Natación en aguas frías: una pasión que una vez que entra en la sangre, permanece para siempre
Quien puede hablar extensamente de esto, es el profesor Gustavo “Chino” Anzorena, promotor de la actividad para sí mismo y para terceros.
Hace unos 7 años, dictando clases en la Escuela de Guardavidas, de la que fue director, algunos alumnos le dijeron que la natación era una actividad para desarrollar unos poquitos meses en el año, por lo que se planteó a sí mismo el desafío de demostrar que la actividad se puede desarrollar tanto en invierno como en verano. Y lo logró. De su mano, surgió NAACS, Natación en Aguas Frías Coronel Suárez y muchos apasionados por esta actividad.
“En el 2015 comencé a averiguar sobre natación en aguas frías; aguas abiertas ya hacía desde antes. Me empezó a interesar este tipo de natación, más que nada por el tema de la seguridad en aguas abiertas y en aguas frías, donde cambia la seguridad en ambos casos”.
Cuenta que comenzó en el arroyo, que progresivamente fue metiéndose al agua con algo de información. “Luego con la información que uno tiene y cómo reacciona su cuerpo, empieza a desarrollar esta actividad, un poco extraña, pero muy placentera una vez que tenés los conocimientos y el cuerpo sabe qué vas a hacer”, dijo Anzorena.
Este fin de semana se llevó a cabo una nueva fecha del campeonato argentino de Natación en Aguas Frías. Y este particular deporte tiene algunas sorpresas lindas. Como por caso, vale la pena contar que llego hasta Guaminí, donde se desarrolló la fecha suarense del campeonato, un hombre, de una población chiquita del norte de Santa Fé. Nunca había participado en natación en aguas frías. Quería ver como resultaba y participó el sábado en la prueba inicial, resolviendo formar parte de los competidores el día domingo.
Se refirió Anzorena en un momento de la entrevista, “a la cantidad de espejos de agua que tenemos en la Argentina y si bien estamos en invierno, en Guaminí, el domingo estaba en 11 grados y en Mar del Plata a 8 grados. Esos 3 grados, son una gran diferencia para los nadadores”.
Otra cuestión a tener en cuenta, es la característica de cada espejo de agua. “A nosotros, nos tocó un fin de semana sin viento –el pasado sábado y domingo-, y era como nadar en una pileta. Eso nos facilitó mucho las cosas. Porque la laguna, con un poco de viento, o mucho viento, hubiera sido uno de los lugares más difíciles para nadar. Y seguramente alguien no hubiese salido o hubiésemos tenido que rescatar un montón de personas. Este domingo, todos llegaron, y no hubo que rescatar a nadie”.
Explicó que según las características corporales, son las reacciones al medio en que se nada. “Hay cuerpos que tienen flotabilidad positiva, otros neutra y otros negativas. Todos flotan, pero de distinta manera. Para quien tiene flotación positiva, es más fácil aprender a nadar. Al que tiene flotación negativa, le cuesta un poco más. Y en el agua fría, cada cuerpo reacciona distinto: los que tienen un poquito de capa de grasa, se aclimatan mejor. Y los que están más flacos les cuesta un poco más”, explicó Anzorena.
Consultado en torno a lo que siente que le ha enseñado esta actividad de natación en aguas frías, cuenta que ha logrado estar hasta 40 minutos en aguas muy frías. “Después, cuando salís, vas a volver a tu clima normal. Vas a sentir mucho frío. Generalmente se tiembla, se tiembla mucho. Pero una vez que pasa el temblor, el placer, el bienestar que uno siente en el cuerpo, es realmente hermoso. Porque te sentís muy bien. Olvídate de los dolores articulares que tenés, no te duele nada. Más allá de todos los aspectos fisiológicos que hay que tener en cuenta para que esto se logre, el bienestar es mucho. Y a mí me dio ese placer; el placer de disfrutar de la natación, durante todo el año. Y eso, es lo que nos da placer”.