09/08/2018TRADICIONES

Los Pueblos Alemanes y su gente. Pedro Schroh.

“El Progreso es como una gran escuela”.

Pedro Schroh fue durante tres períodos Presidente del Club El Progreso, pero está relacionado con la entidad desde siempre, desde que era chico.

Fue jugador de fútbol del club, desde los 10 años, fue entrenador del equipo y desde siempre está relacionado con la entidad, incluso desde su propia familia: su esposa, Patricia, está recopilando la historia del club, para que no se pierda y para que no se olvide. Y sus hijos, uno es profesor en la entidad, el otro es jugador de fútbol. Así que los domingos se esperan los partidos, y durante toda la semana se habla, en la mesa familiar, de El Progreso. Es inevitable cuando toda la familia lleva los colores de la entidad pintados en el corazón.

En diálogo en la Radio así se refirió Pedro a lo que siente por El Progreso.

“Estuve tres periodos como Presidente, seis años. Creo que ese lapso de tiempo estuvo bien. Cuando uno arranca tiene una ilusión muy grande y unas ganas enormes, y no le tiene miedo a nadie. Pero después te cuesta más por diferentes circunstancias. Se complica y es hora de dar un paso al costado, y está bien. Aunque uno tenga ganas de seguir hay que pensar en que quién te sucede tenga tal vez más ganas que vos en ese momento”, dijo en el principio de la entrevista.

Los recuerdos se le mezclan, entre jugar, dirigir, ser directivo: “la verdad es que he pasado momentos hermosos, inolvidables. Siempre voy a estar agradecido al club por las cosas que me dio, porque tuvo que ver en mi formación también, como persona. Me ha dado la posibilidad a través del fútbol de conocer muchísima gente. Hoy, si alguien me conoce en el ambiente es por el fútbol. Hemos vivido muy lindos años”.

Empezó a jugar cuando tenía 10 años: “en ese tiempo no se podía fichar al jugador, a mí me anotaron con dos años más para que pudiera jugar. Me encantaba jugar al fútbol. Debe estar en mi sangre. Me llamaba mucho la atención jugar, también me encantaba ver a los directivos, las cosas que hacían. Más en un pueblo como el nuestro, que es muy pequeño, y yo vengo de otra época. A mí me costó mucho la integración.

De chiquito, cuando jugábamos, nos costaba hablar el castellano. Sentí el choque, la discriminación de Suárez hacia la Colonia. Se hacía difícil y, sin embargo, llegué a pelearla bastante, en ese sentido”.

“Creo que El Progreso es la máxima institución. Seguramente que un docente me diría que… las escuelas. Pero El Progreso es una escuela. Mi mujer está haciendo un trabajo para que quede un archivo histórico. Y si uno lee las actas, de esos tiempos, ha sido un club muy solidario, siempre. En el ´60 entregaban bolsas de caramelos para los chicos, ayudaban a los Bomberos. Un montón de cosas. Por eso creo que es imprescindible para la Colonia este club”.