06/08/2023CULTURA

Coronel Isidoro Suárez, el héroe de la Batalla de Junín

Manuel Isidoro Suárez (Buenos Aires, 1799 - Montevideo, 1846) fue un coronel del Ejército Argentino que luchó en las guerras de independencia hispanoamericana, dirigiendo la caballería peruana y colombiana en la Batalla de Junín.

A las dos de la tarde del 6 de agosto de 1824 en Junín, Perú, se produjo uno de los momentos más impresionantes que puedan darse en un combate: el espantoso choque de dos caballerías de frente. Es una acción de altísimo riesgo para los jinetes, pero además provoca un estruendo que estremece por el solo hecho de recordarlo.

En aquella oportunidad, los hombres que encabezaba el granadero Mariano Necochea se estrellaron contra las lanzas de cuatro metros de los invencibles cazadores realistas del coronel Eguía. Perforado por al menos siete lanzazos, Necochea buscó escapar aferrado al cogote de su animal, pero cayó abatido, al igual que otro valiente, José de Olavarría, a la vez que la caballería patriota se desbandaba presagiando una derrota completa. Necochea y Olavarría fueron tomados prisioneros.

Simón Bolívar –comandante del Ejército Libertador– se lanzó al galope en retirada para protegerse detrás de la artillería en la retaguardia. Fuera del corredor en donde unos perseguían a otros, el coronel Isidoro Suárez, al frente de los Húsares del Perú (que aguardaban instrucciones porque debían actuar como fuerza de reserva), observaba la preocupante fuga de sus camaradas.

Nacido en 1799 en Buenos Aires, se había sumado a los Granaderos de San Martín en 1814, con quince años. Cumplió los 17 mientras realizaba el glorioso cruce de la Cordillera. En 1824, en Junín, acumulaba suficiente experiencia y sobrada valentía.

Casi sin meditarlo, pegó el grito y lanzó a sus hombres contra los envalentonados realistas que corrían a los desbandados. Hasta ese minuto Junín era una clara victoria de los soldados de la corona. Pero Suárez y los peruanos cargaron con fuerza y los arrollaron. Cuando las otras caballerías patriotas advirtieron la maniobra, se sumaron al contraataque. El resultado fue contundente. Las bajas de los españoles fueron de 324 hombres. Todo había ocurrido en media hora. Suárez rescató a sus amigos, Olavarría y Necochea.

Esa tarde, cuando Bolívar pasó revista, se plantó delante de Suárez y sus hombres, y gritó:

"Cuando la historia registre la gloriosa batalla de Junín, si es justa y severa atribuirá todo el valor y audacia a este joven coronel y a vosotros que ya no os denominaréis Húsares del Perú. Desde hoy seréis Lanceros de Junín".

Por la noche, el jefe venezolano dictó el parte de batalla. Plagado de nombres, acciones y estrategias. Pero incompleto: olvidó, aunque sea una pequeña mención al coronel Suárez y los bravos lanceros.

En 1846, el héroe de Junín murió en Montevideo, apenas rodeado por los seres queridos. Pasaron veinte años hasta que en Buenos Aires una calle de La Boca fue bautizada con su nombre. Sus restos fueron repatriados en 1879. Tres años más tarde, al sudoeste de la provincia de Buenos Aires, nacía el Partido de Coronel Suárez, justo homenaje al granadero que convirtió una derrota en victoria. Jorge Luis Borges, su bisnieto, nació en 1899, cien años después del valeroso granadero, y fue honrado con su nombre en el acta de bautismo, ya que se llamaba Jorge Francisco Isidoro Luis Borges.

Extraído de un artículo del Diario La Nación.