Una marcha silenciosa que habló a través de cada concurrente pidiendo justicia
En el atardecer del domingo, la avenida Libertad de Pueblo Santa Trinidad, así como la calle que conduce al cementerio, se pobló de gente de la primera colonia alemana y de Coronel Suárez, acompañando a la familia de Tomás Schwab que, desde el silencio, reclamó por una muerte injusta que está impune.
“Abuelo y Papá, no tuviste justicia pero nuestro amor y recuerdos tendrás siempre”; “Un crimen sin justicia nos condena a todos al miedo”; “La injusticia en cualquier parte amenaza a la justicia en todas partes”; “Permanecer neutral ante una injusticia abre el camino a otras injusticia”. Todos estos eran carteles que portaba la familia de Tomás Schwab: hijos, hijos políticos y nietos.
Marcharon desde la intersección de la avenida Libertad y la avenida Alemanes del Volga, hasta el cementerio, acompañados por mucha gente que se sumó en un silencioso -pero no por eso menos fuerte- reclamo por la impunidad en un crimen tremendo.
El trayecto se hizo en absoluto silencio, tal lo acordado. Aunque habló Irene, una de sus hijas, al momento de partir. Luego, en el cementerio, frente a la tumba que guardan los restos de don Tomás, hablaron Laura y Gabriel, y cerró Alcira, agradeciendo el acompañamiento de todos los que participaron. Hubo también una ceremonia religiosa conducida por el diácono Diego Areán.
Conmovía ver una fotografía gigante de don Tomás Schwab, como lo conocían en la colonia: con su boina, su pañuelo al cuello, dando cuenta de lo que este hombre era: una persona mayor de edad, sencillo, persona de trabajo, y una buena persona, como lo vienen repitiendo desde hace dos años, cada uno que lo conoció.
Decenas de personas acompañaron a sus seres queridos en esta marcha, que volvió a ser un reclamo fuerte, por un crimen atroz, que permanece en la impunidad, sin culpables, según la determinación del fallo judicial.