Como se pide. Por la Dra. Rosario Iriarte Mulvihill

Estimados suarenses:
Me llamo Rosario Iriarte Mulvihill y soy porteña, de familia suarense. También soy médica. Atenta a la entrevista publicada por la versión digital de la Nueva Radio Suárez al doctor Mariano Sein que data del tres de diciembre pasado, quisiera expresar mi parecer respecto a la causa de la escasez de especialistas. Y lo que sigue es sin perjuicio de mi enorme respeto hacia la labor del entrevistado y hacia la secretaría de salud del partido de Coronel Suárez, que, a lo largo de diversas administraciones, me dio la oportunidad invaluable de realizar mis prácticas de pregrado y por ello estaré siempre realmente agradecida.
Estudié en la Universidad de Buenos Aires y mi currícula comprendió ocho años académicos. Supuso un esfuerzo enorme. Con la intención de formarme para dar atención de calidad, rendí el examen de residencias y adjudiqué el puesto que correspondía a mi ubicación en el orden de mérito del examen.
Sigo en formación, cinco años más tarde. Demoré cinco años en encontrar un lugar donde pudiera aprender un oficio donde se garantizaran el descanso, la visita al baño, la alimentación adecuada, la formación académica.
En la enorme mayoría de las residencias estas garantías no se respetan. Los turnos de trabajo comprenden unas treinta y seis horas de pie, sin sentarse, sin comer, yendo al baño a escondidas. La formación del especialista no contempla el menor respeto hacia el profesional.
Es cierto que escasean los profesionales médicos especialistas. Ocurre que esta generación no va a tolerar los malos tratos y la esclavitud, que poco tienen de formadores. Y yo esto lo aplaudo. Dentro de uno o dos años, según las proyecciones, no podrán renovarse las plantas de pediatría o terapia intensiva. Y espero que esto obre a modo de llamado de atención a las autoridades y a la sociedad. Se nos exige todo y nuestra responsabilidad es muy grande, pero no se habla de cómo trabajamos y, fundamentalmente, cómo nos formamos.
Hagamos el ejercicio de plantearle a un contador o a un ingeniero los pasos a seguir después de graduarse: ocho jornadas mensuales de treinta y seis horas de guardia, el resto de los días de siete de la mañana hasta que se termine el trabajo (¿veinte, veintiuna?), durante, al menos, cuatro años. Muchos de nosotros hicimos la residencia ad honorem en esas condiciones, trabajando para comer las noches y fines de semana.
Eso no nos hace mejores especialistas. Y un ingeniero o un contador no aceptarían bajo ningún concepto un régimen semejante.
No veo por qué deberíamos aceptarlo nosotros.
No hay profesionales especialistas porque se ejerce el maltrato indecible en los sistemas de formación y nadie está dispuesto a hablar de ello. No contradice el argumento que se expuso en la entrevista, pero sí obra a modo de explicación.
Si alguien se atreve a visibilizar las condiciones en las que nos formamos y por qué dejamos de hacerlo, quién sabe, podrían darse las condiciones para que nos formemos con dignidad y la carencia de profesionales deje de ser un punto crítico.
Vale aclarar, también, que el sueldo de los médicos en la Argentina, especialistas o no, es el más bajo de la región. Con variaciones según la esfera que contrate, un residente gana alrededor de un millón de pesos. Eso es un insulto.
Con el mayor de los reconocimientos al hospital y su dirección, ofrezco un complemento para la comprensión del panorama.
Los saluda atentamente,
Dra. Rosario Iriarte Mulvihill - DNI 33.284.914.