11/09/2020CULTURA

Elsa Felipovich, una artista plástica que en sus obras muestra su sentir interior.

Es, en sí misma, en su estética, una explosión de color. Es un gusto, siempre, ver su sonrisa amplia que ilumina todo su rostro. Como da mucho placer observar sus obras, que también son una armoniosa composición de colores vibrantes.

La primera pregunta, en una entrevista con Elsa Felipovich, es si este tiempo de pandemia ha provocado que se cuelen grises en sus obras.

“Esta obra no sé si algún día se va a mostrar. Porque es testimonial, documental, tiene que ver con mis sentimientos, que es de la manera que yo trabajo. Yo he hecho mis propios coronavirus. Trabajo como si fuera una fotografía hacia mi interior, también han salido imágenes de seres espirituales, que yo creo que nos apoyan desde muchos lados. Como Nuestra Señora de la Paz, por ejemplo. Yo soy muy creyente y me siento que estoy rodeada de esos seres espirituales. Y sí, hay color, pero hay una parte que tiene que ver con la tristeza y para mí la tristeza se manifiesta con los grises, negros, con colores que no son colores”, dijo en el comienzo de la entrevista. 

Agrega que “en tamaño grande, porque siempre trabajo así, hice mis propios coronavirus. Donde les expresé su corona, porque este bicho está reinando más que los monarcas más poderosos del mundo. Están las coronas, porque es inevitable no pensar que está reinando”.

¿Por qué dice que piensa, que estas producciones artísticas que ha realizado, respecto al Covid, nunca se van a mostrar? Responde Elsa Felipovich que “porque tienen que ver conmigo, pero no tienen que ver conmigo demasiado. Porque lo que tiene que ver conmigo es la explosión de colores, la alegría. Y esto tiene que ver con las tristezas. El trabajo que hace el artista yo pienso que es para abrazar al otro y alegrarlo, no para entristecerlo más. Yo lo veo así ahora, quizás, a futuro, va a ser anecdótico; entonces, no va a provocar la tristeza del momento, va a ser la tristeza del pasado”.

En otras obras cuenta que, por la invitación de la Escuela de Música, que, desde el año pasado, están haciendo canciones infantiles antiguas y clásicas. 

“Ese proyecto se cortó con la cuarentena. Pero para el Día de las Infancias de este año me invitaron a ilustrar los cuentos de Bremen, así que ahí sí como que me encontré en otro ámbito. Como que me encontré con la niñez y, de algún modo, me abrieron la puerta para ir a jugar. Eso es lo mismo. Uno para crear no puede dejar de ser nunca niño. Por eso, cuando me llamó el Director de la Escuela, estaba emocionada. Trabajé en esa serie –que se vio de manera virtual-, como se hubiese ido a una exposición”.

Una de las obras está en el hall de espera de la Unidad de Cuidados Intensivos del Hospital Municipal. El Hospital, lugar donde trabajó su padre, querido y recordado enfermero, por muchos años. Y las flores son muy identificatorias de la obra de Elsa, porque recuerda que su papá siempre portaba una flor en el ojal de su ambo de enfermero.

En Elsa el arte es expresar el interior del artista. Y esa expresión viene plagada de mucha pasión.

“Un día que no estás con esa pasión, energía, no podés hacer una ‘o’ ni con una tasa. Por lo menos, los que trabajamos desde el interior. Con eso que es tan genuino que es la expresión pura. Yo no lo puedo hacer de otra manera, y no puedo esconder nada”.

Elsa Felipovich, mirar sus obras es dejarse embriagar por lo brillante de los colores.