05/10/2018ESPECTACULOS

Netflix estrenó "Operación Final": la cacería y captura de Adolf Eichmann en Argentina.

La producción narra el operativo en Buenos Aires, en mayo de 1960, para detener a uno de los arquitectos del Holocausto judío. Está protagonizada por Ben Kingsley y Oscar Isaac, y es visible la presencia de un extra de Coronel Suárez. La experiencia de Mariano García.

Netflix estrenó este miércoles “Operation Finale”, la impresionante superproducción que narra los detalles de la misión especial de los servicios secretos israelíes para capturar a Adolf Eichmann, el arquitecto del Holocausto, que se ocultó en la Argentina después de la caída del régimen Nazi.

La película cuenta la historia real de cómo, en 1960, el Mossad consiguió localizar en Buenos Aires a Eichmann, al que se consideró el principal diseñador de la "solución final", los métodos de ejecución utilizados por el Nazismo para exterminar a los judíos.

La producción está protagonizada por el británico Ben Kingsley, que encarna al genocida alemán, y el estadounidense de origen guatemalteco Oscar Isaac, que interpreta a Peter Malkin, uno de los agentes israelíes que participó en el arresto del Nazi.

Fue visible en dos escenas diferentes de la película la aparición del joven suarense Mariano García, actuando de extra en momentos determinantes del film.

Su aparición también se aprecia claramente en el thriller que Netflix acaba de promover para conocimiento de su audiencia sobre la obra fílmica que se logró mayormente en escenarios de Buenos Aires y de San Carlos de Bariloche.

Es inevitable al recordar a este personaje nefasto del Holocausto judío y vincularlo con la historia de Lothar Hermann, el verdadero cazador de Adolf Eichmann, y cuyos restos se encuentran en el Cementerio de Coronel Suárez.

Mucho se ha escrito sobre la vida del Nazi Adolf Eichmann, su escape de Alemania y su llegada a la Argentina. Una historia poco conocida es quién fue el verdadero arquitecto de su secuestro en Buenos Aires. El que les dio la verdadera información a los servicios secretos israelíes.

Los entretelones de la captura del criminal Nazi Adolf Eichmann nunca fueron del todo esclarecidos. La versión de Lothar Hermann, el sobreviviente de Dachau que lo descubrió en Olivos, fue denigrada y excluida del relato oficial que describe su secuestro y posterior enjuiciamiento en Israel.

Hermann decidió mandar cartas al Estado de Israel para solicitar la recompensa ofrecida por cualquier dato sobre Eichmann, sin recibir ninguna respuesta. En una de las misivas, planteó que el secuestro se vio envuelto de extorsión y engaños.

Unos días más tarde, una ola de periodistas llegó a Coronel Suárez desde España, Alemania, Inglaterra. Una noticia había dado vuelta al mundo: Mengele, el doctor muerte de los campos, era Lothar Hermann. A partir de esta acusación, otra pesadilla comenzaba para Lothar, y apenas horas después fue arrestado. En la cárcel fue interrogado y maltratado por la policía sin jamás entender por qué razón estaba privado de su libertad. La policía envió toda la documentación de Hermann a las autoridades de La Plata, donde se había iniciado el expediente de Josef Mengele.

Tras comparar los dos legajos, la Embajada de Alemania pidió en reiteradas oportunidades información de la causa iniciada a Hermann a la Justicia, iniciativas que jamás tuvieron respuesta.

Haber denunciado a Eichmann no era lo peor para Lothar, sino las consecuencias para su vida: Silvia no pasaba un buen momento con su padre procesado como criminal Nazi y su madre con cáncer de pulmón. Durante casi 10 años de su vida, Hermann vivió ocultándose. Los vecinos colaboraban para que la familia estuviera a salvo, ya que habían recibido varias amenazas de los Eichmann por haber denunciado a su padre. A todo esto, la policía bonaerense lo investigó en varias oportunidades, sin tener contemplación de su edad y su condición. Su esposa falleció en 1962 tras soportar la dura enfermedad. Ésta fue la última vez que Lothar vio a su hija.

Durante años, el reclamo para que le devolvieran sus propiedades en Alemania y una compensación por lo sucedido con su familia no obtuvo respuesta. El juzgamiento de Eichmann en Israel hizo cada vez más distantes esos pedidos.

Por su parte, Tuviah Friedman debió soportar la humillación de ser acusado de realizar investigaciones falsas. Él se defendió aduciendo haber sabido el paradero de Eichmann en 1959, gracias a Hermann. Luego de pasar la información a sus superiores, Friedman solo recibió una orden: callarse o desaparecer. Él conservó cada carta de Lothar, ya que sería su comodín a la hora de defenderse. Luego emigró a EE.UU., amenazado de muerte.

En 1971 Lothar Hermann vivió los momentos más difíciles de su vida. Un cáncer invadió su cuerpo y tuvo que realizar un tratamiento mensual en un nosocomio porteño, siempre y cuando la policía lo autorizara. Ante esta nueva complicación, le envió una carta al primer ministro israelí para solicitarle la recompensa negada durante años. Al cabo de unos meses recibió una respuesta: Israel aceptaba pagar la recompensa de U$S 500 por mes para pagar los gastos de su enfermedad.

Lothar Hermann murió en 1974 y fue sepultado en el Cementerio de Coronel Suárez. Pasados 27 años, un familiar encontró su tumba desértica, que fue profanada y en la que aparecía como un NN sin gloria alguna y sin admitir todavía que fue él quien hizo justicia por 6.000.000 de personas.

En 50 años se hicieron cientos de libros, varias películas y documentales, pero sólo pocos lo nombraron y se burlaron. Lothar Hermann dio su vida realmente por la Justicia y hace algunos años fue reivindicada su vida descubriéndose el monumento respectivo.