La jornada de hoy en el juicio por jurados, con seis testimonios, finalizando con los alegatos de las partes

En la jornada de hoy, la segunda de este juicio por jurados por el homicidio criminis causa de Tomás Schwab, quedan por declarar seis testigos. Cuatro de la Fiscalía y dos de la defensa. También será la jornada en la que puede llegar a escucharse la declaración del inculpado, y se cerrará con los alegatos de parte.
Antes de los alegatos, tendrá la oportunidad de hablar Felipe Delías, cuya declaración guarda para todos, un obvio interés.
Cerrando la audiencia de debate, tendrán lugar los alegatos de parte, donde por parte del Fiscal Viego, sin lugar a dudas, se valorarán las pruebas recolectadas como elementos de alto peso incriminatorio para el único acusado de este hecho que conmocionó a Santa Trinidad, quebrando la tranquilidad de un pueblo, donde todos se conocen, y donde el hecho en sí mismo, puso a todo el mundo de cara con la vulnerabilidad que genera un hecho tan aberrante, cruel y despojado de empatía alguna de parte de quien cometiere este crimen, hacia su víctima.
Habrá que escuchar también el alegato de los abogados defensores, que argumentarán que las pruebas halladas no son lo suficientemente incriminatorias hacia su defendido, quien, por otra parte, a las 23.30 horas de esa noche, llegó a la casa de uno de sus amigos, donde permaneció hasta las 2.30, aproximadamente.
La hija de Tomás Schwab, Irene, dijo dos cosas fundamentales sobre su padre; que era una persona muy confiada, por lo cual, explico al jurado que, si alguien le hubieran golpeado la ventana, llamándolo “Tomás!” y diciéndole, por ejemplo, que los animales se habían escapado (la mañana del 29 de noviembre, Tomás y su hermano Florencio se iban a encontrar temprano para cargar un camión de hacienda), su padre, dijo, no hubiera dudado en abrir esa ventana para atender la urgencia. También dijo que su padre, jamás hubiera dicho donde tenía el dinero. Eso explica también (si es que tamaña crueldad puede tener un punto de explicación), el ir y venir de las pisadas en diferentes lugares de la casa, la cómoda revuelta, la caminata hacia el aparador –donde se encontró la huella del pie calzado-, en lo que parece el objetivo insistente de encontrar dinero en efectivo.
Los vecinos de Santa Trinidad, han vuelto a recordar a Tomás Schwab en estos días. No falta quien, en este pueblo tranquilo se acuerda de ver al hombre de 91 años, afuera de su casa, dispuesto a charlar con quien pasara. Los conocidos, recordaron también que un día antes, había mandado a la hija a comprar una bombacha y alpargatas nuevas: quería estar bien presentable cuando se inaugurara el pavimento frente a su casa, porque además había sido uno de los designados para cortar la cinta. La sensación de tristeza volvió a apoderarse de la gente de la primera colonia alemana en estos días, retomando la incredulidad en torno a un hecho que demuestra, la vulnerabilidad frente a los que no tienen ningún respeto por la vida de los otros.