04/05/2020HISTORIA

Entre los recuerdos, la impotencia y el dramatismo de la inundación del 80 de Olavarría.

Un viaje en avión con Don Alfonso Fuhr y el regreso con Salvador Schneider en auto pasando por Pourtale porque la ruta estaba cortada por la destrucción del Puente Querandies. Recuerdos de un hecho imborrable. La capital del cemento, arrasada: 26, 27 y 28 de abril de 1980.

Se acaban de cumplir los 40 años de la terrible inundación en la ciudad de Olavarría, por lo cual los recuerdos resultan imborrables, imágenes dolorosas.

A los pocos meses de comenzar a trabajar en LU36 cuando los estudios y planta transmisora estaban en calle Avellaneda surgió la dramática información sobre la inundación de Olavarría entre el 26 y 27 de Abril de 1980, sus consecuencias en Azul, General La Madrid y otras localidades vecinas que nos llenó de angustia y dolor.

Las comunicaciones eran insuficientes, más que precarias a pesar del esfuerzo de ENTEL de aquella época, solo una pequeña comunicación de emergencia logramos en la mañana del 28 de Abril con la periodista y gran amiga Myriam Onchalos, la jefa del informativo de LU32 Radio Coronel Olavarría mediante un esfuerzo técnico de los operadores de la radio de Olavarría y la nuestra a través de la habilidad técnica de “Tito” García.

Cuando se terminó el dúplex que fue poco menos que dramático, llego a la radio Don Alfonso Fuhr (El mielero) a ofrecer un viaje a Olavarría en avión porque allí estaba su hijo estudiando, por lo cual acepté y nos largamos al desafío de volar con toda la habilidad en el vuelo de “Yiyo” Hijano mostrando desde el aire el terrible desastre en toda la región.

Llegamos a Olavarría y cada uno fue para su lado. Fuhr a la búsqueda de su hijo. Y Oscar Durand a la radio donde me encontré con gran desorden y con estudios improvisados y las muestras elocuentes había dejado el agua desde el día y noche anterior.

Me dieron la bienvenida. Me puse a leer mensajes de los oyentes, que brindaban información sobre destinos, estados de salud y elocuentes frases de tranquilidad. Y en pocos minutos ya era uno más de ella, era un poco el represéntate de Coronel Suarez ante semejante dolor e impotencia.

Hasta que llegó el mensaje tranquilizador que estaba destinado a mí, de parte de tíos y primos habitantes de Olavarría y que habían soportado estoicamente la inundación donde inclusive un volquete de Loma Negra había traslado a mis tías maternas a un lugar más seguro porque el agua a pocas cuadras del centro avanzaba poniendo en peligro la planta alta de la casa de Lamadrid y Coronel Suarez, una esquina ubicaba muy próxima a “la Vicente López” del centro.

Después de varias horas con los colegas empecé a recorrer las calles céntricas hasta visitar a mis familiares y las imágenes eran terribles, mugre por todos lados, montañas de ropa, colchones, muebles, frazadas empapadas y mucho más inutilizados en las calles, en las veredas.

Por las calles, motoniveladoras y maquinas viales despejando las arterias pavimentadas del barro, un fuerte olor pestilente por todos lados, vecinos desolados, mojados, arrasados emocionalmente, hasta que se anunciaba en las puertas de la Municipalidad, la llegada del presidente de facto Jorge Rafael Videla y el Gobernador de facto Sean Jean junto al Intendente Portarrieu quienes fueron los encargados de enviar ayudas materiales, mercaderías que llegaron a las pocas a granel, frazadas, colchones, abrigos, mercadería ya que la ciudad había quedado desbastecida, elementos de sanidad y mucho más aunque resultaba insuficiente para semejante tragedia.

Pasadas 24 horas, pude hacer una comunicación en directo, algunas entrevistas grabadas para LU36 y en la radio colega de aquella ciudad desbastada, solicité si alguien venía para Coronel Suarez.

