva a su Hijo. El obispo de San Nicolás, Monseñor Domingo Castagna, acompañó desde el primer momento lo que ocurría en su diócesis, sin dejar de lado la prudencia y el discernimiento y el 25 de septiembre de 1986 colocó la piedra fundamental del Santuario.
Con Nuestra Señora del Rosario de San Nicolás Dios nos otorga un Nuevo Tiempo de Gracia: María es enviada como profetiza de un tiempo nuevo, para anunciar la manifestación gloriosa de Jesús Resucitado y Su Divina Misericordia, el triunfo sobre Satanás y sobre el Pecado; renueva la Alianza de Dios con su Pueblo, María lo protagoniza como Madre; manifiesta el Triunfo de su Inmaculado Corazón; actualiza la Consagración Bautismal; impulsa la Santidad y promueve el compromiso misionero y evangelizador.
María elige un país, una ciudad y un Santuario, “crea un clima de esperanza” y a través de su acción maternal, produce el encuentro de sus hijos dispersos con su Hijo Jesús, nos impulsa a encarnar en nuestra vida la Palabra de Dios: vivirla y darla a conocer, con las expresiones de la Misericordia con que Jesús anunció un tiempo definitivo de salvación y gracia.
Colaboración de las Misioneras de la Inmaculada, Padre Kolbe