31/01/2018PRODUCCION

Hace diez años Gatic y ahora Dass lo dejaron sin trabajo: “no queda otra que reconvertirse”.

Una historia similar hoy afectando mano de obra de Coronel Suárez y la región. “Llegamos a haber entre 150 y 180 del Distrito de Saavedra que trabajábamos en Coronel Suárez, y después de lo último no sé si quedan 10”, aseveró Cesar Gonzalez de Saavedra. Si bien la empresa les pagó lo pactado, tuvieron que sortear otra dificultad, el Banco Patagonia de Coronel Suárez sólo podía pagarles en cuotas diarias debido a la cantidad que implicaba y sólo así podían percibir lo que les correspondía. “Tuvimos que viajar todos los días y hacer largas colas”.

Como si fuera una burla cruel del destino, la historia vuelve a repetirse para César González, que como otros pigüenses, tras haber trabajado muchos años en Gatic, que los abandonó a su suerte hace más de diez años, comenzaron a viajar diariamente a Coronel Suárez para seguir vinculados al rubro textil y de calzado.

Una década después otra vez se quedaron sin su fuente laboral.

En el caso de César había trabajado aquí en Gatic desde 1989 y después prosiguió como operario en la fábrica suarense que también había pertenecido a la familia Bakchellian, que pasó por varias manos y fue finalmente la empresa Dass que, esta vez pagándoles la indemnización más un plus, los tentó para que se adhirieran al retiro voluntario en noviembre último.

Ya había poco para hacer dentro del complejo fabril y sabían íntimamente que no había otra que aceptar lo ofrecido e irse.

“Estaba cerca de cumplir diez años en la empresa, y la verdad es una sensación amarga de quedarse sin trabajo a los cincuenta años, pero es algo que se veía venir por todos los movimientos que la empresa estaba haciendo”, confió y que en el mejor momento de la fábrica suarense entre 2008 y 2009 llegó a haber 4.500 operarios, entre ellos muchos de una amplia región como Pigüé, Saavedra, Puan, Darregueira, Villa Iris, Carhué, Coronel Pringles que arribaban diariamente en micros, combis o como en el caso de César en auto particular, “yo tenía la suerte de tener un auto a gnc y entre cuatro o cinco costeábamos el viaje, pero mucha gente iba en micro o combis sacrificando horas de descanso y además porque en principio teníamos turnos rotativos. Fue bastante sacrificado y encima viajar en la 67 que estaba destruida, muchos rompieron sus vehículos ahí y ahora que está totalmente repavimentada nos pasa esto”, agrega este hombre perteneciente a la comunidad de Saavedra con una amarga sonrisa.

Durante casi una década pudo ganarse el pan dignamente con distintos patrones, Indular en principio, después Vulcabrás, Vulcabrás Azaleia y desde 2016 Dass, pero en esta historia cíclica de los vaivenes de las decisiones en la economía argentina otra vez el fantasma de las importaciones se hizo realidad.

“La empresa empezó a importar todas las partes de las zapatillas, tanto la capellada como la suela, entonces toda la gente que en las naves hacíamos eso nos encontramos con que no teníamos nada para hacer”.

“El mejor momento fue en el 2008 y 2009 con 4.500 operarios, después se fue sacando gente, y a principios de 2017 éramos unos 1.600, antes que la empresa tomara esta decisión de ofrecernos un retiro voluntario, donde nos pagaban un poco más, y debimos decidir entre aceptar eso o esperar la decisión de que nos echaran. Y la mayoría aceptamos irnos. A fines de noviembre de 2017 unos 523 fueron los que aceptamos el retiro voluntario”, confió y que debieron tomar la decisión en pocos días.

“Llegamos a haber entre 150 y 180 del Distrito de Saavedra que trabajábamos en Suárez, y después de lo último no sé si quedan 10”, aseveró.

Si bien la empresa les pagó lo pactado, tuvieron que sortear otra dificultad, el Banco Patagonia de Coronel Suárez sólo podía pagarles en cuotas diarias debido a la cantidad que implicaba y sólo así podían percibir lo que les correspondía.

“Tuvimos que viajar todos los días y hacer largas colas”, señaló con tono de resignación y que fue un riesgo extra el transportar el dinero todos los días.

Ni César ni varios de sus compañeros que se quedaron nuevamente sin trabajo han hecho alguna manifestación o han acudido al municipio buscando algún tipo de ayuda. “Cada uno tomó por su lado, tratando de defenderse de la mejor manera. Reinventándose porque la mayoría somos grandes, no había casi jovencitos y todos estamos buscando trabajo en Pigüé, que no hay, y entonces hay que inventar algo para poder llevar el pan a la casa. Hay que reinventarse y gracias a Dios el ser humano tiene esa capacidad. A veces se logra y otras no. En mi caso estoy tratando de ver cómo desarrollarme en el campo de la herrería, que es algo que aprendí de joven y después ver si está la posibilidad de poner el auto en alguna empresa de radio taxi para seguir luchándola, porque mientras hay vida hay razones para luchar”.

“Lamentablemente el calzado, lo textil, siempre es lo más afectado con el tema de la importación que permiten que entre al país, y los resultados están a la vista, se está destruyendo la industria nacional, y mientras esto siga así los trabajadores vamos a ser los más afectados, porque no se cuida el trabajo en el país, se prefiere traer de afuera para ganar más y eso hace que millones de personas se queden sin trabajo, no es sólo un tema de Pigüé”, reflexionó.

“Es un poco cíclico, y a uno le da un poco de impotencia porque no está en nuestras manos cambiar esta historia, y lamentablemente sólo queda ajustarse, reinventarse para sobrevivir”, amplió y también que desde lo gremial tampoco hubo muchas respuestas: “ellos estaban en otra, con otras inquietudes, como asumir como Secretario Nacional de Socaya (quien era el Delegado Gremial en Suárez asumió como nuevo titular del gremio a nivel nacional), así que en los últimos tiempos estábamos medio solos en la fábrica y seguramente ellos estaban al tanto de esto que pasó”, dijo finalmente César González, el pigüense que como tantos otros sufrió las consecuencias de decisiones políticas y empresariales donde el trabajador es apenas un número estadístico que cada tanto hay que corregir.

Fuente: Semanario Reflejos.