16/08/2018 • RELIGION
81 años de la Congregación Obreras Catequistas de Jesús Sacramentado.
30 años de vida religiosa de la Hermana Liliana Moyano, perteneciente a La Providencia. “Estamos rezando mucho por la patria, por la defensa de la vida, por este sí a la vida que tanto cuesta reconocer. Todas estas cosas, que por un lado pueden ser negativas, nos ayudan a centrarnos en los verdaderos valores, a plantearnos las cosas en serio y a tomar un compromiso serio con la propia” señaló la religiosa. Fotos Juan Schtre.
La celebración se cumplió en la tarde del miércoles, en la misa de las 19 horas, en la Parroquia Nuestra Señora del Carmen, dando gracias por estos años transcurridos.
En la oportunidad las Hermanas que están en el Hogar La Providencia, que pertenecen a esta Congregación, volvieron a renovar su consagración como religiosas, y previamente, a las 17 horas, habían compartido la merienda en la sede del Hogar, en la calle Lamadrid al 200 de Coronel Suárez.
La Congregación, que tiene sede en Mendoza, “está centrada en la catequesis y en las misiones, y tenemos como centro a Jesús Eucaristía y un gran amor a la Virgen, ya que también hemos sido fundadas el Día de la Asunción de María. Por gracias de Dios, también un 15 de agosto de 1988, yo hice mi primera profesión religiosa en casa madre, en Mendoza, y con mucha alegría, estos últimos 12 años, también compartiéndolos en la comunidad de Coronel Suárez”, dijo la Hermana Liliana en una entrevista con La Nueva Radio Suárez, indicando que “un tiempito largo de mi vida religiosa va transcurriendo acá”.
Sobre el trabajo que realiza la Congregación Obreras Catequistas en Coronel Suárez explicó que “dando gracias a Dios a su divina providencia, esta comunidad tiene como nombre La Providencia y realmente se palpa la presencia de Dios que tiene rostros concretos y que día a día nos tienden una mano en variadísimos aspectos, tanto en lo material como en lo espiritual, como en el acompañamiento, en la acogida. Gracias a la solidaridad de todos es que la comunidad puede seguir prestando sus servicios, atendiendo a las familias y a los niños que más necesitan, desde la contención espiritual y material, desde la catequesis. Palpamos también la situación compleja que se va viviendo en estos momentos, especialmente en cuanto a la necesidad de trabajo, a las dificultades económicas que hay y que la gente trata de ir sobrellevando, uniéndose, solidarizándose, y poniéndose en oración con mucha fuerza estos últimos tiempos. Es un momento muy especial, pero viviendo en comunidad es posible llevarlo con esperanza”.
Agrega la religiosa que “estamos rezando mucho por la patria, por la defensa de la vida, por este sí a la vida que tanto cuesta reconocer. Todas estas cosas, que por un lado pueden ser negativas, nos ayudan a centrarnos en los verdaderos valores, a plantearnos las cosas en serio y a tomar un compromiso serio con la propia vida, con la sociedad, con la religión que cada uno profese. Creo que son tiempos buenos en cuanto a que nos exigen mucho y nos ayudan a tomarnos la vida en serio”.
Sobre la no aprobación en el Senado de la ley del aborto, la Hermana Liliana Moyano, reconociendo que no es este un tema concluido, indica que “desde ahí lo vemos. Si bien damos gracias a Dios que no se haya aprobado, pero eso no significa que debamos cruzarnos de brazos y decir ‘ya está’. Hace falta mucha catequesis, mucho compartir, mucho diálogo, para redescubrir el verdadero valor y el verdadero sentido de la vida, más allá de las votaciones, en lo cotidiano”.
