20/06/2019HISTORIA

Increíble entrevista al creador de “Alta en el cielo”.

El proyecto que permitió la confección de la bandera más grande del mundo, confeccionada por la gente. Este viernes la comunidad de D’Orbigny habrá de vivir un momento muy especial cuando en el marco del Día de la Bandera, y de recordar a su creador, sea desplegada, portada por los alumnos de la escuela primaria y el jardín del lugar, y sus familias, una parte -50 metros- de la bandera más grande, la que comenzó a hacerse en Rosario en el año 1999.

Esta bandera alcanzó para el Bicentenario de su creación 25.000 metros. Está confeccionada con muchos retazos provenientes de distintos puntos del país, y también de argentinos radicados en el exterior.

Hablamos con el autor de este proyecto que movilizó a miles de personas, el periodista Julio Vacaflor, rosarino de nacimiento y de siempre.

Es realizador audiovisual, conductor, director y productor periodístico de radio y televisión. Autor de programas como La Mamadera, y multipremiado en los Martín Fierro, en Fund TV, por Unicef, Santa Clara de Asís, y muchos otros premios más.

“Se dice que el rosarino es un argentino exagerado”, dice en el principio de la entrevista. “Lo que siempre hemos hecho, lo hemos hecho con los dientes”, dice con metáfora pueblerina.

“Tenemos una premisa y slogan propio que dice cómo hacemos La Mamadera y Alta en el Cielo: si hay mucho, con todo; si hay poco, con todo; y si no hay nada, lo hacemos con todo también. El grado de locura e inconsciencia que nos mantiene vivos supera las coyunturas económicas, políticas y demás. Y a veces las dificultades pueden estar ahí para ver de qué estás hecho. Es un gran grado de locura e inconsciencia. Uno cuando más inconsciente está más cerca del milagro, de animarse a hacer lo que hay que hacer y listo”.

Cuenta cómo nació Alta en el Cielo. “Nace en un grado de locura, de felicidad y congratulación absoluta con el pueblo. El 3 de junio de 1999 –después me entero que ese día en 1970 nació Belgrano- un amigo me resuelve un tema económico, y me siento tan aliviado, contento, liviano, me pregunto cómo puede ser que habiendo tanta buena gente alrededor estemos como estábamos en ese momento –íbamos camino al 2001-, uno lo sabía, no sabía precisamente qué, pero sabíamos que íbamos a estrellarnos de alguna manera. Ese 3 de junio yo me quedé solo en mi casa. Me preparo el mate, me prendo un cigarrillo. Veo sobre la ventana que da a la calle, en el escritorio, hacia un costado, una máquina de coser, las manos de una mujer, la tela celeste y blanca pasando por esa máquina y sigue… atrás hay otra máquina que también la cose, y otra y otra. Eso lo vi. Inmediatamente veo esas máquinas, como si fuera una secuencia cinematográfica, esas mujeres y esas telas, en el patio cívico del Monumento Nacional a la Bandera, que está aquí, a 100 metros del río. Y chicos que ingresan de los costados de las dos calles laterales al monumento, con los brazos levantados, abiertos, trayendo tramos de telas celestes y blanco. Inmediatamente veo el mapa de la República, con división política, y de cada provincia una máquina y tela celeste y blanca cayendo de cada uno. Inmediatamente, el mapamundi, con división política, y una máquina de coser y una tela celeste y blanca cayendo de algunos países. No sé cuánto duraron esas imágenes –un segundo, diez, una eternidad- no lo sé, sí sé que fue así”.

¿Imaginación? ¿Locura? ¿Sueño? ¿Agradecimiento? Tal vez todo eso y más. Julio Vacaflor se lo comentó a su mujer. Al día siguiente a la familia y amigos en una fiesta de cumpleaños de su señora.

“Yo por primera vez le pongo palabras a esa idea. Llevándose por delante conmigo, porque no sabía cómo plantearlo. Era mucha información, muy loco. Una bandera grande para volver a empezar, estábamos destruidos. Retazo a retazo para constituir de nuevo esa identidad hecha de diferencias”. Y agrega ahora sobre los resultados: “la bandera de cerca se nota el distinto celeste, el distinto blanco. Pero de lejos, cuando la ves, es la bandera celeste y blanca. Se ve la diferencia de cerca y la igualdad, la unión, cuando la vez de lejos. Todo eso lo fui diciendo a borbotones a la familia y los amigos. Ahí arrancamos. Se armó un grupo de locos: periodistas amigos, historiadores, taxistas, amas de casa, lo que había. El 17 de junio empezamos la costura en el patio cívico. En dos semanas conseguimos el monumento, las máquinas de coser, las mesas, los cables, todo. El 17 de comenzó la costura, y el 20 se desplegó la primera bandera. Ciento treinta metros. Era eterna, no terminaba de pasar nunca. Fue maravilloso ese día. Una jornada gloriosa. Porque comenzaba una locura extrema, ridícula, que no tiene antecedentes en la historia de la humanidad. Nunca un pueblo cosió su propia bandera. Nunca en la mano de sus hijos –los más chiquitos, más grandes, los pobres, los ricos, todos-, y lo que tiene de particular esta bandera que no solo une, sino que iguala. Porque un intelectual, al lado de un analfabeto, cuando la agarran, son idénticos y se miran por igual”, concluye emocionado.

Y agrega Julio Vacaflor, explicando, “siempre me pasa lo mismo –emocionarse- cuando hablo de Alta en el Cielo. La gente ve la bandera larga, yo nunca veo la bandera larga, yo veo la gente. Veo cosas históricas ahí. Llegó a 25 mil metros. Tres bandas de 25 mil metros. No sé cuántos metros cuadrados de tela, de los cuales yo no cosí ni medio metro, ni puse un peso. Todo lo hizo la gente, lo hicieron los pibes”.

Una parte de esa gran bandera, que se terminó de coser el 20 de junio de 2012, en el Bicentenario del año en que fue presentada por Belgrano a sus soldados, en Rosario, a orillas del Río Paraná, estará este viernes en D’Orbigny, será desfilada por la comunidad y por los que estén ese día en esta comunidad rural.

Será increíble tocar ese paño que tiene la labor y los mejores deseos de unidad y de un futuro pleno de miles y miles de argentinos.