Cincuenta años junto a Juan Carlos Harriot: el relato en primera persona de David Quies, histórico petisero del polista
Este lunes 10 de Enero, cumple cincuenta años de trabajo junto a Juan Carlos Harriott, atendiéndole los caballos. Es su histórico petisero, quien lo acompañó durante años por el mundo y en cada campeonato.
En diálogo con La Nueva Radio Suárez, se remontó a cuando tenía 21 años para contar cómo comenzó a trabajar con Harriott: “A los 16 entré de ayudante de petisero en la Estación Nueva. Estuve dos años y medio con ellos. Me gustaban los caballos y al año siguiente, fui a unas carreras en el Polo de Coronel Suárez, donde se arrimó Andrés Núñez, que era petisero de Celestino Garrós” relató, agregando que fue él quien le ofreció la posibilidad de viajar a Buenos Aires con ellos.
Quies no dudó: “Estaba contentísimo. Quería conocer Buenos Aires” dijo entre risas, recordando que estaba fascinado con la gran ciudad, pero, a cuatro días de estar allí, tuvo la noticia de que el hombre había fallecido.
Continuó contando que “Celestino Garrós tenía cinco yeguas que eran bastante buenas. Una se la había prestado a Alfredo Harriott, otra a Horacio Heguy, y otra a Alberto Heguy. Las jugaron en el Abierto y estaban re bien”.
Entre idas y vueltas de la vida -la colimba, el “poco pique” que lo llevó a trabajar de albañil y su paso por Espartillar- Quies contó que, en esa localidad, trabajó en la estancia de Carrique: “Un día, como a las nueve de la mañana, apareció un avión que aterrizó en el campo. Eran Juan Carlos padre y Juan Carlitos” relató, contando que lo buscaban a él: “Yo era un purretón, tenía 21 años. Pero lo llamaron al albañil, que me nombró, y fui”.
Sí recordó lo había visto jugar a Juan Carlitos, “pero de pasada”; y fue entonces, que le comentó a Quies que necesitaba un petisero y que le habían hablado muy bien de él: “Me dijo que lo importante era tener ganas, que lo demás se aprendía” señaló Quies, que le pidió -en aquel entonces- quince días hasta comenzar, dado que debía terminar su trabajo como albañil.
Fue así que el entrevistado regresó a Suárez y se reencontró con Harriott para, finalmente, comenzar a trabajar el 10 de Enero de 1972.
Consultado sobre anécdotas a lo largo de su trayectoria junto a Juan Carlos Harriot, el entrevistado contó que no fueron tantos los viajes, aunque recordó que fueron, en 1980, a Texas en Estados Unidos, en donde estuvieron cuatro meses por la Copa de las Américas: “Fue medio difícil porque nos agarró una pandemia allá con los caballos, pero ganaron” contó; continuando a decir que, alrededor de mediados de los años setenta, en Buenos Aires, “también les había dado una epidemia de fiebre y tos a los caballos, por lo que no se pudo jugar el Abierto”.
Pese a lo antedicho, Quies afirmó que tiene la satisfacción de que siempre le fue bien con Harriott: “Siempre salieron bien las cosas. Él era mi patrón y yo su empleado, y nos arreglábamos entre los dos” contó, describiendo que Harriott “siempre fue muy discreto. Dice las cosas de manera que uno entiende y de modo muy respetuoso”.
Contó que a él le encantaba ver a su patrón “manejando el caballo, porque tenía un don”. Aseguró que “siempre estaba dos o tres metros adelante a uno, y siempre era una alegría verlo jugar”.
Aseguró que “juan Carlos (Harriott) siempre fue una persona que jugó para el equipo”, y fue entonces que comparó: “El polo de hoy es medio toqueteo, hacer pasar de largo a alguien. Pero, en ese entonces, era todo para adelante”.
Si bien opinó que no puede confirmar que el mejor polo fue el de la época de los Harriot, Quies sostuvo: “Eran otros tiempos, pero los caballos creo que eran iguales. Corrían, daban vueltas, eran fáciles, y se veían porque, cuando los jugadores sacaban caballos regulares, se desnivelaba muchísimo el juego”.
Confió, en ese punto, que “Juan Carlos siempre jugaba con cuatro caballos. Había uno de reemplazo, pero esos cuatros eran de dos chuker y muy buenos”.
Si bien contó que, al día de hoy, no ve mucho polo, opinó que “ha cambiado muchísimo, porque hay mucha gente en los palenkes, hay técnicos. Antes estaba el petisero y Juan Carlos”.
Por otro lado, Quies describió como “durísimo” el último partido que jugó Harriot, y al que acompañó. Contó que, “en Argentina, ganaron bien, pero, en Estados Unidos, cuando agarró la epidemia, los caballos empezaron con problemas de respiración y fiebre. Llegó la fecha del partido, tenían que jugar, y había algunos hasta con cuarenta grados”. De todos modos, jugaron: “Fue un partido duro, pero ganaron” resaltó Quies que aseguró que, en momentos, se ha emocionado. No por torneos ganados, sino en conversaciones; ya apuntó a definir a Harriott como “una gran persona y gran patrón. Es muy respetuoso, sabe tratar a la gente”.
Reconoció que le sigue cuidando los caballos aunque se jubiló hace siete años: “Me dijo que la cobre (a la jubilación) y vuelva a charlar. Me propuso seguir si yo me animaba” contó Quies, confirmando que sigue ahí y mantiene muy activa su relación con el ex jugador de polo.