15/06/2019CIUDAD

Como se pide. Por Julio Zaballa.

Juan Carlos Neyra, bienhechor del criollismo.

El 18 de junio de 2000 desaparecía un personaje no valorado apropiadamente, pero que tanto el periódico Nuevo Día como La Nueva Radio repararon ese hecho ante su fallecimiento.

Habría dicho “Me quedo con lo de San Martín y creo que la Argentina dejará de tener problemas insolubles el día que se encuentre consigo mismo, con sus valores permanentes, es decir, con eso que he llamado el orden criollo”, Juan Carlos Neyra (1923-2000).

Autor de 14 libros, entre ellos: Los Agropecuarios (1972), Relatos para niños criollos, Rosas la sombra de la traición, Los baguales y Platón, Prontuario de próceres y traidores, Los ásperos, El mito gaucho en Don Segundo Sombra (1952) Introducción criolla al Martín Criolla, Jiménez y el parejero (1962) (cuentos) Memoria sobre el caballo (1991).

Autor del guión y dirección de la película La frontera olvidada (1969) estrenada el 5 de agosto de 1996, ficción ambientada en el siglo XIX, en las fronteras de la conquista del desierto argentino. Un joven oficial viene a transformar el monótono acostumbramiento en que han caído las tropas de esa minúscula pero patriótica frontera. No puede hacerlo porque los viejos y sabios soldados del lugar conocen mejor que él ese lugar y porque un buen amigo no es tan bueno como parece. El oficial termina inclinándose por una chica joven y se aferra a las cosas de la tierra con la interpretación de Lautaro Murúa, Ricardo Paisano (h), Ubaldo Martinez, Arturo Puig y otros.

En marzo de 1968 aportó su valioso conocimiento sobre el campo argentino para el rodaje de la película “Martín Fierro” (Torre Nilsson) junto a sus peones Zacarías Silvera, Ramón y Hugo Gardiner.

Fue amigo entrañable de Don Arturo Jauretche y por ello habló reflejando su figura en diversos homenajes.

En reportaje de la Revista FAMILIA CRISTIANA de agosto 1980 manifestaba esto que lo pinta de cuerpo entero

“¿Cómo queres que no sea y no me sienta criollo si desde que era chiquitito me decían en mi casa que si mentía era gringo, si no tomaba la sopa era gringo, si me portaba mal no era criollo?".

La misma revista decía que Juan Carlos Neyra es uno de los últimos representantes de una especie de argentinos que se va extinguiendo.

Neyra, que vive en el campo, aunque por temporadas baja a Buenos Aires, no atraído precisamente por las luces de la ciudad, sino a cumplir alguna obligación. Así fue durante los años que duró la educación de los hijos. Ahora que ellos están grandes y casados vive casi recluido en su estancia de Coronel Suárez, provincia de Buenos Aires. Mas nada de esto diferenciaría a Neyra de muchos propietarios rurales si no fuera porque, además de vivir en el campo, él es un hombre de campo, un verdadero criollo estanciero ("que no es lo mismo que propietario de campo", aclara).

Escritor: su novela "Los agropecuarios" exalta los valores de los auténticos hombres de campo en la pampa húmeda. Su reciente ensayo "Introducción criolla de Martín Fierro" (premiada por la Fundación Matera) es una aproximación al máximo poema nacional desde adentro de él mismo, frente a tanta exégesis y crítica exterior como ha padecido.

Es que —según Neyra— "A Martín Fierro lo entendieron quienes no supieron explicarlo; en cambio, los que lo explicaron no lo entendieron". Pero el poeta, el novelista y el ensayista, amigo entrañable del fallecido Arturo Jauretche, prefiere autodefinirse como criollo.

"Soy hijo, nieto, bisnieto y tataranieto de criollos” explica Neyra, “pero no se es criollo sólo por el pedigree. Conozco gente que posee un gran pedigree y ha dejado de ser criolla, y también conozco a otra gente que, siendo gringa, inmigrante, ha sabido acriollarse; y aún hay quienes no sabiendo nada de campo tienen el alma criolla”.

El escritor Osvaldo Guglielmino diría en el prologo de “Los baguales y platón”: “El mayor y mas justo elogio que puede y debe tributársele a este cabal hombre de nuestra tierra, Juan Carlos Neyra, es reconocer –como sin ninguna duda lo harán todos cuantos lean estas páginas espiritualmente nutritivas – que toda obra literaria de Neyra ha nacido para ocupar el lugar que le estaba reservado en la historia de la auténtica literatura nacional”.

Tuve el privilegio y el honor de haber contado con su visita periódica a nuestro hogar, donde disfrutaba de las delicias gastronómicas alemanas de Lidia y de largas charlas que disfrutábamos mutuamente. Un hermoso recuerdo que con Lidia atesoramos en nuestro corazón.

Julio Zaballa. DNI 5.492.952.