26/02/2018JUDICIAL

Juicios por jurados: ¿Estamos preparados para decidir sobre la libertad de otros?

El debate luego del fallo absolutorio para Lionel Agrello en el caso que juzgó la muerte de Néstor Díaz. En el último debate pasó algo que hasta ahora no había sucedido en Bahía Blanca: familiares de la víctima de un homicidio recriminaron a los civiles que declararon no culpable al acusado. A 3 años de la instauración del sistema, la discusión continúa. En 3 años, en el Departamento Judicial Bahía Blanca los jurados dictaron 17 condenas y 16 absoluciones. Opiniones a favor y en contra. Informe de La Nueva.

El jurista Roberto Gargarella asegura que la idea de que la gran mayoría de la gente quiere la pena de muerte es falsa. O que “está limitada a conceptos de 'mayoría', 'gente' y 'quiere' que la tornan irrelevante”.

Y lo compara con la intervención de los jurados no letrados en un juicio.

“Frente a un hecho conmovedor, y preguntadas a bocajarro, las personas pueden decir cosas espantosas. Sin embargo, esas mismas personas, puestas a considerar argumentos de un lado y otro, luego de escuchar a las diferentes partes, y con tiempo para deliberar, tienden a tomar posiciones diferentes a las que tomaban a las apuradas, puestas contra la pared, en el primer instante”, explica.

Quiere decir el sociólogo que “la gente” en un jurado, sin el amparo del anonimato que dan las redes sociales ni de la indignación que genera el primer impacto de un hecho delictivo grave, toma muchas veces una postura más benévola o menos punitivista que la de los jueces profesionales a los que, en otro contexto, suele criticar por su “mano blanda”.

¿Cómo deciden los jurados?

El caso Agrello volvió a encender la discusión en el Departamento Judicial Bahía Blanca. ¿Estamos capacitados para resolver entre la libertad y la cárcel?

Lionel Agrello llegó a juicio detenido, acusado de matar, durante 2016, a Néstor Díaz en Coronel Suárez.

Al declarar, entre lágrimas, dijo que intentó defenderse de una agresión de la víctima y que el disparo fue accidental.

El jurado le creyó. Deliberó durante media hora, lo declaró no culpable y el juez profesional que dirigía el debate ordenó su libertad.

La audiencia terminó con incidentes, porque familiares de la víctima reclamaron a viva voz contra la decisión adoptada. 

 “Cuando la emoción le gana a las pruebas, se deroga el sistema penal”, sentencia el fiscal Mauricio Del Cero, para quien Agrello debía ser condenado.

Graciela Cortázar, defensora oficial y del mecanismo, está en la vereda opuesta: “Si la gente común está preparada para hacer leyes ¿por qué no puede tomar también decisiones judiciales...?”.

¿Qué dicen los que vivieron la experiencia?

* “Es cierto que todos hacemos esto en nuestra vida diaria, al escuchar las noticias. Tenemos nuestras opiniones y condenamos en base a las noticias, aunque no afectamos de manera directa a esa persona. Esas condenas son absolutamente contaminadas y carentes de imparcialidad. Pero en la instancia de juicio por jurados es todo lo contrario. De la opinión que uno se forme a lo largo del juicio, va a hacer su 'veredicto' y en este se juega la prisión o libertad de otro ciudadano común, su culpabilidad o inocencia”. (M.J., estudiante, 27 años).

“Cuando lo vi por primera vez al chico (que juzgaban) pensé: 'mirá, este flaco mató a una persona'. Ya se me dibujó ese pensamiento. Pero con el correr de los minutos y del juicio no vi pruebas que acompañen eso, no se sostuvo en mi cabeza el pensamiento. Los testigos que hablaban eran parientes todos: la hermana, los padres. Capaz en un juicio con más testigos de un lado y del otro, van apareciendo más pruebas, pero este fue 'light'. Cuando veo los casos en la tele digo: 'uh a este lo dejan libre', pero estando ahí adentro, digo 'bueno, este flaco quedó libre por la poca prueba que tenía en contra'. Tuvimos suerte en que nos tocó un juicio tonto: el pibe se defendió, no había prueba concreta”. (M.F., chofer y entrenador de fútbol, 40 años).