Dice que nunca se arrepintió de haber optado por la vida religiosa, “ha habido momentos difíciles, no cuestionando la vocación, sino de dolor, de distancias. Es propio de nuestra vida religiosa el estar lejos de. En esos momentos, puntualmente, hace poquito más de un mes, con la partida de mi mamá, fue sentir la presencia de Dios en las personas que se acercaron; en cómo él fue poniendo los médicos necesarios, las oraciones necesarias, los mensajitos que también ayudaron y ayudan mucho. Miles de cosas que, si no fuera religiosa, no los tendría. Son ‘privilegios’ que a lo largo de la vida uno los va palpando, y que realmente, en este momento difícil, se siente mucho más, y se puede mirar con dolor, pero con mucha esperanza y acción de gracias, situaciones como esta que, viviéndolas desde otro estilo de vida, es como mucho más duro”.
Recordó que su madre no estaba de acuerdo con la decisión de su hija de consagrarse a la vida religiosa: “en un momento le costó un montón.
Los primeros tres años iba todos los días a visitarme a Mendoza y lloraba todos los días. Después, fueron como familia, descubriendo en qué consistía el llamado, el estilo de vida. Que no era separarse y no verse más, sino que asumir otro ritmo, otra forma, que nos permitía también estar juntos como familia. Y a lo largo de estos 30 años se fueron dando distintas formas de acompañar. Y cuando hay situaciones complejas de salud o algo tampoco nos alejamos, sino que se ve la forma de cómo acompañamos especialmente a nuestros padres. Es como un caminar distinto, que para nada nos separa de la familia. Y, de hecho, como iglesia, tampoco sería posible esto porque de la familia surge todo y es adonde tenemos que apuntar y valorar siempre”.
¿Qué cosas la enojan, la entristecen o la hacen renegar mucho? Responde la Hermana Liliana: “el hecho de que se vea la realidad, por ejemplo, una realidad dolorosa de gente que necesita, carencias espirituales o materiales, que las tengamos delante de los ojos y no las reconozcamos, no queramos reconocerlas. Decidimos decir o asumir que no está sucediendo y no actuamos conforme a. Especialmente entre quienes tienen la posibilidad de tender una mano desde distintos lugares de nuestra sociedad. Y entre esto, sobre todo el derecho a la vida, de parte de quienes tratan de manipularlo y mostrar que no existe vida, o que el feto no sufre. Estas cuestiones que son evidente que no es así, y tratamos de tergiversar la historia para ganar otros campos que tienen como precio la vida de los demás”.
Lo que la pone feliz es “sobre todo, la gracia de Dios, y como Él se las ingenia para sorprendernos a cada momento, en lo cotidiano. En la sonrisa de un niño, en alguien que trae una linda noticia… en las pequeñas cosas”.
Fotos Juan Schtre.
En la oportunidad las Hermanas que están en el Hogar La Providencia, que pertenecen a esta Congregación, volvieron a renovar su consagración como religiosas, y previamente, a las 17 horas, habían compartido la merienda en la sede del Hogar, en la calle Lamadrid al 200 de Coronel Suárez.
La Congregación, que tiene sede en Mendoza, “está centrada en la catequesis y en las misiones, y tenemos como centro a Jesús Eucaristía y un gran amor a la Virgen, ya que también hemos sido fundadas el Día de la Asunción de María. Por gracias de Dios, también un 15 de agosto de 1988, yo hice mi primera profesión religiosa en casa madre, en Mendoza, y con mucha alegría, estos últimos 12 años, también compartiéndolos en la comunidad de Coronel Suárez”, dijo la Hermana Liliana en una entrevista con La Nueva Radio Suárez, indicando que “un tiempito largo de mi vida religiosa va transcurriendo acá”.
Sobre el trabajo que realiza la Congregación Obreras Catequistas en Coronel Suárez explicó que “dando gracias a Dios a su divina providencia, esta comunidad tiene como nombre La Providencia y realmente se palpa la presencia de Dios que tiene rostros concretos y que día a día nos tienden una mano en variadísimos aspectos, tanto en lo material como en lo espiritual, como en el acompañamiento, en la acogida. Gracias a la solidaridad de todos es que la comunidad puede seguir prestando sus servicios, atendiendo a las familias y a los niños que más necesitan, desde la contención espiritual y material, desde la catequesis. Palpamos también la situación compleja que se va viviendo en estos momentos, especialmente en cuanto a la necesidad de trabajo, a las dificultades económicas que hay y que la gente trata de ir sobrellevando, uniéndose, solidarizándose, y poniéndose en oración con mucha fuerza estos últimos tiempos. Es un momento muy especial, pero viviendo en comunidad es posible llevarlo con esperanza”.
