Como se pide: PLAZA MITRE ¡Cuánto me has contenido! Por Lidia Elisa Meier y Julio Zaballa
Con fecha 20 de setiembre de 2022 emití una propuesta a la municipalidad respecto a la renovación de la plaza Mitre y particularmente sus veredas. Hoy debo expresar con profunda satisfacción que podemos con Lidia, caminar por gran parte de sus veredas y ya estamos disfrutando las caminatas en las que aún faltan completar. La provisión de bancos en cantidad y buena ubicación resulta beneficiosa para nuestra edad, permitiéndonos pasar tiempo de descanso, reflexión y admiración de su follaje y arboleda, todo apropiadamente cuidado.
Pero a continuación quiero dirigirme a vos, querida placita Mitre, que me viste recorrerte durante ochenta y un años, ya sea en brazos de mi madre y tías, es cuando inicie mi relación contigo pues mi hogar estaba ahí cerquita, apenas unos veinte metros, sobre Rivas al 276. No te era extraña mi presencia, es que habías contenido a mi padre y tíos, los Zaballa, Gregorio, Francisco, Alfredo, Eduardo y Tarasca y a mí, tía Nelly que me contenía en sus brazos, sentada en tus bancos charlando con mi madre Elsa.
Me contaba papá y el tío Francisco cuando jugaban al futbol en tu suelo y debes recordarlos a ellos cuando aún eras la cancha de Sportivo Sarmiento, luego de Blanco y Negro para finalmente, llamarte Plaza Mitre. Sobre tu suelo también jugaron aquellos «cracks»: Cafricho Danderfer, los hermanos Cataldo y Santos Blasco, Vargas y el mariscal Fortunato. El «Nene» Ferrea y aquel puntero derecho que era como un rayo de ligero don juan Collosi. También Tito y Poroto Guallán, Amador “Gallego” Hernández, Poroto Corral, Casimiro Prieto, Marco Aurelio Marcalain, Cala Cazzitti, Guillermo Jones, César Otero, el Bicho García o Goto Neder.
Mis tíos con los nombrados “pibes del barrio”, quemaban vitalidad detrás de la pelota, primero de trapo y luego de goma. Después le seguiríamos nosotros, con mis hermanos, primos y amigos del barrio, donde no solo disfrutábamos de las hamacas, las paralelas, las argollas, el tobogán que ahora disfrutan nuestras nietas en la plaza Tambor de Tacuarí. También el futbol que era algo diario. Es que recién estábamos despuntando la vida y eras el lugar apropiado para disfrutar nuestra niñez. Jugar a los soldados contra indios luego de volver de matiné de ver películas de convoy.
Fuiste testigo pasivo de cuando con diez años, jugando al futbol, fui atrapado por un policía. Es que hoy reconozco que no te cuidábamos bien cuando la pelota se introducía en los hermosos canteros finamente cuidados por el placero Conrado Burgardt, con abundantes flores y, los dañábamos. El placero se quejaba a la policía, que la teníamos ahí nomás, enfrente y cada tanto nos corrían sin suerte, pues con apenas nueve y diez años, éramos muy agiles y corredores y no lograban alcanzarnos. Salvo aquella tardecita, salí como el resto, corriendo y fanfarrón en mis diez años, intenté saltar una de las matas que se elevaban a metro y medio del suelo y quede atrapado en el medio de la horqueta que se abrió con mi peso y allí, el policía me levanto de los brazos y como si fuera una bolsa, me traslado a la comisaria. Mis hermanos, que sí lograron escapar, llegaron a casa y contaron a mis padres, pero…. era la hora de la cena y a don Gregorio, luego de todo un día de trabajo, no le iba yo a arruinar la sobremesa. ¡Sabes placita! mi madre llena de angustia debió soportar hasta que papá, luego de cenar y se fumara su cigarrillo habitual, fuera a buscarme.
Eso, placita, vos no lo viste, pero te cuento. Salí recontra asustado de la oficina donde me tenían y pase en un segundo, del susto al terror, es que vos viste las manos que tenía don Gregorio y no te cuento la patada. Me hizo caminar hasta casa delante de él, yo esperando el sopapo o la patada en el trasero, pero se contuvo. Ya en casa estuve a salvo cuando mamá Elsa me abrazo y me llevo a la mesa a comer.
Mucha historia pase en tu entorno y una que te tengo que agradecer mucho es cuando en tu banco sobre calle Rivas, a pasos de Lamadrid, nos dimos con Lidia nuestros primeros besos. Teníamos 14 ella y yo 17. ¡Sabes querida placita!, han pasado ya 64 años y los besos se han repetido y nuestro amor ha crecido cada día, con 57 años de casados. ¿Habrás influido vos, con los aromas que contienes tus plantas y flores?
Hoy, podemos seguir disfrutándote y sentados en tus bancos, rememorar hermosos momentos vividos en tu entorno, nuestra muy querida placita Mitre
Lidia Elisa Meier y Julio Zaballa