05/04/2018RELIGION

“Dios proveerá”. La frase, que tanto han repetido siempre las Hermanas del Hogar, se confirma cada día.

Algunas anécdotas últimas para confirmar que Dios obra milagros a través de las personas.

En realidad, el diálogo con la Hermana Liliana Moyano, Directora del Hogar La Providencia, tenía como objetivo ayudar en la promoción de una actividad a beneficio, para recaudar fondos, que se hará el viernes 13 de abril, venta de tallarines frescos tipo caseros.

Pero como siempre una entrevista a la religiosa dejó mucho más, para quien quiera oírlo y reflexionarlo. Es que continuamente, en el Hogar La Providencia, y desde siempre, hay muestras concretas de que Dios provee.

Al consultarla en torno al funcionamiento del grupo de jóvenes, dijo que “este año todavía estamos organizándonos. La necesidad de la presencia está, así que vamos a ver cómo organizamos acciones juntos con la Parroquia, con el Padre Alejandro. No hemos querido organizar algo sin esperar a charlar con el Párroco y ver cómo hacemos algo juntos. Mientras tanto, seguimos visitando las familias. El lunes tuvimos una fiesta de Pascua con los chicos y sus familias. También vamos a tener una mayor presencia en la Capilla Sagrado Corazón de Jesús de Villa Belgrano, a través de la catequesis. Ahí los jóvenes también nos van a acompañar. Vamos a ir viendo las propuestas que vayan surgiendo”.

También se realiza una visita periódica a la cárcel de Saavedra, “allí nos acompañan jóvenes y adultos. Ahora, este domingo, vamos a ir a visitar a los internos. Es el Domingo de la Misericordia y el párroco y capellán de allá nos han pedido la presencia, por lo que ya hay un grupito que está inscripto para participar allí. Hace unos dos años que hacemos visitas periódicas. Desde el Penal se decide quiénes participan, son unos 20 internos, más o menos; compartimos la misa, mate, una charla informal, almorzamos con ellos. Estamos desde las 10 de la mañana hasta las 3, 4 de la tarde. Se pasa muy rápido.

Ellos agradecen un montón que los visitemos. Vemos gente muy joven también. Esto, para los jóvenes que nos acompañan, es una experiencia fuerte, están con un par, con alguien de su edad, que atravesó condiciones difíciles y está allí. Acompañarlos desde la fe es muy importante. Se puede compartir lo mismo, en otro ámbito, como es la cárcel”.

Mientras los políticos y analistas pelean y debaten si la pobreza bajó o no unos centésimos, la Hermana Liliana, y quienes la acompañan en la tarea social que desarrolla, sabe que detrás de cada número hay historias de vida, de gente, de personas que viven la frustración de no llegar a fin de mes.

Al respecto, dice la Hermana Liliana que “estamos en situaciones muy difíciles. La gente viene y toca timbre. Mucho, mucho timbre. Lo último en cifra que tenemos, que no es nuestro habitual andar contando personas: la semana pasada nos hicieron una donación grande de zapatillas, entonces les pedimos a las familias los números de los integrantes para poder distribuirlas. Contamos unas 160 personas a las cuales les llegó este calzado. Llegue a contar hasta ahí, después hubo otros llamados y se siguió distribuyendo a más gente. Este es un hecho, y no es gente que venga a pedir de gusto. Porque también vemos con la humildad que reciben el calzado. Nos habíamos equivocado y pusimos una zapatilla número 38 junto a otra, número 37, como si fuera el par. Vino la mamá y ya no teníamos más. Le pedimos las disculpas y nos dijo que no importaba, que se la iba a poner igual, porque ‘cuando lavo las zapatillas no tengo otra para ponerle, así que la guardo de reserva’. Es decir, no es que le dé lo mismo tener o no tener”.

Agradece “la generosidad y la colaboración permanente de la comunidad, que es realmente lo que sostiene y llega a todos los lugares. Anoche nos llegó una donación de mercadería de Arroyo Corto. Es decir, Dios no se deja ganar en generosidad, hace trascender las cosas por su cuenta y las cosas llegan. Se me había acabado la resma de papel, tocan timbre y traen una resma de papel. Esas cosas así nos pasan. Cosas que solamente Dios… O como con la fiestita de Pascua, que no teníamos lo propio de la Pascua para celebrar y me decían ‘Hermana no vamos a celebrar la Pascua’, y respondía ‘ya, ya, esperemos’. El mismo domingo de Pascua hubo personas, una donó un conejo gigante, a la salida de la Parroquia una rosca de Pascua y el nene, como su papá nos entregó la rosca, nos entregó su huevito de chocolate, para compartir. Estos gestos pequeños que van sumando y que hicieron la fiesta. Después, una panadería trajo dos bolsas de facturas y ya teníamos la fiesta. El domingo recibimos todo esto, y el lunes celebramos Pascua con los chicos. Por eso digo que no nos tiene que quitar el sueño. Sí nos duele, confiamos y seguimos convencidos también. Queremos de todo corazón que las generaciones que van creciendo tengan estas posibilidades concretas de poder vivir su infancia feliz y poder hacerse cargo y ser personas responsables a medida que van creciendo en su trabajo, estudio, familia, lo que cada uno elija”.