31/01/2018PRODUCCION

Crisis en una industria descalzada. La apertura de las importaciones golpeó de lleno a la producción nacional de calzado.

En Coronel Suárez hubo 800 despidos. Los casos más resonantes de una provincia dedicada al rubro. Repercusiones a nivel nacional. Son las políticas macroeconómicas las que golpean al rubro, y como agravante los organismos Provinciales y Municipales no cuentan con un presupuesto significativo como para poder hacer frente a la difícil situación que atraviesa el sector.

“Yo veo al futuro repetir el pasado”, cantaba el brasileño Cazuza en la canción “El tiempo no para”, compuesta allá por 1988 y que muchos años después popularizó en español la banda argentina Bersuit Vergarabat. El éxito de la composición tuvo que ver, en gran medida, por la representación que significaba para la historia política de nuestro país, que, como en muchos otros casos de la región, es cíclica.

Un testigo fiel de ello es la industria del calzado que ve cómo en los cien años de trayectoria es de las primeras (y más perjudicadas) víctimas generadas por reapertura de las fronteras comerciales de la Argentina.

El ejemplo más claro se está viviendo actualmente en Coronel Suárez, donde la fábrica Dass, productora de zapatillas de marcas multinacionales, despidió a más de 800 trabajadores desde 2015 a esta parte.

Fue hace 15 años cuando en el distrito se vivió una situación similar. La profunda crisis económica, política y social que desencadenó el neoliberalismo aplicado en la década del ‘90 dejó en la calle a 1.800 empleados suarenses cuando Gatic decidió anunciar la quiebra y cerrar sus puertas para siempre.

Esta decisión golpeó de lleno a otros Partidos donde, como en Coronel Suárez, las finanzas municipales dependen prácticamente de la industria del calzado, 25 de Mayo, Las Flores, Chivilcoy y Saladillo son algunos de los distritos bonaerenses en los que las fábricas y sus obreros mantienen las cuentas al día.

La llegada de Mauricio Macri a la Casa Rosada marcó el retorno de la crisis al sector, a partir de la apertura indiscriminada de productos importados que, gracias a la mano de obra barata, se comercializan a bajos costos y la producción nacional no puede competir con ellos.

Según advirtió la Cámara de Industria del Calzado, las 2.300 pequeñas y medianas empresas que se dedican a la fabricación pasaron de producir 125 millones de pares en 2015 a 111 millones en 2016, lo que significó una reducción en la producción del 11,2 por ciento.

Este retroceso tuvo que ver, entre otros factores, con el aumento de las importaciones. En 2016 se importaron 27,3 millones de pares de calzado, un 22 por ciento más con respecto a 2015. Pero la gravedad del ingreso de zapatos a nuestro país se registró en los primeros meses de 2017. De acuerdo a un informe elaborado por la entidad nacional, se incrementó en un 62 por ciento la entrada de productos del rubro con respecto al año anterior.

¿De qué origen? Indonesia, Brasil y China; es decir, de tres países en los que la mano de obra es mucho menos costosa. Como consecuencia las ventas nacionales se desploman, las fábricas pierden rentabilidad, despiden o suspenden trabajadores, y las economías municipales se resienten. “Una parte de la caída de la producción es la apertura de las importaciones, pero la otra parte tiene que ver con los altos costos en la Argentina y con la entrega indiscriminada de subsidios del Gobierno anterior, que generaron que el empresario no reinvirtiera, sino que viviera de eso. Era inviable por donde se lo mirara, y lamentablemente el que paga los costos es el trabajador”, señaló el Intendente de Las Flores Ramón Canosa (Cambiemos), quien en 2017 le hizo frente al cierre de GGM, que dejó en la calle a 180 trabajadores.

Si bien el Ministerio de Producción de la Provincia, a cargo de Javier Tizado, puso en marcha la conformación de una “Mesa de Trabajo de la Industria del Calzado de la Provincia de Buenos Aires”, en los distritos consideran que no es suficiente.

Primero porque son las políticas macroeconómicas las que golpean al rubro, y segundo porque la cartera no cuenta con un presupuesto significativo como para poder hacer frente a la difícil situación que atraviesa el sector. Así las cosas, el futuro (que ya fue pasado) del calzado es poco prometedor, a menos que el Gobierno se calce las botas y defienda con algunas medidas la industria nacional.

Fuente: La Tecla.