13/05/2017TRADICIONES

Los Pueblos Alemanes y su gente. La familia de Héctor Maier Schwerdt.

Con la emoción de ver el nombre de Héctor perpetuado en el Centro Cultural del Pueblo Santa Maria. Marta Rack de Maier: “yo lo acompañé mucho, tenía que investigar mucho, teníamos que salir. No había Internet, entonces había que ir hacia los lugares. Fuimos hasta Santa Rosa en una oportunidad. Él quería saber las raíces de los abuelos, porque nuestros abuelos vinieron de Rusia”. Es decir, todo empezó con un interés en la propia historia familiar, hasta traducirse luego en una puesta en valor de las raíces culturales de la gente de los tres Pueblos Alemanes.

Este domingo tendrá lugar un acto muy emotivo en el Centro Cultural de Pueblo Santa María: se le impondrá a esa institución el nombre de Héctor Maier Schwerdt.

Es una justa designación. Por un lado ese lugar fue la casa familiar de Héctor, no donde nació, sino donde vivió buena parte de su infancia y hasta años posteriores luego de casado, porque era la casa de sus padres. También, por sobre todas las cosas, es una más que justa designación considerando todo lo que trabajó Héctor Maier por el rescate de la cultura y las tradiciones de los alemanes del Volga.

Lo hizo desde su propio convencimiento, a pesar de que muchos les decían “para qué revolver cosas viejas, eso mejor olvidarlo!”, en rescate de todo el acervo cultural de los alemanes del Volga.

Marta Rack nos recibe en la casa de su hijo Daniel. Por la mañana había participado en una actividad en el jardín de su nieta, destinado para los abuelos. Y para las 11 de la mañana un guiso se cocía lentamente, despidiendo increíbles aromas familiares, sabiendo Marta que ese menú iba a ser muy bien recibido por toda la familia, porque viene de las manos de una abuela y una madre que hace delicias en la cocina.

Marta es la esposa de Héctor y a tres años del fallecimiento de su compañero de la vida por muchos años le cuesta mucho acostumbrarse todavía a la soledad de la casa en Santa María. Cuenta que lo extraña mucho cada día.

“Yo lo acompañé mucho, tenía que investigar mucho, teníamos que salir. No había Internet, entonces había que ir hacia los lugares. Fuimos hasta Santa Rosa en una oportunidad. Él quería saber las raíces de los abuelos, porque nuestros abuelos vinieron de Rusia”.

Es decir, todo empezó con un interés en la propia historia familiar, hasta traducirse luego en una puesta en valor de las raíces culturales de la gente de los tres Pueblos Alemanes.

“Decían siempre, ¿por qué Héctor quiere saber algo? Que lo deje tranquilo. Y el no, decía ‘que digan lo que quieran, yo quiero investigar de dónde vinieron mis abuelos’. Tenía ganas de ir también, pero tenía muchas operaciones y fue imposible. Entonces se dedicó más al diario y a seguir sus investigaciones desde aquí”, dice Marta.

Cuenta que las cosas que vivió al lado de Héctor fueron “todas lindas. Especialmente cuando fuimos a Santa Rosa, donde nos atendieron muy bien, y en muchos otros lados”.

Otro momento increíble y bien merecido fue cuando a Héctor le entregaron el premio Caduceo, por su dedicación y logros en preservar la cultura de los alemanes del Volga.

Recuerda Marta que él vivía en su rinconcito del living y cuando yo entraba a comentarle algo me decía ‘¡vieja, otra vez me hiciste equivocar!’. Era muy lindo para nosotros, estábamos siempre juntos. Después ya tenía más conexión, de Alemania y de otros lugares. Estaba muy contento, muy emocionado con el premio Caduceo, lo llamaban directamente desde Alemania para felicitarlo”.

Cuando se le pregunta cómo siente esto de que el Centro Cultural lleve el nombre de su esposo, Marta no puede dejar de emocionarse hasta las lágrimas. Sabe que este domingo va a ser un momento difícil. Estará compartiéndolo con sus hijos Daniel, Dolly y Daiana y de las familias que cada uno de ellos ha constituido. Sabe que es un merecido homenaje para Héctor y no duda que “él estará muy feliz en el cielo”.