Rubén Rohwein, Veterano de Malvinas.

El viernes por la mañana Rubén Rohwein, Veterano de Malvinas y personal auxiliar en la Unidad Académica, esperó a los chicos de los dos cursos de 6to Economía con vasos de chocolate. Fue para agradecerles su predisposición, todo su esfuerzo y colaboración cuando prepararon él, Juan Galbarino y este grupo de estudiantes un gran guiso carrero –o malvinero- como despedida de la primera mitad del año escolar, el último viernes de clase, antes de las vacaciones de invierno.

Mientras tanto, los chicos del nivel primario no dejan de preguntarle a Rubén cuándo les va a hacer el chocolate con leche que los tiene acostumbrados para estas fechas.

Es un buen tiempo en el año para hablar con este Veterano de Malvinas. En realidad, queda justo: en un nuevo aniversario del fallecimiento del Padre de la Patria nada mejor que tomarse un tiempo para hablar con uno de los que defendió la Patria, allá en Malvinas.

Primero cuenta lo del gran guiso, de más de 600 porciones, para toda la Escuela Secundaria N° 4.

“Elaboramos un guiso con carne de oveja y mucha verdura. Lo lindo es que los chicos participaron, gente de la Cooperadora, Juan Galbarino que nos dio una mano. La Asociación Italiana que nos dio la olla grande. compartimos con la secundaria y con los chiquitos del jardín, tanto del turno mañana como del turno tarde, este guiso. Fue una experiencia muy linda”.

Y lo explica: “quería que los chicos se dieran cuenta: cuando ellos van a la casa siempre tienen un plato de comida. Lo que quería es que ellos se den cuenta que siempre hay alguien, generalmente mamá, que es la que prepara, pela la cebolla y se le caen las lágrimas, se demora en hacer los mandados, invierte tiempo en la cocina. Quería que los chicos vivieran eso. Fue una experiencia muy linda”.

Los estudiantes respondieron con todo el compromiso. Cuenta que los habían convocado el viernes para que estén a las 6:30 de la mañana y resulta que a las 6 horas tocaban el timbre en la puerta del colegio para empezar a trabajar.

Formaron grupos de trabajo, porque había para ocupar a todos: pelando verduras, picándola, cortando la carne, armando toda la estructura de mecheros, olla gigante, bajando del sector del laboratorio todos los enseres para esta gran labor, que dio como resultado una preparación que los chicos no saborean mucho hoy en los hogares, el guiso, que guarda calor de hogar.

“Ellos vivieron esa experiencia valorando el sacrificio de los padres. tendrían que haber visto. Ellos también atendían a los chiquitos del jardín que estaban chochos, porque veían todos en el gimnasio comiendo. Un chiquito insistía en ver la olla, porque no entendía cómo tantos chicos podían estar comiendo. De hecho, había muchos chicos que nunca habían comido un guiso. Otros, que no se sirvieron una vez, sino que lo hicieron tres o cuatro veces. Uno me dijo que la última vez que había comido un guiso fue hace cinco años, que se lo había hecho su abuelo.

Uno también se enriqueció de escucharlos a los chicos”, relata Rubén.

Diferentes formas para conformar el sentido de patria: “desde el compromiso, el ser solidarios, estar cuando se los cita a determinada hora. Me sorprendió que estuvieran acá a las 6 de la mañana. Ellos sintieron ese compromiso, y era un desafío grande responder con esta propuesta.

Para mí también era un desafío grande porque yo nunca había cocinado para tantos. Fue una experiencia muy linda para todos. Y todos hemos aprendido algo”.

Le preguntamos a Rubén Rohwein sobre las reflexiones que le caben, como Veterano, como argentino, en estas fechas que recuerdan a San Martín.

“Por algo fue el Padre de la Patria. Nos dejó un montón de cosas, lástima que no las llevamos a cabo. Hasta tuvo que morir en Francia. Los sacaron de nuestros billetes y todos nos quedamos en el molde. Yo creo que él nos dejó mucho legado. Si todos tomamos algún ejemplo de él y lo ponemos en práctica no tengo dudas que vamos a mejorar”.