30/05/2020COMERCIO

La complicada existencia de los locales gastronómicos.

Reinventándose a través de delivery de comidas y esperando la autorización de apertura, con protocolos de cuidado y distanciamiento.

Que el sector de bares, restaurants y afines, como así también la hotelería, es uno de los más castigados por la cuarentena obligatoria por la pandemia es algo que todos saben. 

En Coronel Suárez se estima que unas 500 familias –entre propietarios de locales, mozos, personal de limpieza, cocineros, bacheros, etc.- viven de esta actividad.

La cuenta la hicieron, obligados por las circunstancias actuales, los mismos propietarios de locales gastronómicos suarenses, que vienen reuniéndose con las autoridades municipales desde hace un tiempo. 

Incluso, el protocolo que armaron y entregaron al intendente, para que lo eleve a la Provincia, para su autorización, sirvió de modelos para otros distritos de la zona, para representantes de la misma actividad.

Mauro Dewald, de Artemio Gramajo, habló con La Nueva Radio Suárez al respecto. 

“La normalidad, cuando volvamos, no va a ser la normalidad de antes. Va a ser un poquito una fusión, entre lo que pasaba antes y lo que pasa ahora. La vida, para muchísimos, va a cambiar”.

Dice que está situación, “compleja y extrema, en la cual o nos adaptamos a la realidad o nos tenemos que volver a casa, a ver qué hacemos. Como empresario me toca la decisión de salir, y de pelearla para tratar de crear algo que sea rentable y que sea posible de hacer en estos momentos. Con la gastronomía es muy difícil”.

Dice que hoy toca “reestructurar todo y llevar pedacitos de nuestro restaurant a la casa de nuestros clientes”.

Previamente a todo esto, en Artemio Gramajo ya venían haciendo un poquito de delivery, y con mucha presencia en redes sociales: “rápidamente nos pusimos a trabajar con eso, como para subsistir. En principio, yo creí que iba a ser una semana, diez días”. 

En el mientras tanto, se hicieron mejoras en el restaurant que estaban postergadas. 

Pero los días fueron pasando, “y entró la desesperación. No sobraba nada. Nosotros, los comerciantes, venimos peleándola día a día. Hoy, después de sesenta largos días, si me dicen que tengo que abrir, en las condiciones que tengo que abrir, casi que me quedo con el delivery y continuo así trabajando. Porque nos adaptamos, acomodamos cada empleado a una tarea. Y volver todo para atrás sería, otra vez, una complicación”.

Igual, dice Mauro Dewald que están a la espera de la posibilidad de apertura. “Vemos que de a poco el sector se está reactivando en los lugares donde hay casos cero. Estamos esperando que, de alguna manera, nos toque el turno. Y, sobre todo, que sigamos sin casos en la ciudad”.

Cuenta que presentaron un protocolo a la Municipalidad, que surgió de varias reuniones con comerciantes gastronómicos. 

“Adaptamos a lo que es posible hacer acá. Armamos un proyecto interesante, que tengo entendido se copió en varias ciudades cercanas y en algún turístico también. Se está estudiando”.

Dice que “aquí, al haber caso cero, estaríamos en condiciones de abrir”.

Ese protocolo “contempla la parte sanitaria –todos los recaudos de alcohol en gel, la higiene del calzado a la hora de entrar-, de una entrada y una salida individual. Con una limitada cantidad de comensales, con hasta el 30% de la capacidad del salón”. 

También se piensa en el no uso de servilletas de tela, sino descartables, el uso de los barbijos dentro del lugar y sacárselos al momento de comer, con la carta enviada vía medio digital o tenerlo en una pizarra, para que la gente elija.

Claro está que “el desafío es también si la gente va a querer salir. Me toca llevar la comida a la casa de muchas personas, y hay gente que está muy cómoda en su hogar, y otros que están desesperados por salir. ¿Qué va a pasar? No sabemos. Va a ser un desafío convocar a la gente, con toda la parte que hay que cuidar”.