06/06/2019 • INSTITUCIONES
Mayor solidaridad frente a la creciente necesidad social.
Es lo que comprueba cada día el Centro Comunitario Espíritu Santo del Pueblo Santa Trinidad.
Norma Gaab dirige, desde el momento mismo de su creación, el Centro Comunitario Espíritu Santo, que nació antes de la crisis del 2000 - 2001.
El lugar, de contención y atención a los niños, es también un termómetro de la situación social y económica. Por eso viene bien una visita.
“En este centro comunitario tenemos la misma cantidad de chicos desde fines de febrero. Estamos en 98, 100 chicos, los sábados. Y para tomar la leche todos los días alrededor de 30 chicos, o 25, menos o menos”.
Los chicos concurren a tomar la leche a la tarde, pero también a participar de diferentes talleres que llevan adelante alumnos y docentes de los Institutos N° 48 y N° 160, dos semanas cada uno, de lunes a viernes.
Cocineritas, reciclado, talleres de baile, de huerta. A eso hay que sumarle los talleres de inglés los días martes, a cargo de Ana Inés Echaide, que brinda apoyo en inglés a los chicos que concurren a la escuela.
Y la Nutricionista Daiana Frittayón con talleres los miércoles de comida saludable. Otro taller que les gusta mucho a los chicos, el día viernes, es el de percusión, con una notable asistencia.
Con la particular sensibilidad que tiene Norma Gaab, para detectar lo que le pasa al otro, dice que “las mamás charlan con nosotros. Si compran leña u otra cosa no llegan a comprar la comida. Tienen que comprar algo menos para llegar a fin de mes, con gente que está trabajando. No estamos hablando de gente que está sin trabajo. Tenemos varios tipos de familias. Hay gente que tiene trabajo y que no llega a fin de mes, como tenemos la gente que está buscando todos los días trabajo, que también se acerca si no llega con lo que tiene o con las ayudas de las asistentes sociales. Hay gente que no llega y nosotros tratamos de ayudarlos”.
Y reflexiona: “al no haber trabajo, ¿cómo llega la familia? Con un sueldo de 12 mil pesos, ¿vive un matrimonio con tres hijos? Esa gente es la que está recurriendo al Centro Comunitario. Y no sólo la gente que vive en Santa Trinidad, vienen de otros lugares, barrios y nosotros tratamos de ayudarlos”.
Zapatillas, cuando se les termina el cuaderno de la escuela, cuando los lápices de colores ya son cortitos o perdieron el sacapunta, la goma de borrar o la de pegar, “vienen acá”.
Y todas esas cosas están o van llegando al Centro, “gracias a la divina providencia de la gente que continuamente nos dona estas cosas.
Aunque sean los lápices empezados. Hay chicas que están todos los días acá, les sacan la punta a los lápices e hicieron ataditos de 12, y cuando se les termina se dan. Tenemos un saloncito, guardando todas esas cosas que necesitan”.
Hojas de carpeta, la carpeta que no cierra bien o el cierre de la mochila… “siempre tenemos cosas para dar”.
Y lo que dice Norma, para quien lo lee, se espera que siga despertando la generosidad de quien puede ayudar.
“Creo que la gente es muy solidaria, y ya se está dando cuenta. Ayer mismo una mamá nos dijo que hace tanto frío que nos dejó tres frazadas.
La gente ve la necesidad del otro, sabe lo que está pasando y salen a ayudar”.
Hace unas semanas atrás la inquietud ganó a los colaboradores del Centro cuando Norma mostró en una foto que la despensa estaba vacía.
Entonces, la misma Norma dijo que confiaba en la Divina Providencia. Y se cumplió: apareció un señor, que pidió permanecer en el anonimato, que trajo una camioneta llena de mercadería, para preparar la comida para el día sábado.
Frente a la necesidad… la generosidad de la gente, que se multiplica y hace posible socorrer a las familias que están pasando un momento difícil.
El lugar, de contención y atención a los niños, es también un termómetro de la situación social y económica. Por eso viene bien una visita.
“En este centro comunitario tenemos la misma cantidad de chicos desde fines de febrero. Estamos en 98, 100 chicos, los sábados. Y para tomar la leche todos los días alrededor de 30 chicos, o 25, menos o menos”.
Los chicos concurren a tomar la leche a la tarde, pero también a participar de diferentes talleres que llevan adelante alumnos y docentes de los Institutos N° 48 y N° 160, dos semanas cada uno, de lunes a viernes.
Cocineritas, reciclado, talleres de baile, de huerta. A eso hay que sumarle los talleres de inglés los días martes, a cargo de Ana Inés Echaide, que brinda apoyo en inglés a los chicos que concurren a la escuela.
Y la Nutricionista Daiana Frittayón con talleres los miércoles de comida saludable. Otro taller que les gusta mucho a los chicos, el día viernes, es el de percusión, con una notable asistencia.
Con la particular sensibilidad que tiene Norma Gaab, para detectar lo que le pasa al otro, dice que “las mamás charlan con nosotros. Si compran leña u otra cosa no llegan a comprar la comida. Tienen que comprar algo menos para llegar a fin de mes, con gente que está trabajando. No estamos hablando de gente que está sin trabajo. Tenemos varios tipos de familias. Hay gente que tiene trabajo y que no llega a fin de mes, como tenemos la gente que está buscando todos los días trabajo, que también se acerca si no llega con lo que tiene o con las ayudas de las asistentes sociales. Hay gente que no llega y nosotros tratamos de ayudarlos”.
Y reflexiona: “al no haber trabajo, ¿cómo llega la familia? Con un sueldo de 12 mil pesos, ¿vive un matrimonio con tres hijos? Esa gente es la que está recurriendo al Centro Comunitario. Y no sólo la gente que vive en Santa Trinidad, vienen de otros lugares, barrios y nosotros tratamos de ayudarlos”.
Zapatillas, cuando se les termina el cuaderno de la escuela, cuando los lápices de colores ya son cortitos o perdieron el sacapunta, la goma de borrar o la de pegar, “vienen acá”.
Y todas esas cosas están o van llegando al Centro, “gracias a la divina providencia de la gente que continuamente nos dona estas cosas.
Aunque sean los lápices empezados. Hay chicas que están todos los días acá, les sacan la punta a los lápices e hicieron ataditos de 12, y cuando se les termina se dan. Tenemos un saloncito, guardando todas esas cosas que necesitan”.
Hojas de carpeta, la carpeta que no cierra bien o el cierre de la mochila… “siempre tenemos cosas para dar”.
Y lo que dice Norma, para quien lo lee, se espera que siga despertando la generosidad de quien puede ayudar.
“Creo que la gente es muy solidaria, y ya se está dando cuenta. Ayer mismo una mamá nos dijo que hace tanto frío que nos dejó tres frazadas.
La gente ve la necesidad del otro, sabe lo que está pasando y salen a ayudar”.
Hace unas semanas atrás la inquietud ganó a los colaboradores del Centro cuando Norma mostró en una foto que la despensa estaba vacía.
Entonces, la misma Norma dijo que confiaba en la Divina Providencia. Y se cumplió: apareció un señor, que pidió permanecer en el anonimato, que trajo una camioneta llena de mercadería, para preparar la comida para el día sábado.
Frente a la necesidad… la generosidad de la gente, que se multiplica y hace posible socorrer a las familias que están pasando un momento difícil.