08/12/2018SALUD

Dr. Diego Bernardini, especialista en Gerontología.

“Si hay algo que tiene la vida es que nos da la particularidad de ser únicos. No hay dos personas mayores iguales. Y eso es lo lindo y encantador que tiene la vida y cada una de las personas mayores”.

Es Médico de Familia, especializado en Gerontología, profesor universitario y cuenta con una amplia experiencia también en investigación.

Estuvo en Coronel Suárez hace unos meses atrás presentando su libro “De vuelta. Diálogos con personas que vivieron mucho (y lo cuentan muy bien)”.

Es oportuno volver a conversar otra vez con este profesional porque sus reflexiones y consideraciones abren interesantes categorías de análisis, para quien quiera escucharlo.

Se niega a utilizar la palabra “revolución” para referirse a la nueva vejez. Dice que revolución mucho no le gusta, “porque tiene como una connotación bélica. Las personas mayores están transformando esta realidad, están transformando la realidad de una manera sutil, pero al mismo tiempo con protagonismo, activos, con aspectos muy saludables. A pesar que todavía la narrativa de la vejez, a nivel social, está muy relacionada con la enfermedad y la dependencia. A mí me gusta hablar de una nueva longevidad, porque en realidad personas mayores hubo siempre a lo largo de la vida, desde Aristóteles, Sócrates, la época de los romanos, siempre hubo gente que rompieron esa expectativa de vida que apenas llegaba entonces a los 30 años y estas personas llegaron a los 70, a los 80”.

El profesional establece que “la realidad es esa: longevidad hay hace mucho tiempo, lo que vemos ahora, de manera diferente, es que esta longevidad se está viviendo de una manera completamente nueva, y muchas veces inesperada”.

Y al decir esto se refiere a “personas mayores que hoy deciden emprender, que hoy deciden seguir trabajando, viajar, volver a enamorarse.

Vemos cada vez más personas que se separan de su pareja de toda la vida a los 70 años y se vuelven a enamorar a los 80. Y eso está muy bien y es muy interesante, porque esa transformación nos está llevando a redefinir todo lo que tiene que ver en relación a las personas mayores”.

Dijo que, a la vejez, no hay que asociar tristeza y/o soledad.

“A pesar de eso sí hay una realidad. Dentro de esto los estereotipos juegan un rol muy pesado, fuerte, a nivel social. La soledad se la suele asociar a las personas mayores, pero la soledad es un sentimiento, un sentir muy subjetivo, que no es prioritario, no es propio de las personas mayores. Se han hecho estudios en Canadá, Estados Unidos, en población de estudiantes universitarios, donde aproximadamente el 40% de esos estudiantes se sienten solos. Una cosa muy diferente es la soledad como un sentir que, al mismo tiempo, hay que diferenciarla de una soledad no deseada. Porque personas solitarias hemos conocido todos a lo largo de nuestras vidas. Es razonable que, si fueron solitarias toda la vida, también envejezcan de manera solitaria. Lo que hoy preocupa es la soledad no deseada, la persona que se enfrenta de golpe a una viudez, a la partida de sus hijos, a una mudanza también no deseada. También es interesante plantearnos el concepto de aislamiento social, cuántas personas a veces quedan aisladas socialmente. Y eso también es factor de riesgo. Hoy sabemos que el ser humano es un ser social, el número de contactos sociales que tengamos en nuestra vida es un estímulo cognitivo que nos permite mantenernos incluidos y conectarnos socialmente y, por supuesto, se relacionan con longevidad”.

Pero hay que tener cuidado para no subdiagnosticar cuadros de depresión por asociarlos con tristezas propias de la vejez.

Al respecto, el Dr. Diego Bernardini dice que “la soledad es un sentir, un sentimiento; la tristeza también. Es normal, esperable, que una persona que enviuda, que pierde un trabajo, que pierde una mascota, que se muda, tenga un sentimiento de tristeza, porque de alguna manera eso refleja una pérdida. A mí, como médico, me preocuparía una persona que se muestra excitada, feliz, histriónica. Ahí evidentemente hay algo que está fallando. Por otro lado, como decíamos, está la depresión. Es una enfermedad con criterios de inclusión, tiene tratamientos que son farmacológicos, terapéuticos, que tiene que ver con hábitos de vida, como la actividad física. ¿Qué es lo que está pasando con las personas mayores? Que muchas veces se confunde esa soledad con una depresión. O se confunde un sentir propio de la vida, como un duelo ante la pérdida de la pareja, con una depresión. Es normal que a una señora o un señor que pierde su pareja de toda la vida este triste. Ahora, que eso sea una depresión es completamente diferente. Eso va a llevar un tiempo, otras actividades de diagnóstico y, a partir de ahí, otro tratamiento”.

Destaca el profesional consultado que “es importante entender que cuando se recibe en un consultorio a una persona mayor no es un niño o una niña con más cantidad de años. Es una persona que requiere de otro tipo de escucha, de otras habilidades de lenguaje, de otras destrezas para el diagnóstico y de otras capacidades de atención. Esto, la realidad, es que todavía es muy difícil de entender. Primero, porque los profesionales de la salud somos pocos los que estamos entrenados o preparados para atender personas mayores. Pero también esto responde que la gran cantidad de personas mayores, que al mismo tiempo forman parte de esta nueva longevidad, también es algo muy reciente”.

La vida no se acaba con la jubilación.

