22/06/2017 • RELIGION
Desde el año 2013 que los integrantes de Comunidad Cristiana de Coronel Suárez participan en las actividades misioneras que tienen lugar en comunidades de la etnia urarina, en la selva peruana.
Acaban de venir de un viaje –es el cuarto o el quinto que realizan desde entonces- Gabriel Nebbia y Néstor Alebuena, por eso la entrevista.
“El año 2013 hicimos el primer viaje. Todo surgió por una amistad con el misionero y su esposa, que trabajan allí en la selva, en el Amazonas peruano. El misionero que hace diez años que está allí es brasileño, casado con una chica de Argentina. A raíz de esa amistad es que comenzamos a viajar. Comunidad Cristiana de Coronel Suárez ha asumido una responsabilidad, de apoyar este trabajo que se está haciendo allí con la tribu urarina”, dijo Néstor Alebuena al principio de la entrevista, agregando que “en la zona del Amazonas peruano hay 70 etnias indígenas. Este trabajo es puntualmente con una de ellas”.
Gabriel Nebbia dijo que “los urarinas son una comunidad de cerca de 5 mil personas, están distribuidos a lo largo de 6 ríos, bajando al sur de Iquitos, Amazonas, Tigrillo, Marañón y otros, donde están distribuidas 46 comunidades”.
Recuerdan que la primera vez que fueron regresaron “con mucha carga, por todo lo que vimos. La necesidad, la miseria en que viven. Tienen un promedio de vida de 40, 45 años, muchísimos chicos enfermos, con muchos parásitos, toman el agua del río, está todo contaminado. Cuando volvimos lo hicimos con mucha tristeza de ver cómo viven. Nosotros siempre decimos que cada necesidad humana es una oportunidad de servicio, por lo tanto es una puerta para el reino de Dios, que abarca la totalidad de la vida. Nosotros vamos con un mensaje evangelístico, pensando que el reino de Dios abarque todas las necesidades de la vida de la gente”.
Para dar un ejemplo de esto, desde Coronel Suárez se está apoyando la construcción de albergues. “Cuando hablamos de albergues y de escuelas estamos hablando de palos, maderas cortadas y techo de paja. Eso también tiene un costo. Necesitan una motosierra para cortar los árboles y armar las casas de ellos, los albergues. Hay un lugar que se llama Tagual, en medio de la selva, que está a dos días de viaje desde Iquitos en bote, en medio de la selva. Ahí se instaló una escuela por parte del gobierno del Perú donde varios chicos urarinas, de distintos ríos, se instalan allí por muchos meses. Les hacía falta un albergue para esa cantidad de chicos. Desde Suárez hemos estado poniendo dinero para construir ese albergue. También se han instalado pozos de agua para que no tomen agua del río. Con el tema de salud hemos estado apoyando algunos casos de enfermedades, trasladando gente desde la selva hasta la localidad de Iquitos para atención médica en un hospital, porque sino no tiene forman de llegar, o cuando lo hacen es tarde”.
Los suarenses al lugar más alejado que llegaron fue a una localidad que se llaman Nueva Unión, luego de tres días de navegación. En total estuvieron alrededor de diez días acompañados por jóvenes que pertenecen a la comunidad evangélica de Argentina y de Perú.
Contaron que “en los últimos viajes que hemos realizado estuvimos trabajando junto con la comunidad y con Marcos Costas, el misionero, el tema de la escuela secundaria urarina. Lo que se logró fue un acuerdo con el gobierno peruano el cual manda un maestro, en este caso urarina, que es el que logró terminar la secundaria y tiene algún otro tipo de conocimiento. Lo que logramos con esto es que los jóvenes que aspiran a seguir estudios no tengan la necesidad de trasladarse a Iquitos. Esto implica la pérdida de costumbres de la etnia, el desuso de su propio idioma y otras muchas complicaciones. Al poder establecer un secundario en una de las localidades de la etnia hizo posible que todos los chicos en condiciones de cursar fueran a la localidad, se ubicaran en los albergues y pudieran completar el nivel secundario de manera bilingüe. Esto fue un logro del año pasado y ahora se está terminando la construcción de estos albergues, uno para varones y otro para mujeres”.
