02/04/2017HISTORIA

Otra radiografía de las Islas Malvinas. Profesores Sandra Carrasco y Sebastián Andes.

“La mejor manera de hacer soberanía es yendo, vivenciándolas, disfrutándolas. Son parte de nuestro territorio. Hoy están administradas por otros, pero la presencia nuestra, el hecho de conocerlas desde otro lugar, creo que ahí es donde uno hace soberanía”. Exposición de fotografías este domingo a las 19 hs. en la Biblioteca Luisa Braganza.

Hacía muchos años que la Profesora Sandra Carrasco soñaba con viajar a las Islas Malvinas.

A este anhelo se sumó el Profesor Sebastián Andes, que mientras proyectaban el viaje solía decirle “una semana en las Islas, ¿no será demasiado?”.

“No te preocupes, vamos a caminar mucho”, le respondía su compañera en esta aventura. Sumaron también a una amiga de la universidad de Sandra, profesora de inglés, por lo que fue como contar con una traductora particular, porque los dos suarenses manejan poco el idioma que se habla en las Islas.

El viaje lo concretaron el pasado mes de enero y fue “impactante” todo lo que aprendieron, descubrieron, conocieron, según uno de los calificativos que utilizaron.

La Nueva Radio Suárez los entrevistó dejando en claro que es muy difícil poner en palabras todo lo vivido. No obstante sus respuestas, sus expresiones, abren otros conocimientos sobre ese territorio que sentimos argentino, a pesar de no poder ejercer soberanía sobre él. Aparecen otros aspectos sobre la geografía, el paisaje y la vida de los isleños que muchas veces el dolor por la guerra no ha permitido ver.

“Estuvimos una semana en el mes de enero disfrutando no solamente de la cuestión histórica, sino también de los paisajes, de la gastronomía, de la parte cultural que tiene el mismo pueblo. Quedamos muy sorprendidos, volvimos con mucha información, con muchas emociones encontradas. La idea inicial fue un viaje de vacaciones, así lo fue y lo superó ampliamente” dijeron en el principio de la nota.

La semana, en cuanto a temperatura, “fue muy buena con sol, con temperaturas entre 18 y 19 grados de máxima. Las noches eran muy buenas, salíamos a comer, tarde, a eso de las 21 horas. Después, eran las 11 de la noche y caminábamos por las islas, por toda la costa. Tuvimos también días de lluvia. Hay que considerar que es el sur del continente. Estábamos en las islas con remera de manga larga, buzo y cuando nos acercábamos a la costa nos teníamos que poner la bufanda. Hay que vivirlo, experimentarlo. Es muy difícil contarlo”.

¿Con qué juicios previos concurrieron a las islas y qué pasó al contrastarlas con la geografía y la vida de los isleños?, fue una de las preguntas.

La respuesta de Sandra Carrasco: “no lo llamaría prejuicios. Íbamos con expectativas respecto de que las fotos que nosotros conocemos de las islas están relacionadas con un paisaje totalmente agreste, con la información que nos llega de que los isleños no nos reciben bien. Nosotros sabíamos que íbamos como turistas a disfrutar de un territorio nuestro. Cuando llegamos nos sorprendió la belleza del paisaje. Es indescriptible la belleza que tiene el territorio por su naturaleza y dentro de lo que es el planeamiento de la ciudad, el orden, la limpieza. Cuando la gente te reconoce como extranjero –son 2.400 habitantes en el pueblo- están un poco expectantes a ver cuál es tu conducta. Pero ya a los dos o tres días algunos nos saludaban cuando nos encontraban caminando por la calle”.

Luego afirmaron que “el trato que tuvieron con nosotros fue excelente, nos hospedamos en la casa de una inglesa, que nos mimó como si fuéramos sus hijos. Después, en las recorridas, los transfer, coordinadores, la gente que contactamos para estar allá, nos llevó a conocer, nos abrieron las puertas de las estancias –hemos estado con administradores de estancias en su propia casa-; fue muy cordial todo. Quizá uno se sorprendió de esta idea que tenía durante tantos años –era adolescente cuando fue la Guerra de Malvinas, con gente cercana que estuvo en el conflicto- y tenía este sentimiento que si podía recorrer el resto del mundo por qué no ir a conocer las Islas Malvinas. Por eso fue para mí muy emocionante desde ese lugar. Y estoy como asombrada de la belleza del lugar”.

A esto le sumó Sebastián Andes lo siguiente: “uno va con la imagen relacionada con la guerra, con el conflicto. Yo fui con mi cámara al hombro y me encontré con un paisaje maravilloso, con mucho contraste, con muchos verdes, azules. El agua es totalmente cristalina, con playas de arenas blancas que parecen del Caribe. La fauna, con ecosistemas increíbles. Uno veía a veces el paisaje del campo, donde estaban juntas las ovejas, aves propias del lugar y los pingüinos ahí nomás, al lado. Los cielos, la temperatura, los olores. Y el trato de la gente, realmente nosotros no podemos decir nada negativo. Fue excelente”.

Quien los ayudó a organizar el viaje y les dio diferentes contactos fue Oscar Teves: “tuvimos dos reuniones con él, nos hizo un plano hasta dónde podíamos ir, qué lugar no podíamos dejar de visitar. Nos dio los contactos para quienes nos iban a hacer de guía”.

