02/05/2021HISTORIA

A 39 años del hundimiento del ARA General Belgrano

Era 2 de mayo de 1982 y los 1.093 tripulantes del crucero General Belgrano se aprestaban a soportar el mal clima cargado de nubarrones, oscuridad y vientos fuertes, en pleno escenario de la Guerra de Malvinas.

Sin previa alerta, el buque se sacudió violentamente. Se sintió una explosión y se cortó la energía. De pronto, comenzó a elevarse por una de sus puntas, cuando se escuchó una segunda explosión: faltaban alrededor de quince metros de barco en la proa; pero el fuego y el olor a quemado invadieron a los marinos argentinos.

La única alternativa, en medio del caos y la oscuridad, eran las balsas salvavidas.

Los heridos se contaban por todas partes, siendo llevados en hombros por quienes conservaban el equilibrio. Todo eso aún en instalaciones de lo que quedaba del General Belgrano.

Finalmente, cuando el buque alcanzó una inclinación de veinte grados y era necesario agarrarse de la estructura para poder sostenerse sin caer a las frías aguas, se escuchó la orden: “¡Abandonen el buque!” 

Minutos más tarde, mientras el hundimiento era irreversible, con ruidos de explosiones y humareda blanca y espesa que se perdía en el cielo cada vez más oscuro, desde las balsas que habían podido usarse se escuchaba: “¡Viva el Belgrano!”

En aquel entonces -a mediados de marzo de 1.982-, el Crucero ARA General Belgrano tenía 44 años de funcionamiento y se había convertido en buque insignia de la Flota de Mar nacional. Pero, a mediados de marzo del ‘82, cuando fue anunciado el alerta de la posible guerra con los ingleses y tras un extenso viaje, el buque se encontraba en mantenimiento. 

Finalmente, a poco de que las tropas argentinas pisaran suelos malvinenses, el 16 de abril, el buque zarpó hacia Islas de los Estados en las aguas de Ushuaia, a fin de defender la línea de la costa, vigilar los accesos desde el sur a la zona de las Islas e interceptar la flota enemiga de ser requerido. 

Mientras tanto, en simultáneo, se aceleraba el entrenamiento y prueba de artillería. No faltó tampoco un nuevo atraque en puerto de Ushuaia y la asistencia, luego, de dos destructores y un buque petrolero de YPF.

El primer día de mayo de 1.982, el ARA General Belgrano se encontraba rumbo a posiciones de guerra; pero en la mañana del 2 de ese mes, las órdenes fueron cambiantes, llamando a tomar posición de espera al sur de las Islas, fuera del área de exclusión declarada por Gran Bretaña. No obstante, el Gobierno Inglés dio órdenes, al submarino atómico Conqueror, de torpedear y hundir el crucero General Belgrano. 

En su hundimiento, fallecieron 323 personas, casi la mitad del total de muertos argentinos en la Guerra.