Explica: “todos tenemos un viejo dentro nuestro. Uno siempre escucha ‘todos tenemos un niño dentro’. ¡Sí, es cierto! Todos tenemos un niño dentro, nos gusta jugar y recordar aspectos vinculados a nuestra niñez, pero también todos tenemos un viejo dentro. Y ese viejo, la diferencia que tiene, es que es muy difícil a veces reflexionar aspectos que quizás nos puedan provocar un cierto malestar. Pero sería bueno que, como personas, como individuos, pensemos un poquito cómo nos gustaría envejecer. Cómo nos gustaría que nuestros derechos –dónde y cómo vivir, de qué puedo trabajar, cómo ayudar al mundo o a mi sociedad, con qué vínculos me relaciono desde el punto de vista social-, que esos derechos, esa toma de decisión, no caduquen por un tema de edad. Como, por ejemplo, a veces se impone la jubilación”.

“A uno lo jubilan de un trabajo y parece que lo están jubilando de la vida. Me parece que tenemos que pasar de un modelo de desarrollo, que premia la eficiencia, el trabajo, la productividad, por un modelo de vigencia, que tiene que ver con la inclusión social, la participación, con poder brindar nuestro capital humano en función de la experiencia, del conocimiento, de la vida, para quienes nos rodean y las generaciones que vienen. Pensar que la vida no se acaba con esa jubilación, sino que hay mucho más por descubrir y por llenar de proyectos”.

Los hijos no tienen que ‘hacerse cargo’ de los adultos mayores, “yo lo cambiaría por ayudar –dice el Dr. Bernardini- a mí me parece que es fundamental escuchar a las personas mayores. Tenemos que escucharlas. Tenemos que pensar cómo nos gustaría a nosotros, qué nos pasaría a nosotros. Muchas veces les planteo a las personas, en las charlas o en las clases de la facultad, que anoten en un papel cómo les gustaría terminar, si pudiesen elegir. ¿Cómo les gustaría terminar sus días? ¿Dónde? ¿De qué manera? Y, por otro lado, les digo que anoten aquello que no les gustaría que les sucediera. Esos ejercicios, que son extremos y que plantean situaciones mucho más dramáticas, me parece que es lo que tendríamos que hacer. Porque a partir de ahí podríamos ponernos, de alguna manera, en el lugar del otro. El lugar del otro es nuestro lugar el día de mañana. Lo que pasa, como sociedad, es que todavía nos debemos el conversar de muchas cosas, como esto, que es la longevidad”.

Derecho a la sexualidad, también en la adultez mayor.

Al respecto, el Dr. Bernardini dice que “la sexualidad no tiene que ser un elemento que se jubile con los años. La realidad es que he conocido, conozco, tengo pacientes, tantos hombres como mujeres, que disfrutan de una sexualidad plena, quizá como alguna vez una de ellas me dijo, con menos frecuencia. Pero lo que es interesante es entender que, para muchas personas mayores, el tema de la sexualidad forma parte de algo muy importante en su satisfacción vital. También hay que entender, para los que trabajamos con personas mayores, que muchas veces no estamos preparados para abordar un tema, que forma parte de una intimidad del paciente, muy profunda”.

Requiere también saber “cuestiones básicas: la sexualidad de la mujer respecto del hombre, cuestiones que son de estadísticas, de promedios, que indican que a medida que se va envejeciendo la frecuencia va disminuyendo. Quizá hoy los hombres la tenemos más fácil por la ayuda química, la famosa pastillita nos está ayudando a dejar de lado la jubilación de una genitalidad plena. Pero más allá de eso, es importante entender que hoy no sólo hay desafíos vinculados a una sexualidad convencional, como se suele decir, sino que hoy estamos teniendo desafíos que tienen que ver con personas con VIH positivo, que están arribando a ser personas mayores, porque hoy esta enfermedad pasó a ser crónica.

Tenemos también las minorías sexuales que hoy también están arribando a expectativas de vida avanzada. Entonces, hoy la sexualidad se plantea como un abanico de posibilidades, colores, opciones que tienen que ser consideradas. Porque además ellos mismos nos están planteando este tipo de desafíos. Y aunque se la quiera tapar, la sexualidad en muchas personas mayores está presente y lo está no sólo con un erotismo, por fuera de la genitalidad, sino que está también en un erotismo con genitalidad. Es un tema que no es fácil, pero que hay que empezar a hablarlo”.

Lo que aprendió de los adultos mayores.

El Dr. Diego Bernardini, ante el requerimiento, se refiere a su nuevo libro. “El libro formalmente refleja 22 diálogos con notables personas de la sociedad argentina. Mi experiencia con esos diálogos hoy hace que sean más de 60”.

“A título personal para mí fue y es un aprendizaje continuo. Poder escucharlos, conversar con estas personas que están adelante en el camino de la vida. Por otro lado, lo que me planteé fue mostrar que se puede, a través de esta nueva longevidad, una visión amable, optimista, generosa, positiva, de todo esto que debería ser motivo de celebración, que es el vivir más tiempo”.

“De alguna manera, uno cuando lee ese libro no se refleja en uno de estos personajes, sino que de cada uno hay algo que aprender. Si hay algo que tiene la vida es que nos da la particularidad de ser únicos. No hay dos personas mayores iguales, no las hay. Y eso es lo lindo y encantador que tiene la vida y cada una de las personas mayores”.

Y agrega, “nos enseñan que la vida es blanco y negro, y en realidad estas personas nos están mostrando que la vida es una gama de grises intermedias, que es interminable. Hay que entender que la vida es un viaje, que sabemos que se va a acabar, pero lo interesante es que nunca sabemos cuándo. Lo que hay que hacer es ponerle color, ponerle vida a esos años que nos regaló el destino”.