Llegaron a la radio el querido e inolvidable Salvador Schneider en un Citroën que maneja un sacerdote que estaba en Colonia Hinojo y venían juntos para Pueblo Santa María.

Me trajeron por tierra, un camino alternativo hasta la rotonda de general Lamadrid que estaba llena de agua en la calzada pasando por la estación Pourtale por que la ruta se había cortado a la altura del Puente Querandíes que se lo había llevado el agua del arroyo Tapalque.

El silencio de Radio.

LU32 Coronel Olavarría y una mano de LU36 Radio Coronel Suarez.

Cuando las dos inundaciones anteriores -al menos las que de alguna manera quedaron en el recuerdo de los olavarrienses- no medió la diligencia de la información, o de la comunicación, en el grado que se dio en la del 27 al 29 de abril de 1980.

Algunas palabras que se pronunciaba con arriesgados locutores que no abandonaron su puesto de lucha eran "Catastrofe". "Olavarría ante el mayor desastre de su historia". "Las aguas lanzadas como una maldición'; "La Capital Nacional del Cemento: ciudad arrasada"; "En algunos puntos el agua tuvo cuatro metros de altura", "Fue un aluvión despiadado", "Cincuenta mil evacuados", "Pérdidas incalculables". etc., etc.

La prensa local, en ímprobo esfuerzo, en sus ediciones diarias y en suplementos especiales, ha dejado el relato de los sucesos y las notas gráficas de una realidad trágica, espeluznante. Increíble hasta podrá parecerle a quienes no estuvieron en esos días en la ciudad y volvieron cuando la normalidad -al menos aparente- transformó, la imagen del pasado horror, esa macabra pesadilla.

Otros, al regresar, hallaron la ciudad en marcha, pero sus hogares o sus comercios, destruidos por el agua y el lodo; hubo casos peores, cuando las puertas, vidrieras, persianas, etc. fueron llevadas por el ímpetu del aluvión.

La consecuencia inmediata fue el despojo total por obra de las aguas que, en su torrente, llevaron todo tipo de enseres, mercaderías y también vehículos.

El parque automotor de Olavarría quedó seriamente dañado: los que desaparecieron, los que quedaron encajados en algún sitio donde se acorralaron; abolladuras y demás destrozos en el circuito eléctrico y motores dejaron a muchos habitantes de a pie.

O, como mejor puede decirse apelando al viejo dicho: "en pampa y la vía"; por cuanto en numerosas casas y comercios nada pudo salvarse...

La mayor cantidad de teléfonos fue una facilidad más y debe consignarse que ENTEL hizo todo lo que pudo por la prestación del servicio.

En cuanto fue posible, las llamadas a larga distancia se habilitaron con pocas y precarias líneas sostenidas, por así decirlo, por la buena atención y disposición del personal.

Cabe señalar sobre el particular que las oficinas públicas telefónicas del partido, no afectadas, se brindaron plenamente en la emergencia -en Hinojo, por caso, se podían dejar mensajes con un máximo de tres minutos y ellos eran pasados sin que los usuarios debieran esperar la conexión- y es entonces el momento ya de decir que algo campeó nítidamente en un ambiente confuso, cenagoso, de pesadumbre: la solidaridad.

La solidaridad enalteció a los olavarrienses.

La acción solidaria puede decirse que tuvo su primer manifestación -y acción- colectiva, a través de LU 32, Radio Coronel Olavarría.

Si había -hasta el 27 de abril- vecinos de aquella ciudad inundada que no habían percibido la importancia de contar con una emisora, desde ese momento no hubo duda alguna.

Fue el beneficio, si cabe la palabra, que los ciudadanos de aquella golpeada ciudad tuvieron de la inundación del 80, a diferencia de las anteriores: el hilo de comunicación dado por la radio.

Fue la central informativa de las dos primeras jornadas y hasta que la magnitud del torrente también hizo callar su voz. Cuando fue silenciada, los ciudadanos de Olavarría se sintieron más solos, más indefensos. Más sumergidos en el agua y en el terror.

