13/07/2017RELIGION

Para detenerse a pensar.

“Qué no debo negociar a esta altura del año, para volver a mi interioridad. Dios habita en el interior, en la raíz de uno mismo”. Entrevista al Diácono Diego Areán.

Pareciera que cada vez el mundo está un poco más loco. Y cada uno de nosotros vive en este mundo, por lo que fuimos en busca del Diácono Diego Areán para que nos ayude a reflexionar sobre esta cuestión, para que cada uno intente bajar la locura reinante desde sus posibilidades.

“Siempre a mitad de año uno siente que empieza a aflojar, que el cansancio aflora un poco. Hay ambientes donde se vive esto con más intensidad, como los ámbitos educativos, que tienen ese corte a la mitad de año. Creo que hasta psicológicamente uno se prepara para tener un rendimiento hasta la mitad de julio, y después necesita como un impasse. Es como el día viernes, que todos lo esperan porque después llega el descanso del fin de semana”, dijo el Diácono Diego Areán al principio de la entrevista.

“A mí me parece que la clave está en lo profundo, en volver al interior. En la medida en que todos perdemos el eje y la mirada en nuestra interioridad empezamos a desbarrancarnos. En estos momentos del año uno debería hacer el esfuerzo, a pesar del cansancio, de volver a la raíz. ¿Dónde están mis raíces? ¿Dónde está mi interioridad? ¿Dónde estoy yo, en lo más profundo de mí mismo, para no quedarme en el afuera, en lo ajeno, no alienarme? Me vuelco hacia afuera, el qué dirán, la moda, lo que el otro espera de mí, lo que me había planteado que tenía que hacer, un proyecto que tenía previsto, todo para afuera. Me termino alienando y, en definitiva, voy a poder transitar el año de una manera más integral, con un montón de elementos que ayuden a mi calidad de vida, en la medida cuánto menos me alienen, cuándo más me vuelva hacia mí mismo”.

Explicó que este volverse hacia uno mismo, “no es ponerme en el centro de una manera negativa, sino de una manera positiva. Cuidar mi interioridad. Cada uno debería ver, de acuerdo a su día, a sus responsabilidades, a su historia, a la realidad que tenga – si vive solo, en familia, con hijos-, en medio de todas esas variables, el desafío es, tal vez, que nos sentemos un ratito y pensemos qué no puedo negociar para cuidar mi interioridad. Puede ser que para alguien la respuesta sea un rato de silencio en la mañana, para otros una caminata, para otros un momento de oración, una lectura, un mate o un café con un amigo, una charla con alguna persona que uno aprecia. La invitación es a que todos podamos pensar en eso: ¿qué no debo negociar en este momento del año para que pueda sostener mi vida interior? Ahí es donde yo vuelvo a la raíz. Y lo lindo, desde la fe, es que Dios habita donde están las raíces. Por eso hay que ir a la raíz. Si yo vivo en el afuera me termino perdiendo lo mejor de mí mismo, y el lugar donde habita Dios en lo más profundo de mí”.

El Diacono luego afirmó que “ese esfuerzo, innegociable, a esta altura del año, cuando podemos estar muy cansados, no podemos permitirnos no preguntárnoslo. Volver a la interioridad nos ayuda a descubrir cómo palpita la historia, cómo palpita lo que va pasando, que no es nada extraordinario. Es cierto que el mundo está complejo, pero siempre lo ha sido. Y la historia es conducida por Dios, entonces si volvemos al interior vemos que hay un hilo que conduce todas estas cosas, y podemos llegar a pacificarnos y no caer en la trampa de que todo va cada vez peor, una actitud que tenemos en la Argentina”.

Finalmente expresó que “tenemos la actitud del tanguero, ‘la araña que salvé me picó, más cosas no me pueden pasar, en diciembre va a ser peor’. Creo que el tango nos representa tanto. El panorama siempre parece ser el peor. Volver al interior nos ayuda a descubrir que las cosas no son como muchas veces nuestra identidad cultural nos ha marcado. Descubrir que Dios conduce la historia. N podemos vivir desde otro lado que desde nosotros mismos, donde terminamos encontrándonos con Dios. Esto es innegociable, para vivir una vida con calidad, que merece ser vivida, aún en los momentos de dificultad”.