También en el viaje del año pasado llevaron a una odontóloga, “que les enseñó a hacer cepillos de diente, hilo dental y otros elementos de higiene con plantas autóctonas. También capacitó a uno de los líderes de cada comunidad para que en caso de tener que hacer una extracción de emergencia lo pudieran realizar”.
Sobre lo que han aprendido en estos viajes, tanto Gabriel Nebbia como Néstor Alebuena, respondieron que “el primer año que fuimos fue un impacto grande, estar en la selva, aprender y ver el modo de vida de esta etnia fue sorprendente. Particularmente rescato lo que tiene que ver con la aceptación, el respeto, poder ver cómo cada comunidad tiene sus costumbres y formas y pueden convivir unos con otros. El respeto de ellos hacia nosotros y de nosotros hacia ellos”.
“Lo que aprendimos es que los problemas que están insertos en nuestra sociedad también están insertos ahí, en distintas escalas. Y que la necesidad del corazón de la persona es la misma aquí, en la selva o en la China. Esa es parte de nuestra misión, llevarles y hablarles del amor de Cristo, y que Cristo vino a dar su vida por todos, para que ninguno se pierda. Para mí ha sido muy importante poder llevar lo que nosotros tenemos aquí, lo que hemos experimentado y aprendido, a estas comunidades urarinas”.
Gabriel Nebbia y Néstor Alebuena, de Comunidad Cristiana. De regreso de visitar comunidades urarinas de la Amazonia peruana.
“Lo que aprendimos es que los problemas que están insertos en nuestra sociedad también están insertos ahí, en distintas escalas. Y que la necesidad del corazón de la persona es la misma aquí, en la selva o en la China. Esa es parte de nuestra misión, llevarles y hablarles del amor de Cristo, y que Cristo vino a dar su vida por todos, para que ninguno se pierda. Para mí ha sido muy importante poder llevar lo que nosotros tenemos aquí, lo que hemos experimentado y aprendido, a estas comunidades urarinas”.
Desde el año 2013 que los integrantes de Comunidad Cristiana de Coronel Suárez participan en las actividades misioneras que tienen lugar en comunidades de la etnia urarina, en la selva peruana.
Acaban de venir de un viaje –es el cuarto o el quinto que realizan desde entonces- Gabriel Nebbia y Néstor Alebuena, por eso la entrevista.
“El año 2013 hicimos el primer viaje. Todo surgió por una amistad con el misionero y su esposa, que trabajan allí en la selva, en el Amazonas peruano. El misionero que hace diez años que está allí es brasileño, casado con una chica de Argentina. A raíz de esa amistad es que comenzamos a viajar. Comunidad Cristiana de Coronel Suárez ha asumido una responsabilidad, de apoyar este trabajo que se está haciendo allí con la tribu urarina”, dijo Néstor Alebuena al principio de la entrevista, agregando que “en la zona del Amazonas peruano hay 70 etnias indígenas. Este trabajo es puntualmente con una de ellas”.
Gabriel Nebbia dijo que “los urarinas son una comunidad de cerca de 5 mil personas, están distribuidos a lo largo de 6 ríos, bajando al sur de Iquitos, Amazonas, Tigrillo, Marañón y otros, donde están distribuidas 46 comunidades”.