Pero volvamos a la presencia de LU32, Radio Coronel Olavarría. Con el decidido avance de las aguas, quedó de lado la especulación de los cronistas deportivos -los que estaban con mayor cartel en la jornada del domingo 27- sobre si realizaría o no el gran partido entre Estudiantes y Olimpo de Bahía Blanca por el campeonato provincial de fútbol. La gran lluvia de la noche anterior había determinado las dudas sobre el cotejo... Cuando el Tapalqué salió de cauce ya se trataba de otra cosa...

La radio intercomunicaba sobre las situaciones; los que pedían y los que daban, la acción municipal y la de las instituciones. Los móviles estaban en todas partes y desde los estudios centrales se pasaba a la intendencia, a la Terminal, a Bomberos, etc. etc.

Algunos de ellos al fin, cuando se había perdido la batalla -en la guerra que no perdieron los olavarrienses- quedaron atascados, abandonados a la buena de Dios. Sus tripulantes fueron como custodios de los necesitados, se los llamó con desesperación en muchos casos en momentos límites para la evacuación, por cuanto hubo vecinos confiados y aferrados que no se decidieron a dejar sus viviendas hasta que el agua no les llegó virtualmente al cuello, como dice el refrán.

La radio era el único nexo comunicador. El diario “El Popular” intentó lanzar una edición de emergencia el lunes y se, trabajó por ella hasta que el avance decidido de las aguas dejó ver que se trataba de un esfuerzo inútil de los redactores; no se iba a poder imprimir y ni pensar en el reparto.

Y así el lunes continuó LU 32 anudando los hilos del salvataje, morigerando el espanto y la soledad del aquelarre ciudadano. Pero no se vaya a creer que el edificio de la emisora estaba blindado contra el meteoro. No. Allí también había llegado el agua y la gente mantenía la transmisión ya con el agua dentro; vana fue la defensa -momentánea, solamente- de las bolsas de cemento arrimadas al frente para contener la marea.

Luego vinieron otros problemas para esos esforzados locutores -o improvisados en algunos casos, que las emergencias obligan al ejercicio de otros oficios- como la falta de energía, que se palió como se pudo.

Pero lo que no se pudo, al final -en la noche trágica del 28 al 29 de abril fue impedir más el ingreso del torrente.

Había más de un metro de agua cuando los abnegados integrantes del personal de; LU 32 Radio Coronel Olavarría, ya no pudieron más ni con el sonido ni con la furia.

La emisora local calló y, ante su mudez, el silencio fue realmente sobrecogedor.

Los vecinos, aislados, ya no sabían de qué manera trasladar sus reclamos ya solamente la Divina Providencia podía aportar para salvar a quienes seguían siendo víctimas del incontenible aluvión.

La noche fue más noche y el día siguiente (martes 29) menos claro, ante esa ausencia de voces, entre las cuales no se podrá olvidar la de la joven abogada Liliana Galarza, funcionaria del área de

Bienestar Social de la Municipalidad, quien no solamente fue el nexo con la autoridad civil, sino como la voz que daba aliento y seguridad y la fuerza que tenía la “Gorda” Myriam Onchalos a quien recordamos especialmente cuando con su voz en alto, dijo “Aquí esta Coronel Suarez presente junto a su radio y a un amigo incondicional” Emoción de recordar esta experiencia cuando hacía pocos meses que había sido incorporado a los recordados estudios de LU36 cuyos Directores eran Eduardo y Marta Álvarez.

Fuente recortes periodístico de Olavarría, medios gráficos, digitales e imágenes del horror encontrados en Facebook que a 40 años queríamos recordar más la experiencia personal.
Títulos breves
1 La Dirección de Cómputos y Recaudación de la Municipalidad de Coronel Suárez informa a la comunidad que todas las tasas municipales pueden ser abonadas a través de Provincia Net.