21/11/2018RELIGION

Se recordó el Día Mundial de los Derechos del Niño.

“No se puede escuchar desde un escritorio porque no se conoce la realidad. Hay que ir a la casa, hay que visitarlos” expresó la Hermana Liliana.

Nuestro país adhiere a la Declaración de los Derechos del Niño con jerarquía constitucional.

El martes fue el Día Mundial establecido por la Asamblea del año 1954 de la Organización de las Naciones Unidas.

Para conocer cómo estamos en Coronel Suárez, tomando en cuenta su mirada analítica, crítica y permanente acción por los niños vulnerados en sus derechos, consultamos a la Hermana Liliana Moyano, Directora del Hogar La Providencia.

“Es más fácil decir qué derechos están vividos, contemplados y custodiados. La lista es más cortita. Desde hace 12 años aquí en Coronel Suárez siempre recalco lo mismo: la gran predisposición y la mano tendida de la comunidad. De cada particular, de cada uno, para ayudar a la niñez y a las familias que lo están necesitando. Eso lo recalco siempre”, fueron sus primeras palabras.

Su inquietud inicial, “y la que sigue estando ahora es cómo se previene alguna vulneración desde las autoridades, desde quienes les corresponde. Ese es un punto esencial en la ley y que no se vive. No se previene. Hay muchos niños con las caras tristes, que padecen porque no tienen lo necesario. O para comer o ahora está muy habitual escuchar decir a los niños que en la escuela le hacen burla, le pegan, se burlan porque no llevo determinada ropa, o porque no tengo para la merienda. También esta agresión que se ha trasladado a los niños mismos, que no se sienten contenidos y felices por sus pares. Eso es gravísimo. Que los adultos los descuidemos era un tema. Ahora sumamos otro, que es que quienes no tienen lo necesario también se sienten mal y aparte, y agredidos por sus propios pares”.

Dice la Hermana Liliana que están trabajando “la cuestión de la autoestima en los mismos niños. Decirles que no valen por lo que tienen, sino por lo que son. Que tienen un nombre –se llaman entre ellos de cualquier manera, despectivamente-, decirles todo el tiempo que su mamá y su papá les pusieron un nombre, que lo llamen por ese nombre y no respondan a los otros adjetivos que le dicen, porque vos no sos esas cosas.

Cada uno es una persona, con un nombre, y así Dios nos reconoce y nos ama. Es decir, en lugar de aminorar el trabajo a través del tiempo cada vez se intensifica más, se complejiza más”.

Hay alguno bueno para rescatar: “en este último año, como comunidad parroquial, estamos trabajando mucho en este tema. El lunes último celebramos el Día de la Providencia, con la misa presidida por el Padre Alejandro, quien recalcó, desde otro punto, esta misma realidad. Lo hicimos unidos al Movimiento Familiar Cristiano, la Capilla Sagrado Corazón de Jesús de Villa Belgrano y la Capilla Exaltación de la Santa Cruz.

O sea, todos juntos, compartiendo este día, junto a las familias que visitamos desde la misión. Esta tarea que hacíamos desde el Hogar la estamos haciendo juntos desde Parroquia, uniéndonos también al servicio que presta Cáritas”.

Consultada sobre el camino que habría que hacer para una mejor prevención de los padeceres de la niñez, señaló la Hermana Liliana que “primero hay que escuchar. Y para escuchar hay que ir al lugar, hay que ir a la casa, hay que visitarlos. No se puede escuchar desde un escritorio, porque no se conoce la realidad. Se fragmenta y uno decide en función de lo que tiene en las cuatro paredes. Entonces, esa escucha no es válida. Y hay que perseverar en el seguimiento. Entender que la persona es toda una realidad, que, aunque se le den cosas materiales, no se soluciona el problema. No se soluciona con planes sociales, con subsidios, con alimentos, solamente. No digo que no hay que darlo, ¡por favor! Es necesario, muy necesario, pero no es la solución. Somos personas, somos una realidad compleja y se nos tiene que atender desde esta realidad. Que cada uno es en el seno de una familia”.

Habló también del trabajo que se debe hacer en la escuela, por el tema del bullying: “desde la catequesis y desde los niños que nos visitan escuchamos estos comentarios. No lo hacen como queja, lo hacen comentando una vivencia cotidiana. La sufren. Se los cuentan a sus mamás, que tampoco son escuchadas, porque no es algo que se revierta. Eso es algo que nos preocupa muchísimo. Porque antes se la pasaba bien en la escuela, en otros ámbitos, pero ahora hay que reverlo. No soy quién para decir cómo se debe trabajar en el ámbito educativo, pero, de hecho, hay que tener en cuenta esta realidad y hacer algo”.

Agradeció a Dios, “porque en su Divina Providencia está siempre con manos, rostros concretos. Agradecer a toda la comunidad de Coronel Suárez, que es siempre cercana y pone lo mejor. Sumémonos, estemos atentos al que está al lado y tratemos de hacer algo. No se trata de abarcar diez familias, con una sola, entre tres o cuatro que nos decidamos a contener y acompañar, podemos ir cambiando la realidad”.