Recuerdan que la primera vez que fueron regresaron “con mucha carga, por todo lo que vimos. La necesidad, la miseria en que viven. Tienen un promedio de vida de 40, 45 años, muchísimos chicos enfermos, con muchos parásitos, toman el agua del río, está todo contaminado. Cuando volvimos lo hicimos con mucha tristeza de ver cómo viven. Nosotros siempre decimos que cada necesidad humana es una oportunidad de servicio, por lo tanto es una puerta para el reino de Dios, que abarca la totalidad de la vida. Nosotros vamos con un mensaje evangelístico, pensando que el reino de Dios abarque todas las necesidades de la vida de la gente”.
Para dar un ejemplo de esto, desde Coronel Suárez se está apoyando la construcción de albergues. “Cuando hablamos de albergues y de escuelas estamos hablando de palos, maderas cortadas y techo de paja. Eso también tiene un costo. Necesitan una motosierra para cortar los árboles y armar las casas de ellos, los albergues. Hay un lugar que se llama Tagual, en medio de la selva, que está a dos días de viaje desde Iquitos en bote, en medio de la selva. Ahí se instaló una escuela por parte del gobierno del Perú donde varios chicos urarinas, de distintos ríos, se instalan allí por muchos meses. Les hacía falta un albergue para esa cantidad de chicos. Desde Suárez hemos estado poniendo dinero para construir ese albergue. También se han instalado pozos de agua para que no tomen agua del río. Con el tema de salud hemos estado apoyando algunos casos de enfermedades, trasladando gente desde la selva hasta la localidad de Iquitos para atención médica en un hospital, porque sino no tiene forman de llegar, o cuando lo hacen es tarde”.
Los suarenses al lugar más alejado que llegaron fue a una localidad que se llaman Nueva Unión, luego de tres días de navegación. En total estuvieron alrededor de diez días acompañados por jóvenes que pertenecen a la comunidad evangélica de Argentina y de Perú.
Contaron que “en los últimos viajes que hemos realizado estuvimos trabajando junto con la comunidad y con Marcos Costas, el misionero, el tema de la escuela secundaria urarina. Lo que se logró fue un acuerdo con el gobierno peruano el cual manda un maestro, en este caso urarina, que es el que logró terminar la secundaria y tiene algún otro tipo de conocimiento. Lo que logramos con esto es que los jóvenes que aspiran a seguir estudios no tengan la necesidad de trasladarse a Iquitos. Esto implica la pérdida de costumbres de la etnia, el desuso de su propio idioma y otras muchas complicaciones. Al poder establecer un secundario en una de las localidades de la etnia hizo posible que todos los chicos en condiciones de cursar fueran a la localidad, se ubicaran en los albergues y pudieran completar el nivel secundario de manera bilingüe. Esto fue un logro del año pasado y ahora se está terminando la construcción de estos albergues, uno para varones y otro para mujeres”.
También en el viaje del año pasado llevaron a una odontóloga, “que les enseñó a hacer cepillos de diente, hilo dental y otros elementos de higiene con plantas autóctonas. También capacitó a uno de los líderes de cada comunidad para que en caso de tener que hacer una extracción de emergencia lo pudieran realizar”.
Sobre lo que han aprendido en estos viajes, tanto Gabriel Nebbia como Néstor Alebuena, respondieron que “el primer año que fuimos fue un impacto grande, estar en la selva, aprender y ver el modo de vida de esta etnia fue sorprendente. Particularmente rescato lo que tiene que ver con la aceptación, el respeto, poder ver cómo cada comunidad tiene sus costumbres y formas y pueden convivir unos con otros. El respeto de ellos hacia nosotros y de nosotros hacia ellos”.
“Lo que aprendimos es que los problemas que están insertos en nuestra sociedad también están insertos ahí, en distintas escalas. Y que la necesidad del corazón de la persona es la misma aquí, en la selva o en la China. Esa es parte de nuestra misión, llevarles y hablarles del amor de Cristo, y que Cristo vino a dar su vida por todos, para que ninguno se pierda. Para mí ha sido muy importante poder llevar lo que nosotros tenemos aquí, lo que hemos experimentado y aprendido, a estas comunidades urarinas”.