06/03/2020HISTORIA

Malvinas, Oscar Ledesma.

El Veterano de Guerra visita Coronel Suárez hoy viernes. El Dr. Rubén Luis Brodsky comenta.

Es un Veterano de Guerra que pude conocer a través de un sitio de redes sociales lo que motivó unos intercambios "epistolares internáuticos" y llamadas por teléfono, lo que hizo que mi consideración, respeto y admiración por él creciera día a día.

Antes debo contar que es un maravilloso poeta y brillante, con una lucidez poco común, bohemio y por lo que percibí inicialmente, y luego confirmé, muy amigo de sus amigos.

Lo primero que supe es que perteneció a nuestro Regimiento, el 25 de Infantería, solo que él estaba en la Compañía C, sección Bote y cuyo jefe fue el abatido teniente Roberto Estévez, un oficial grande dentro de los héroes.

Estuvieron situados en Darwin-Pradera del Ganso y combatieron en la batalla de Pradera del Ganso.

Oscar, soldado conscripto, abatió al jefe de los Paracaidistas Británicos (conocida tropa de élite), Coronel Herbert Jones, en medio del avance inglés, valientemente rechazando el ataque de ellos.

Hoy, gracias a Oscar Teves, querido amigo y convecino que investigó el tema, y al periodista Nicolás Kasanzew, que se ocupó en difundirlo, podemos reconocer a Oscar Ledesma como HEROE NACIONAL, no solamente por haber abatido al alto jefe enemigo, sino por la situación que enfrentó con valor indudable en la defensa de su posición, frente al avance de tropas de élite británicas.

HISTORIA.

"El ataque inglés fue brutal. Un escuadrón de 300 hombres tomó la playa por la noche y rápidamente avanzó tierra adentro, mientras una tremenda artillería sacudía desde un buque inglés la resistencia argentina, en ese momento de no más de 200 soldados. Las bombas arremetieron con sus esquirlas e incendiaron pastizales. Los argentinos resistieron por horas, pero dos de las tres ametralladoras argentinas quedaron fuera de uso en pocas horas y sobre las seis de la mañana los pozos empezaron a llenarse de cadáveres.

Fue entonces cuando los atacantes sintieron que era el momento de saltar la línea. Tomaron los primeros pozos y tomaron los primeros prisioneros. Pero el oficial Jones estaba "ansioso", "exultante" y "apurado", según las definiciones de Laurence Freedman (historiador inglés, especialista en la Guerra de Malvinas), se puso al frente de un pelotón de 15 hombres y encaró decidido contra una trinchera argentina. No vio que, a unos 20 metros de distancia, detrás de una lomita que lo hacía invisible, un soldado cordobés sostenía la última ametralladora. Y Ledesma disparó. Vio venir al inglés y disparó una ráfaga sin saber que era el jefe de los atacantes. El hombre dio una vuelta en el aire y quedó boca arriba. Todavía vivo, Jones acercó una mano a su cintura buscando una granada. Pero otra ráfaga lo sacudió. Eran las 6:30 de la mañana.

Los disparos de Ledesma fueron de los últimos que se escucharon en Goose Green. Minutos después las tropas argentinas se rendían y se convertían en los primeros prisioneros de la guerra. En la batalla habían muerto 47 soldados argentinos y 17 ingleses. A los prisioneros le siguieron días de encierro en un galpón de Darwin y semanas en un barco inglés, y, consumada la rendición, el abandono en Montevideo. La batalla había sido la antesala del final. Fue, según los ingleses, "el muro moral" de Malvinas y su camino hacia Puerto Argentino".

Esa hazaña ha sido siempre atribuida al subteniente Juan José Gomez Centurión, quien en realidad abatió a otro oficial británico, al teniente Barry. Gomez Centurión también rescató, infiltrándose detrás de las líneas enemigas, a su sargento herido, o sea que tiene igualmente su cuota de gloria. Una cuota que hasta ahora le fue negada a Ledesma.

Se entiende el mutis de los británicos: les debe parecer poco honroso reconocer que su legendario jefe haya sido abatido por un simple conscripto.

Pero, ¿por qué durante más de un cuarto de siglo no se proclamó la verdad de nuestro lado? ¿No será porque pulveriza el infame mito de que nuestros conscriptos fueron unos pobrecitos "chicos de la guerra", solamente dignos de lástima?

Nicolás Kasanzew.