“A mí este juicio me lavó la cabeza. Me cambió la visión completamente. Les comenté a mis amigas lo que me había servido la experiencia. Yo soy muy dura, y para mí el que mata, roba o viola tiene que ir a la cárcel, perpetua, no hay vueltas. Pero esto me enseñó a no juzgar cuando veo en las noticias que tal o cual quedó libre, porque me doy cuenta de que sin verlo desde adentro no puedo opinar. A mí me llegó que el fiscal no quería que se haga el juicio por jurados, que estaba totalmente en contra, y la verdad que no estoy de acuerdo”. (S.M., cocinera, 45 años).

“Para decidir si una cosa es justa o no, me pongo en las dos veredas, y después saco mi deducción; eso es ser imparcial. Había una mujer en el jurado que se dejaba llevar por lo que decía el fiscal. Y le hice una pregunta concreta: '¿vos te pusiste en el lugar de la chica? Si a vos te hubiesen golpeado durante 10 años, maltratado, avasallado, y si tus hijos fueran llevados a un lugar al cobijo de una persona juzgada por haber prostituido gente, y si encima te dicen que si vas a buscarlos te agujerean a tiros, ¿qué harías?'. En las películas yanquis, ves que los fiscales impactan más, llegan más. En el caso que me tocó, eran dos familias analfabetas, formación cero, educación cero, sin recursos, se guiaban más por instintos que por otra cosa. Y esto también lo tenés que evaluar a la hora de decidir (D.B., operador petroquímico, 55 años).

“A nosotros no nos interesó para nada lo que dijeron fiscal y defensor en los alegatos, porque le dimos bola a los testigos, a la prueba. Y por eso es que notamos esto de la deficiencia en la formulación de preguntas, en cómo le extraían la información a los testigos. A ver, para ser más concreto, ahí es donde vimos que el defensor iba al meollo, le sacaba a los testigos cosas mucho más claras que el fiscal. Lo loco es que yo hubiese preguntado un montón de cosas, y se me ocurrían miles de preguntas, a mí y al resto. Después del juicio escuché opinar en los medios al fiscal, echándonos al jurado la culpa de la absolución, y me dio bronca”. (J.R., estudiante, 26 años).

Cambiar la mirada sobre la justicia

"Lo que se puso nuevamente de manifiesto, con este caso de Coronel Suárez, es que el sistema de juicios por jurado vigente desde 2015 no terminó aún de asimilarse en la sociedad", considera el licenciado en sociología Bruno Pazzi.

Agregó que "se trata de una forma de democracia directa. Algunos consideran que este modelo anglosajón no será fácil de aplicar en nuestras sociedades. También es cierto que distintos fallos absolutorios en la Provincia han puesto en cuestión si nuestras fiscalías están hoy lo suficientemente preparadas para demostrar ante un jurado de ciudadanos comunes las pruebas que permitan inculpar a un acusado. Las fiscalías, hasta hace poco tiempo, estaban más habituadas a manejar más las causas en los papeles y dirigiéndose a otros abogados. Hoy son los propios ciudadanos comunes, en estos casos, quienes juzgan a sus pares".

"En las encuestas solemos ver que una mayoría pide penas más duras para los delincuentes. Sin embargo, a la hora de decidir sobre la suerte o la libertad de otro ser humano por uno mismo, no es tan fácil hacerlo. ‘Animémonos y vayan’, como dice la frase. En la medida en que el sistema de jurados se sostenga, los ciudadanos acabaremos por entender que resulta más fácil pedir que se haga justicia que impartirla nosotros mismos", siguió diciendo.

Finalmente, el profesional indicó que "algo es cierto: ser jurado cambia a las personas a quienes les toca esa suerte. A muchos se les ha aplicado una encuesta antes de comenzar el juicio y en los resultados abundan las representaciones negativas sobre el funcionamiento de la Justicia (como ocurre con gran parte del resto de la población en general). Luego del juicio, de ver el trabajo de fiscales, jueces y defensores, la opinión era diametralmente opuesta. Viendo el funcionamiento de la Justicia desde adentro, se comprende mejor el esfuerzo que realizan sus miembros".

Fuente: La Nueva.