Agrega la religiosa que “estamos rezando mucho por la patria, por la defensa de la vida, por este sí a la vida que tanto cuesta reconocer. Todas estas cosas, que por un lado pueden ser negativas, nos ayudan a centrarnos en los verdaderos valores, a plantearnos las cosas en serio y a tomar un compromiso serio con la propia vida, con la sociedad, con la religión que cada uno profese. Creo que son tiempos buenos en cuanto a que nos exigen mucho y nos ayudan a tomarnos la vida en serio”.
Sobre la no aprobación en el Senado de la ley del aborto, la Hermana Liliana Moyano, reconociendo que no es este un tema concluido, indica que “desde ahí lo vemos. Si bien damos gracias a Dios que no se haya aprobado, pero eso no significa que debamos cruzarnos de brazos y decir ‘ya está’. Hace falta mucha catequesis, mucho compartir, mucho diálogo, para redescubrir el verdadero valor y el verdadero sentido de la vida, más allá de las votaciones, en lo cotidiano”.
Dice que nunca se arrepintió de haber optado por la vida religiosa, “ha habido momentos difíciles, no cuestionando la vocación, sino de dolor, de distancias. Es propio de nuestra vida religiosa el estar lejos de. En esos momentos, puntualmente, hace poquito más de un mes, con la partida de mi mamá, fue sentir la presencia de Dios en las personas que se acercaron; en cómo él fue poniendo los médicos necesarios, las oraciones necesarias, los mensajitos que también ayudaron y ayudan mucho. Miles de cosas que, si no fuera religiosa, no los tendría. Son ‘privilegios’ que a lo largo de la vida uno los va palpando, y que realmente, en este momento difícil, se siente mucho más, y se puede mirar con dolor, pero con mucha esperanza y acción de gracias, situaciones como esta que, viviéndolas desde otro estilo de vida, es como mucho más duro”.
Recordó que su madre no estaba de acuerdo con la decisión de su hija de consagrarse a la vida religiosa: “en un momento le costó un montón.
Los primeros tres años iba todos los días a visitarme a Mendoza y lloraba todos los días. Después, fueron como familia, descubriendo en qué consistía el llamado, el estilo de vida. Que no era separarse y no verse más, sino que asumir otro ritmo, otra forma, que nos permitía también estar juntos como familia. Y a lo largo de estos 30 años se fueron dando distintas formas de acompañar. Y cuando hay situaciones complejas de salud o algo tampoco nos alejamos, sino que se ve la forma de cómo acompañamos especialmente a nuestros padres. Es como un caminar distinto, que para nada nos separa de la familia. Y, de hecho, como iglesia, tampoco sería posible esto porque de la familia surge todo y es adonde tenemos que apuntar y valorar siempre”.
¿Qué cosas la enojan, la entristecen o la hacen renegar mucho? Responde la Hermana Liliana: “el hecho de que se vea la realidad, por ejemplo, una realidad dolorosa de gente que necesita, carencias espirituales o materiales, que las tengamos delante de los ojos y no las reconozcamos, no queramos reconocerlas. Decidimos decir o asumir que no está sucediendo y no actuamos conforme a. Especialmente entre quienes tienen la posibilidad de tender una mano desde distintos lugares de nuestra sociedad. Y entre esto, sobre todo el derecho a la vida, de parte de quienes tratan de manipularlo y mostrar que no existe vida, o que el feto no sufre. Estas cuestiones que son evidente que no es así, y tratamos de tergiversar la historia para ganar otros campos que tienen como precio la vida de los demás”.
Lo que la pone feliz es “sobre todo, la gracia de Dios, y como Él se las ingenia para sorprendernos a cada momento, en lo cotidiano. En la sonrisa de un niño, en alguien que trae una linda noticia… en las pequeñas cosas”.
Fotos Juan Schtre.