26/01/2023CIUDAD

Como se pide. Argentina, 1985. ¿Y en Coronel Suarez qué?

La película argentina, que ha sido premiada y nominada a premios internacionales que versa sobre el juicio a la Junta de Comandantes del proceso cívico militar eclesiástico de 1976 a 1983, desnuda ante la juventud que no vivió ese proceso, o fueron censurados por sus padres o educadores, lo ocurrido a partir de 1976. El silencio o la omisión se suman a aquellos que no quisieron ver y con ello convalidaron el genocidio y las atrocidades cometidas que hoy son de dominio público. 

Causalidad o casualidad, 1985 tiene que ver también con hechos ocurridos en nuestra localidad y distrito. En los diarios Clarín y La Nación, hecho no casual si vemos la participación que dichos medios han tenido y tienen en mucho de los padecimientos que vive gran parte del pueblo toda vez que avalan con sus mensajes diarios a los capitales concentrados que integran con sus medios de comunicación. En estos medios fue publicada sin mucha o nada repercusión en nuestra localidad la solicitada “Gracias Militares”, promovida y firmada por más de ciento cincuenta ciudadanos suarenses. 

Este hecho, salvo quien suscribe, no fue tenido en cuenta públicamente ni originó ningún debate.  Miedo, complicidad, desidia, ¿vaya uno a saber? 

Es posible que a los jóvenes estudiantes se les exponga como materia de análisis el argumento de la película “Argentina, 1985” analizada a la luz de la voluntad de cada profesora o profesor de historia que dé lugar a dicho debate, en caso de que se les permita hacerlo, pero serán pocos los que tengan acceso a lo que SI ocurrió en nuestra ciudad y distrito.    

Y en nuestra ciudad, no correspondería hacer juicio únicamente al o los militares que actuaron sin antes hacerlo con los civiles que participaron activa y descubiertamente como mano derecha de o los militares que ejecutaron las “sugerencias” que los civiles y parte del clero les hacían directamente o por medio del diario local. 

La carpeta que se formó en el Batallón Pigüé y que, con motivo de mi solicitud formal de devolución, se ocuparon con la asistencia de un general oriundo de nuestra ciudad de hacerla desaparecer. En ella, según me anticiparon en el propio batallón en el 2004, se reunían infinidad de denuncias hechas a partir de marzo de 1976 por ciudadanos suarenses, firmantes muchos de ellos de la solicitada “Gracias Militares” en noviembre de 1985, teniéndonos a nosotros, el compañero Rubén Oscar Luongo (Luz y Fuerza), Antonio Genaro Serna, Marisa Martín, Juan Gregorini, etc. (Sindicato Municipales), José Luis Erdozain (Centro Papelero) y quien suscribe como destinatarios de los más deleznables pedidos a las fuerzas militares, para que nos hicieran desaparecer o sometieran a juicio sumarísimo. El compañero Serna y su esposa Marisa Martín fueron expulsados de la ciudad por las fuerzas militares por pedido, ya no solo de los civiles que actuaron de sostenimiento del gobierno militar local, sino de alguna institución educativa y el pecado de omisión de algún clero. Luongo, Gregorini, Erdozain y quien suscribe fuimos sometidos a sinnúmero de persecuciones, aprietes, marginaciones, de 1976 a 1982. Nuestros nombres aparecían en el medio local como delincuentes o trofeo de lo que estaban obteniendo. 

Cuáles fueron las acusaciones, los motivos de tal ensañamiento sobre nuestras personas y nuestras familias al igual que contra las instituciones que representábamos, éramos Peronistas. Militantes sindicales y sociales que buscamos y logramos (con pruebas concretas y palpables) elevar la dignidad de los trabajadores y los sectores más desprotegidos de nuestra localidad. De cinco organizaciones sindicales pasamos a más de treinta debidamente representadas y funcionando a pleno la justicia social en cuanto a nosotros y los trabajadores dependía.   

Para diciembre de 1976 habían logrado despojarnos de beneficios adquiridos, propiedades, bienes, obras obtenidas. Pero lo que es peor, instalaron el miedo, el no te metas, algo habrán hecho. Usaron todos los medios que tuvieron a su alcance para destruir la tarea que habíamos iniciado en 1968. No les alcanzó con la acción que realizaba el diario local para publicitar sus atrocidades, sino que realizaban reuniones en conocidos comercios locales, consultorios, instituciones, para vanagloriarse de lo que en el día habían hecho a todos o a cada uno de nosotros. Si les faltaba algo, allí iban ante el interventor militar para que actuara por ellos. 

La apatía, el desinterés, la falta de compañerismo, etc., que existe entre las trabajadoras y trabajadores por su situación laboral y sus instituciones sindicales hablan a las claras del daño que originaron y su persistencia en que nada cambie. Aburguesar al trabajador y la clase media que componen es tarea ya no solo de los medios de comunicación, sino de cada mensaje que se emite. 

No pudo haber “Argentina, 1985” sin Argentina o Coronel Suárez 1976. 

Julio Zaballa - L.E. 5.492.952.