Las muestras de solidaridad se dieron en varias ocasiones: “un día veníamos caminando, empezó a llover y nos refugiamos en una oficinita del lugar. Nos pidieron un taxi y a los 5 minutos teníamos un coche en la puerta”.

En otra ocasión, en una caminata luego de la cena, Sandra se torció el pie, ante el temor de tener una fractura se sentó en el suelo, “de la nada vienen tres ingleses, entre ellos una mujer, nos ayudaron, nos ofrecieron llevarme al hospital, comprobaron que no era más que una torcedura. Todo esto relacionado con la cordialidad, la hospitalidad la vivimos muy de cerca”, contaron los entrevistados.

¿Cómo nos perciben a los argentinos?, fue otra de las preguntas. Responde Sebastián Andes: “cuando llegamos nos dijeron la gente encargada de los paseos que no hagamos exhibiciones de remeras de clubes de fútbol argentino, que no extendamos la bandera, que para ellos es una provocación, pero después el trato fue totalmente cordial. Preguntaban de dónde éramos, nos identificábamos como argentinos, que estábamos de paseo. La comunicación terminaba ahí y seguía siendo cordial. Ellos sienten provocación cuando se va con la bandera, diciendo estoy en mi suelo. Eso es chocante para ellos, después el trato es totalmente cordial”.

El pueblo “es muy inglés, muy ordenado, no se observa ningún tipo de papel en el suelo, ni graffittis, ni pancartas, nada. No hay semáforos, hay sendas peatonales y se respeta; el vehículo llega a la esquina, frena, el peatón tiene el cruce. Muchos jardines, las casas cuidadas, practican mucho la horticultura. Inclusivo tuvimos la oportunidad de visitar una escuela secundaria, la única que hay en Puerto Argentino, estuvimos recorriéndola, ahí también tienen un vivero. Parece ser que la cultura de producción de hortalizas y de frutas se imparte desde lo educativo, y después se practica desde el hogar”, dice Sebastián Andes.

Suma a esto Sandra Carrasco al agregar que “eso lo vimos también en Pradera del Ganso, donde en una escuela primaria, donde no pudimos ingresar porque en ese momento estaban de vacaciones, pero donde desde las ventanas pudimos ver que la parte de horticultura está muy presente. Ellos reciben todos los productos del resto del mundo, pero todos los cultivos son de la huerta propia. Vimos la cultura del trabajo, ordenados, dispuestos a cumplir con los horarios. Eso también impacta mucho. Cada uno cumple su rol como lo tiene que cumplir. No se ve suciedad, desorden. Los chicos dejan las bicicletas en las veredas, los juguetes en la plaza, nadie roba nada. En una plaza, con piso especial para amortiguar las caídas de los chicos, una abuela que estaba con su nieta nos escuchó hablar y se identificó como argentina. Se había casado hace 43 años con un isleño, tuvo sus hijos en las islas y estaba con sus nietas. El cuidado de la infancia, de los adultos; veíamos a adultos en sillas de ruedas eléctricas por las calles. Las calles impecables. Es otro mundo desde ese lugar”.

Reiteraron su impresión de los isleños: “muy solidarios, por eso hablamos del impacto que nos causó, de la cordialidad de la gente, de la belleza y el orden de la ciudad, los paisajes. Nos atendieron muy bien. El guía nos hizo muchos favores, sabiendo que somos docentes nos paseó por toda la isla, para que pudiéramos ver cada uno de los rincones de la isla. Ahora como docentes vamos a poder replicar todo esto en el aula”.

También vieron los restos de la guerra. Cuentan que fueron “a todos los museos que hay, fuimos a todos los lugares de las batallas. Hay mucho respeto hacia los que ellos consideran los héroes argentinos. Ellos consideran que fue una patriada, que lo que hicieron los veteranos de guerra fue con el corazón”.

El testimonio fotográfico que trajeron de las islas será presentado en el marco de un nuevo aniversario de la gesta de Malvinas. La muestra de las fotografías de Sebastián Andes será presentada este domingo en la Biblioteca Luisa Braganza.

“Las fotos muestran la parte natural de la isla, la flora y la fauna. Para que todos puedan conocer eso que muchas veces no se denota en los medios de comunicación”.

Ambos, Sandra y Sebastián, cierran la nota expresando su opinión que el reclamo por las islas debe hacerse a través del diálogo.

“A nivel histórico, y desde nuestro ser argentino, siempre vamos a sentir que las islas son nuestras. Lo que se resuelva a nivel legal, a nivel estados, quizás va a llevar tiempo. Ellos –los isleños- sienten que tener esa presencia de nueve generaciones también los hace habitantes isleños y británicos. Me quedé con algo que me dijo un veterano, con quienes nos encontramos y que iban por primera vez con sus familias, sus esposas, sus hijos y nietos”, y agregó Sebastián que “comparto estas palabras, creo que la presencia es fundamental. La guerra no tiene ningún sentido y mucho menos mandar a otros, como ocurrió cuando fueron adolescentes casi, sin saber dónde iban, sin conocer las condiciones climáticas. Nosotros tuvimos la oportunidad de ir a uno de esos famosos pozos y no podíamos imaginar lo que debe haber sido en pleno invierno. Por supuesto no a la guerra. No se resuelve un conflicto con armas. Con la palabra; nuestros representantes deben ir por ese lado, el diálogo continuo”.