17/09/2017CULTURA

¡Nunca es tarde! Expuso sus obras para celebrar 100 años.

Emilita Bru de De Lusarreta exhibió por primera vez sus pinturas en el Mercado de las Artes de Coronel Suárez por iniciativa familiar. Sopló las velitas entre mimos y canciones catalanas.

Ella es Emilia Rosa Enriqueta Esperanza Bru de De Lusarreta pero todos en Coronel Suárez, donde nació el 8 de septiembre de 1917, la conocen como Emilita.

Pintó y dibujó durante la mayor parte de su vida -con lápiz, carbonilla y luego con acrílicos y óleo- pero nunca había expuesto su obra.

"Siempre pintó y regaló. Vos le pedías algo, lo hacía y te lo regalaba", contó su yerno Carlos, casado hace 44 años con María Cristina.

A su familia le pareció una excelente idea festejar los 100 años de Emilita con una muestra de sus trabajos en el Mercado de las Artes. Para ello tuvo que reunir a todas sus obras desperdigadas entre familiares y amigos.

La exposición -que pudo visitar toda la comunidad- fue una de las sorpresas y regalos que recibió esta alegre mujer que supo ganarse el cariño de mucha gente.

También tuvo una fiesta con torta, prendedores alusivos y agasajos; y no faltó lo más importante: el amor de sus seres queridos.

Emilita Bru nació en Coronel Suárez el 8 de setiembre de 1917. Tras el fallecimiento de su mamá, cuando era muy pequeña, se mudó con su papá y sus tres hermanos a España, donde realizó sus estudios secundarios. A los 17 años comenzó a pintar en el colegio y no dejó de hacerlo hasta los 98.

Al finalizar sus estudios secundarios regresó a Coronel Suárez. El 1 de setiembre de 1937 se casó con Carlos Lusarreta con quien tuvo cinco hijos: María Isabel, María Inés, Carlos Alberto, María Cristina y Juan Emilio.

Alegre, activa, solidaria y una viajera incansable, siempre se muestra más feliz que cualquiera aún cuando le duela algo.

Su familia describe la fortaleza de su espíritu con una frase: "No afloja nunca" .

Llegó a los cien años con las prioridades intactas: la familia y la amistad. Tanto fomentó estos valores que todos los mediodías la visitan en su casa -donde es atendida por cuidadoras- entre cuatro y seis familiares (entre hijos, nueras, yernos y nietos) para darle un abrazo y tomar unos mates.

Por la tarde, su hija María Cristina, la lleva a tomar el té a alguna de las confiterías suarenses y pasean un rato por el pueblo en el auto.

Además, cada sábado, desde hace muchos años, es la anfitriona de un almuerzo impostergable que convoca a toda la familia.

Ella come de todo; si es con picante o bien condimentado, mejor.

Uno de sus placeres más grandes en la vida fue recorrer el mundo. Lo hizo con su marido, con amigas y también sola. Visitó China, Grecia, Japón y gran parte de Europa, a la que llegaba generalmente para quedarse varios meses. De hecho, solía programar sus viajes para escapar del invierno, porque odia el frío.

Emilita tuvo un buen pasar económico, por lo que no tuvo la necesidad de trabajar fuera de casa. Tampoco participó en instituciones de la comunidad pero siempre fue muy solidaria con la gente de su entorno.

A los 96 años un ACV le produjo trastornos en el habla. Sin embargo, milagrosamente, durante el festejo de su cumpleaños estas dificultades no se manifestaron.

Su familia asombrada contó que habló de corrido y hasta cantó en catalán para los nietos y bisnietos. El festejo fue el viernes 8 de septiembre desde el mediodía y hasta las 20.30. El sábado, la reunión masiva fue en su departamento. Los nietos y bisnietos se sentaron en el piso. ¡No había sillas para tantos!

Fuente: La Nueva.