01/06/2020REGION

Coronavirus, cortinas bajas y ningún turista: se viene el peor invierno en las sierras.

La Comarca Serrana de Tornquist no recibe visitantes desde marzo. El presente de los pequeños prestadores es crítico.

 

La situación, aseguran, es desesperante. Luego de más de 70 días de aislamiento por la pandemia de Coronavirus, el sector turístico de la Comarca Serrana permanece con las puertas cerradas y las cortinas bajas, pero sobre todo  ve cada día más lejana la posibilidad de trabajar.

La paradoja es cruel: en un distrito libre de Covid-19, cabañas, confiterías, restaurantes, departamentos y toda la gente vinculada a su funcionamiento saben que van a vivir el invierno más duro de las últimas décadas.

El municipio fue uno de los de reacción más rápida en la región: cuando en todos lados se preguntaban qué hacer, Tornquist decidió cerrar sus puertas a los visitantes. Así, a mediados de marzo ningún turista podía entrar al distrito y  solo podían quedarse los que habían llegado antes del famoso decreto presidencial 297. El feriado largo de Semana Santa pasó desapercibido.

La principal industria con que cuenta hoy el distrito serrano sintió de inmediato el golpe y hoy ya vislumbra que no habrá temporada invernal: las 7 mil plazas hoteleras que están sin ocupar desde marzo permanecerán así, al menos, un par de meses más.

El resultado es tremendo. La mayoría de los prestadores no sabe de dónde  va a sacar dinero no sólo para pagar servicios o tasas, sino siquiera para vivir.

“Hay gente que tiene más de 50 millones de pesos en infraestructura pero no tiene para darle de comer a sus familias -reconocen los dueños de un pequeño complejo recreativo cerrado hace ya dos meses y medio en Villa Ventana-. Algunos se salvan porque no dependen de la actividad y a lo sumo deben afrontar algunas pérdidas, pero aquellos que invirtieron todo lo que tenían y apostaron a tener dos o tres cabañas en la Comarca Serrana la están pasando muy mal”.

Después del 20 de marzo, el golpe en la economía diaria fue casi inmediato. Lo primero que se cortó fue la contratación de trabajadores tercerizados que se encargan de cortar el césped, parquizar, limpiar piletas, o asear cabañas. Fueron los primeros en quedarse sin ingresos; después llegó el turno de los empleados fijos, que también dejaron de trabajar.

La cadena de pagos fue la siguiente en verse afectada. Los comercios gastronómicos o de artículos regionales, íntimamente vinculados al turismo, también sintieron el golpe.

Muchos de ellos aún se ven obligados a pagar el alquiler aunque los dueños del local sepan que no hubo ingresos y que no los habrá en el corto plazo; algunos tuvieron la suerte de que les “perdonen” estos meses hasta que se normalice la situación, pero son los menos.

En el centro de Villa Ventana, por ejemplo, el costo mensual por uno de estos lugares tiene un piso de 15 mil pesos y puede alcanzar los 30 mil; muchos de ellos están cerrados, lo mismo que en Sierra.

Rebusques hay muchos. Entre los comerciantes tratan de ayudarse unos a otros, comprándose productos entre sí, pero es apenas un aliciente. El dinero que se mueve apenas alcanza para algunos costos mínimos: los servicios como la energía que brindan las cooperativas eléctricas hay que pagarlos religiosamente.

Hoy, algunos de estos comercios les “abonan” a sus empleados dándoles la comida diaria para sus familias. “Es lo único que pueden hacer. Pagarles el sueldo es imposible”, cuentan. Desde Acción Social de la comuna se está asistiendo a algunos prestadores, pero muchos todavía no se animan a solicitar la ayuda.

Salvo por la ausencia total de turistas, las calles de la Comarca Serrana parecen sacadas de otros otoños sin pandemias ni cuarentenas. La gente camina tranquilamente por ellas y no todos usan barbijo. En su mayoría, los comercios están abiertos y, los que no, irán abriendo sus puertas con el correr del tiempo. A partir de mañana, por ejemplo, se habilitarán nuevamente los gimnasios: eso sí, con turnos previos y no más de diez personas simultáneamente.

“Tenemos miedo de como vaya a seguir todo esto. Es el tercer mes en que no entra un peso y no hay por dónde arrancar. La municipalidad nunca se acercó para ver qué nos pasa. Nos sentimos abandonados”, aseguran los prestadores.

Por el momento no hay una solución clara; al menos para el sector turístico. Más allá de la condonación del pago de alguna tasa municipal menor y la colaboración con bolsones de comida para aquellos en situación más desesperante, en la comuna de Tornquist saben que hay poco que se pueda hacer hasta que la cuarentena se levante.

En la cabeza de algunos funcionarios y prestadores existe la posibilidad de desarrollar un programa turístico similar a lo propuesto en Jujuy, estableciendo la procedencia del visitante por medio de una declaración jurada. Si esa persona y su grupo familiar llegaran desde un distrito libre de Coronavirus, podría alojarse en la Comarca y hacer uso de sus servicios.

Esto permitiría un ligero movimiento turístico que, en los papeles, beneficiaría a los pequeños prestadores, ya que se entiende que a los grandes complejos no les convendría abrir sus puertas por los costos de hacerlo para pocas personas. “Sería para mover un poco la economía, no para salvarnos”, coinciden. Por ahora el proyecto no es más que una idea incipiente.

Mientras tanto, la industria sin chimeneas que hace funcionar a la Comarca Serrana está cerrada y no parece que vaya a abrir pronto.

“Teníamos la esperanza de que esto iba a ser corto -lamentan los prestadores-. Vamos a tratar de sostenernos, pero la situación es crítica”.

"La situación es complicada e incierta"

“Estamos tratando de sostenernos y aguantar, pero no sabemos cómo termina ni cuánto tiempo más se va a aguantar”, señaló Gabriela García, de la Comisión Directiva de la Cámara de Comercio y Turismo de Villa Ventana.

“En este momento la situación es complicada e incierta para el turismo. Cada caso es particular y es difícil generalizar porque todo depende también de cuánto pudo ahorrar cada uno de lo que ganó durante el verano, pero el trabajo se cortó para todos”, aclaró.

García comentó que aún no se ha dado un cierre masivo de negocios, más allá de que la mayoría de los comercios no está abierta.

“Regalerías, artesanías, artículos regionales no abren porque no hay masa crítica; tampoco hay habitantes de la villa que compren artículos de consumo turístico. Entonces no conviene tener abierto y generar mayor gasto operativo”, sostuvo.