15/04/2022RELIGION

Diácono Diego Areán: “Esta es una gran oportunidad para que sea un tiempo especial, para todos, incluso para los no cristianos, o los que no creen”

Cómo vivir este tiempo de Pascuas, para que sea significativo para todas las personas, creyentes o no, fue el motivo de la entrevista con el Diácono.

“Uno de los hitos más importantes, en la historia de la humanidad, acontece, se recuerda, en un día como hoy” dijo en la entrevista, refiriéndose a este Viernes Santo y a la muerte de Jesucristo. “Queramos o no, influye en nuestra historia y en nuestro mundo occidental, especialmente, que ha nacido a la luz de la experiencia cristiana, que se ha gestado ya desde hace siglos, en estas vivencias y enseñanzas, las de Jesucristo y la experiencia de los primeros cristianos, que llegó, a través del curso de la historia, pero que llegó hasta nosotros”.

Indicó que ese acontecimiento “tuvo tanta fuerza, y la presencia de Jesús sigue estando tan viva, que por eso sigue estando presente entre nosotros, generando cosas en nuestro interior”.

Consultado en torno a cómo mejor vivir este tiempo, que es tan complicado para la humanidad, pandemia mediante o no, Diego Areán dio su opinión personal: “La pandemia nos ha dejado más a la luz nuestras fragilidades, que tienen que ver con todo el ámbito posible de fragilidades humanas, que son fruto de la injusticia, de la mala distribución de los bienes, de la falta de empatía hacia el otro”.

Habló de las fragilidades que “tienen que ver con lo social, lo económico, y las fragilidades de los vínculos”. Por eso, consideró que “la pandemia, lo que ha hecho, es dejar más a la vista esas fragilidades”. Destacó también las realidades mundiales, “que nos tocan de alguna manera. Como prender el televisor y ver lo que sucede con la guerra en Ucrania, o en otros lugares, como Siria u otros lugares del Medio Oriente, que viven estas realidades injustas y de tanto sufrimiento”.

Puede pasarnos que surja un pensamiento, dice Areán: “De la pandemia parece que no aprendemos. Cuando hace un año y medio estábamos hablando de todo lo que podíamos aprender de este tiempo de fragilidad, en el que teníamos que tener el cuidado de nosotros y de los otros. Y hoy, cuando la pandemia no está tan fuerte, nos encontramos con que los vínculos están más deteriorados que antes, las fragilidades más expuestas”.

Planteado este panorama, dice el Diácono consultado que “parece que estamos rengos, y que hay mucho por construir”. Por eso, esta Semana Santa, este Viernes Santo, estas Pascuas, “nos puede dar una pauta, una enseñanza de algún camino posible para romper el odio, romper el círculo de la falta de empatía”.

Deseó, “aunque suene muy idílico, poder generar un mundo distinto. Al menos, a mi alrededor. Que podamos darnos cuentas que así no funciona, que algo tenemos que hacer todos, en el lugar en el que estamos. Sin echar la culpa al otro, como si fuera el responsable de los problemas que tenemos. Asumir que nosotros tenemos las herramientas para vivir las cosas no solo de otra manera, sino para poder transformar, romper el círculo”.

La paz de la humanidad es la sumatoria de la paz interior de cada ser humano. “Distraerse en el ruido, en lo ajeno, escaparle a la mirada interior, al silencio, claramente no nos conduce a algo bueno. Eso nos distrae de tal manera que después, cuando uno tiene que encontrarse con uno mismo, en el mejor de los casos, lo tapa con cosas buenas, o con falta de proyectos, adicciones, falta de interioridad”.

Destacó que “hay en el mundo una movida muy importante que busca la interioridad. Ese es uno de los caminos”. Y agregó que “desde la fe, para nosotros, el camino es el encuentro con el Señor. En los momentos de oración personal, en la lectura profunda, en la mirada para adentro de nuestro interior. Tratando de buscar qué es lo que tenemos que transformar. Mirar adentro para poder transformar aquellas cosas que necesitan ser cambiadas”. 

También pidió a quienes tiene fe no creer “que, por cumplir un rito, está todo resuelto”. Esto ha hecho que, “tal vez, mucha gente se vaya de la iglesia”. Se trata, dice Diego Areán, de “buscar caminos genuinos de interioridad, adonde al menos los cristianos aportamos el camino de poder encontrarnos a nosotros mismos y descubrir el paso de Dios en nuestra vida, en nuestra historia. Eso es extraordinario y apasionante”.