15/12/2017RELIGION

En el mes de marzo el Padre Diego Kessler dejará la Parroquia Nuestra Señora del Carmen.

Pasará a conducir una Iglesia de Punta Alta. A Coronel Suárez llega el Padre Alejandro Guidobaldi. Nuestro Párroco y sus recuerdos en el día que conmemora sus 28 años de ordenación sacerdotal.

Luego de casi diez años de estar al frente de la Parroquia Nuestra Señora del Carmen el Padre Diego Kessler se despedirá de los suarenses en el mes de marzo del próximo año, ya que por disposición del Arzobispado de Bahía Blanca pasará a cumplir funciones en una Iglesia de Punta Alta.

“En ocasión de una conversación del año pasado con el Obispo había pedido cuál era la disponibilidad de los sacerdotes, como para realizar algunos cambios. De hecho a principios del año pasado se hicieron algunos cambios, donde estuvieron implicados 17 sacerdotes, de los 37 diocesanos que somos. Para este año tocaba otros cambios. Somos cuatro los que estamos en juego. Uno tener que ir a reemplazar al otro, es un movimiento sincronizado que tenemos que realizar”, dijo al principio de la entrevista.

Recordó que los nombramientos de los sacerdotes “son por seis años, en cada período. Yo estaba ya dentro de lo que es el segundo período, el año próximo en febrero son 10 años que estoy en Coronel Suárez. Si bien a todos nos tomó poco de sorpresa, pero si el Obispo necesita estamos a su disposición. Yo no tengo ningún apuro por irme, pero tampoco estoy desesperado por atarme a la pata de la cama y no querer moverme”.

Agrega que “diez años no es poco tiempo, es el tiempo que más he estado en alguna parroquia”. Informa que se va a la Parroquia San Pablo de Punta Alta, que está al norte de la ciudad.

A Coronel Suárez llegará para hacerse cargo el Padre Alejandro Guidobaldi, quien actualmente se encuentra en la Parroquia de Daireaux

En el día de hoy el Párroco Diego Kessler cumple 28 años de haber sido ordenado sacerdote. Consultado sobre lo que ve al mirar su tránsito en la vida sacerdotal, luego de expresar un suspiro, cuenta que “venía de un viaje, pensando que hacía un año o dos había cumplido 25 años. Después empecé a sacar la cuenta y me di cuenta que no eran uno o dos años, sino que habían pasado tres años. Esto da cuenta de lo rápido que se va pasando el tiempo, ya uno está más cerca de los 30 años de sacerdocio que de los 25. Tengo una alegría muy grande por haber pasado por distintos tipos de realidades, que el Señor ha permitido. Desde el comienzo, que fui como vicario parroquial a la Catedral de Bahía Blanca, donde estuve 5 años y medio. Después tuve que ir a suplir a un sacerdote a una parroquia periférica de la ciudad, donde estuve 4 años, con comunidades que estaban las capillas a más de 10 kms. unas de otras. Después de allí a una parroquia con una realidad universitaria. Es allí donde estuve 8 años y medio. Y luego venir a Coronel Suárez, donde había otro tipo de realidad, con vida propia, una realidad que tenía que ver más con el campo, con lo rural”.

Luego nuestro Párroco recuerda que “como así también en el año ´94 tuve la experiencia de participar como Capellán en la Armada, donde estuve 13 años en una base aeronaval, donde me pidieron en una oportunidad acompañar el viaje de los futuros oficiales, hacer un viaje de 6 meses en la Fragata Libertad. Eso fue en el año 2003. Y posteriormente, en el año 2005-2006, realizar la campaña antártica, con las bases, visitar y celebrar las misas en la Antártida, incluso hacer la misa de Nochebuena en el Pasaje de Drake, en el Buque Comandante Irizar. Una realidad muy interesante, las familias, todas las personas que trabajan allí lejos de ellos. Fue una experiencia participar. Y cuando vengo aquí, estando a 200 kms. de lo que es el mar y la Armada como tal, me destinan a la Guarnición del Ejército en Pigüé, con lo cual también allí en el año 2009 estuve a punto –no se hizo porque faltaron algunos puntos de coordinación- de participar en la Comisión de Paz a Haití, el año en el que ocurrió el terremoto. Me hubiese encantado ir. Distintos tipos de experiencias, muy ricas todas. Uno va haciendo la evaluación y va sacando como del arcón, del baúl, todo tipo de experiencias”.

Consultado en torno a si los argentinos estamos siendo más o menos católicos, más cerca o más lejos de la religión, respondió el Padre Diego Kessler que “creo que el gran drama que tenemos es el drama educativo. Que abarca todos los aspectos de la vida. Yo creo que el gran problema que hoy día tenemos por ahí se lo achacamos a los niños, a los jóvenes, a los adolescentes. Pero tenemos una realidad que adolece de adultos. No tenemos adultos bien plantados, porque el desafío es tan grande, la realidad es tan diversa, que en algún punto se nos ha corrido lo que es la idea de lo que significa una educación distinta a la que hemos aprendido y de la que a la vez somos deudores. Se tiene que establecer un diálogo con una nueva cultura, para la cual a veces uno no está lo suficientemente preparado”.

Reconoció el sacerdote que “siempre es más fácil echarle la culpa al otro. Frente a la nueva realidad es el adulto quien tiene que imponerse y tratar de entrar en diálogo con esta nueva realidad”.

Agregó que “conversando con una socióloga me decía que muchas veces el tema que los chicos están tan metidos dentro de las redes sociales, donde conversan y se dicen muchas cosas a través de las redes, pero no son capaces de decírselo cara a cara. Han perdido la capacidad de hablar, de diálogo. Y frente a esa imposibilidad del diálogo, al estar tan achicado el tema del lenguaje, surge casi espontáneamente una violencia interior, porque uno quiere expresarse y no le sale. No tiene palabras como para poder decir lo que le pasa. Entonces, frente a esto, la violencia empieza a calar. Es muy difícil que un diálogo entre adolescentes no termine violentamente. No porque este la decisión de pegarse desde el vamos, sino que surge por esta nueva realidad en la que los chicos no tienen lenguaje, no saben expresarse, por lo que desde dentro se genera una violencia”.